A pesar de que se sabe que el movimiento y el mezclado de corrales causan estrés animal y afectan el engorde, no existían datos sobre el impacto de cada práctica en el peso vivo final. En ese contexto, el centro de investigación de Biofarma, CENAB, realizó estudios a fin de aportar información que permita planificar las tareas y mejorar el resultado en un negocio de márgenes muy estrechos. ¿Cuánto nos cuesta cada pasada por la manga?

“Todos pesamos, es una práctica imprescindible, pero hay establecimientos que lo hacen cada 30 días y no se dan cuenta que cada vez que mueven un animal y lo pasan por la manga pierden el 1% de su peso vivo. Si hacen tres pesadas a lo largo del ciclo, estamos hablando de 8 kg finales. Es un montón”, dijo el Ing. Agr. Juan Manuel Bollatti, gerente técnico del CENAB, aludiendo a los resultados del ensayo realizado en 2024, con 545 animales en engorde, consistentes con los obtenidos en un estudio previo (2023).

¿Por qué pesan tantas veces? “Es una forma de controlar la performance animal que llevan muchos feedlots; el seguimiento les permite ir ajustando el consumo. En otros casos, los contadores tienen que hacer cierres y necesitan conocer el stock de kilos”, señaló.

En esa dinámica, también incide el momento en que se realiza el movimiento. “Si se pesan en la mitad del encierre, interrumpiendo el período de mayor ganancia diaria, la merma de peso final es mayor”, advirtió.

En el gráfico se puede observar que, cuando se pesó el día 66, se perdieron casi 3 kg más que cuando se hizo más cerca del inicio (día 49) o hacia el final del ciclo (día 81).

Otro ejemplo de pérdidas productivas es el movimiento que implica la vacuna contra la aftosa. El CENAB, en otro estudio, comparó el efecto de aplicar la vacuna junto con la sanidad inicial versus hacerlo en el medio del ciclo, lo cual implica una pasada extra por la manga en el período más productivo del animal.

“Cuando se vacunó el día 50, simulando lo que ocurre habitualmente, que se hace el día que toca, registramos una pérdida de 10 kg de peso vivo final superior que en la inicial”, reveló Bollatti, indicando que esta práctica de vacunación inicial está habilitada por SENASA para los establecimientos registrados en la Resolución 329/17.

En ese sentido, si bien en ambos tratamientos se dan efectos secundarios, entre ellos una caída en el consumo, “cuando se inmuniza durante la adaptación, junto con el resto del paquete sanitario, el animal ya tiene bajo consumo y la merma se diluye. En cambio, al momento de la máxima ganancia de peso la depresión es muy importante”, explicó.
Mezclar acentúa el problema

En cuanto a la mezcla de corrales, para hacer la evaluación, el día 49 del ensayo se realizó esta práctica en la mitad de los corrales bajo estudio (16 en total) y la otra mitad quedó como estaba.

“El mezclado tuvo un impacto todavía mayor que la pesada. Si se juntan corrales que ya se habían estabilizados, se pierde más del 2% del peso vivo final, o sea, una merma superior a los 9 kg”, reveló Bollatti, presentando fotos del ensayo al otro día de la mezcla donde se muestra el comportamiento de los animales que lleva a la depresión del consumo.
Por qué mezclan

El mezclado de corrales es más frecuente en establecimientos de menor escala y sobre todo en aquéllos que engordan para consumo.

“En general los feedlots más chicos tienen menos infraestructura. Y si, por ejemplo, entran 200 animales y disponen de corrales para 200, no hay cómo clasificarlos ni apartarlos para que resulten homogéneos. Queda todo junto”, advirtió Bollatti.

Frecuentemente, “ingresan tropas heterogéneas y cuando sacan una jaula que está gorda, el remanente se mezcla con el de otro corral. Y unos días después los pasan nuevamente por la manga para separar los que ya están listos”, describió.

Asimismo, cuando llegan tropas con vaquillas y novillitos, la hembra se engrasa y se termina 20 a 30 días antes. “Entonces, uno pasa todo el corral para sacar la hembra y luego se vuelven a pasar los machos”, apuntó.

En muchos casos es el comprador de hacienda quien selecciona los animales de su interés. “Esto implica pasar uno o dos corrales para armar la jaula y luego no queda otra que juntar el remanente”, sostuvo.

A veces, el mezclado se da por falta de mantenimiento de las instalaciones. “Hay una rotura del corral, la puerta no cierra bien o alguien no le puso el gancho que debía ponerle”, ejemplificó.

Así las cosas, algunos animales se terminan pasando por la manga, post-sanidad inicial, entre tres y cuatro veces, y mezclando otro par de veces, hasta que salen gordos.

¿Y el feedlot de exportación? “Los animales más grandes sufren más los movimientos, pero la pérdida de peso se diluye porque están más días en el corral. Aunque en realidad, en esos modelos de engordes los molestan lo menos posible”, comentó Bollatti, detallando que, algunos frigoríficos, siguen el sistema americano, o sea, entran hoy y no los vuelven a tocar hasta 150 días después.

Del dato a la mejora

El objetivo del ensayo es que el productor tenga el dato de qué significa cada trabajo, para que pueda evaluar costos ocultos y en base a eso planear las prácticas, el armado de los corrales y los movimientos.

¿Consejos? “Hay que hacer un buen trabajo inicial. Si ponemos más foco en la compra de invernada y en cómo ordenar los corrales al ingreso, apartando por tamaño, calidad y separando macho y hembra, a la salida tendremos todos juntos los que están gordos, sin esas mezclas, ni pesadas extras”, recomendó.

Y enfatizó: “Hay que pesar, lo necesario y no de más. Sí o sí, al inicio y al final para conocer la eficiencia del ciclo”.

También hay que mirar el costo-beneficio de ciertas estrategias comerciales. “A veces de un corral de 200, hay 40 que están gordos y ya se pueden vender. Pero sabiendo cuántos kilos pierdo si paso todo el corral para elegirlos y después mezclo el resto, lo pienso dos veces”, alertó. Y propuso: “A lo mejor puedo resignar esa venta, esperar a que haya 100 listos y mover menos veces el corral, o quizás, aguantar hasta que los 200 estén terminados. Hay que hacer cuentas”.

Asimismo, en muchos casos se puede justificar tener corrales más chicos. “Uno los trae una sola vez, los aparta, según el grado de gordura y los deja en corralitos más pequeños. Entonces, no es necesario llevarlos al grande, donde, como queda medio vacío, tengo que mezclar animales”, sugirió.

Otro aspecto saliente del ensayo es contribuir a tomar conciencia de la importancia del mantenimiento de los corrales. “Lo hago preventivamente, bien, como debe ser, porque la pérdida que me muestran los números, lo justifica”, aseveró.

Para finalizar, Bollatti destacó el valor del bienestar animal en la productividad. “Más allá del perfil de cada empresa, hay espacio para mejorar. La clave es crear las menores perturbaciones posibles, minimizar movimientos y que los animales estén mayor cantidad de tiempo tranquilos en los corrales”, concluyó.

Por Ing. Agr. Liliana Rosenstein
Fuente: Valor Carne