Convencido de que la votación en el Senado le será favorable, en el Gobierno se imaginan que a partir de hoy, si las polémicas retenciones son finalmente ratificadas, al campo sólo le quedará la vía judicial para continuar su reclamo y se imaginan que el caso llegará indefectiblemente a la Corte Suprema.
"A partir de mañana (por hoy), el conflicto quedará resuelto institucional y políticamente y estos tipos [por los ruralistas] seguirán protestando, pero sin legitimidad." Así se imaginan en lo más alto del poder cómo será el día después de la agónica sesión que se realizará hoy.
Con el calor todavía encima de la tarde kirchnerista en la plaza del Congreso, dos de los más influyentes ministros del gabinete nacional dijeron a LA NACION que no le temen a la Justicia. Uno de los cerebros jurídicos de la Casa Rosada, el secretario legal y técnico, Carlos Zannini, tiene estudiados todos los fallos del máximo tribunal y descarta, según supo LA NACION, que con el aval del Congreso, en la Corte resuelvan en contra del Gobierno.
Según la información que maneja la Casa Rosada, los antecedentes judiciales son favorables a que el Poder Ejecutivo puede fijar retenciones por la delegación de facultades de la que goza en función de lo que establece el Código Aduanero, y hasta sostienen que son fallos de la Corte que fueron dictados por algunos ministros actuales. Se refieren, específicamente, a los casos Montarcé y Propulsora siderúrgica.
Además, descartan otro de los argumentos esgrimidos por el campo sobre la posibilidad de que por encima del 33% el impuesto sea confiscatorio. "Los derechos que tiene el Poder Ejecutivo son hasta para cerrar las exportaciones porque son medidas para defender la economía del país", dijo Zannini a LA NACION.
En las horas finales de lo que será una larga sesión, el seno del poder vaticina un triunfo, aunque reconocen que "será ajustado", según graficó un alto funcionario. "Llegamos a 38 o 39", se entusiasman, aunque prevalece en los despachos oficiales el pesimismo sobre el final de la crisis. En el despacho del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, uno de los principales negociadores, cuentan a favor a la senadora riojana Teresita Quintela, que anteayer a la noche mantuvo un largo encuentro con la Presidenta en la Casa Rosada. "Se fue convencida y votará a favor nuestro", se los escuchó decir a los funcionarios que la vieron, aunque la senadora dijo anteayer públicamente que votaría en contra del proyecto oficial.
También dicen tener el sí del catamarqueño Ramón Saadi, aunque aún desconfían, y esperan que el fueguino José Martínez se abstenga o vote a favor de las retenciones. En el Gobierno sostienen que su pelea con la gobernadora Fabiana Ríos volcará la intención del senador hacia el oficialismo. Creen, en tanto, que la mandataria les jugó en contra, a pesar de que dio libertad de acción a sus legisladores. Ya están contados en contra los votos del senador neuquino Horacio Lores y de la chaqueña Elena Corregido.
Desvelado por los números
Néstor Kirchner estuvo hasta la madrugada de anteayer chequeando esos números. Su referencia en la tarde de ayer de que el Gobierno acatará la decisión del Congreso fue consecuencia de que descuenta que tendrá el número de senadores necesarios para ganar la votación. "No hubiésemos hecho todo esto si no teníamos a todos adentro", se sinceró un funcionario.
A partir de ahora, en el Gobierno prometen convocar al diálogo al campo. "Queremos que estén dentro del acuerdo del Bicentenario. La Argentina necesita dialogar", confió un secretario de Estado a LA NACION. Y reforzó: "Siempre la Presidenta ha convocado al diálogo".
En la Casa Rosada prevén, de todas maneras, una dura reacción de los ruralistas tras la votación, a quienes se imaginan volviendo al costado de las rutas. "Pero ojo, ellos son cautos, no mandarán a cortar porque saben que perdieron legitimidad", insiste un alto funcionario.
Acaso pareció ayer no importar entre el oficialismo la multitud que se congregó en apoyo al campo. Según pudo saber LA NACION, la primera reacción de Kirchner fue minimizar la convocatoria de Palermo.
Consideró que se habían congregado unas 60.000 personas. Pero enseguida sus colaboradores le recomendaron que hablar de números no era lo más conveniente. "Fueron dos buenos actos. Ellos con su gente y nosotros con la nuestra, y conseguimos no dejarles toda la escena", le escucharon decir al ex presidente.
Por Mariana Verón
De la Redacción de LA NACION