El monitoreo y las actualizaciones de los modelos de pronóstico del indicador ENSO, arrojan pocas novedades respecto de lo que venimos comentando en los últimos informes respecto de este indicador. Por lo pronto, aparecen modestos enfriamientos en la zona central del Pacifico Ecuatorial, los cuales no tienen un potencial suficiente como para generar una influencia destacada en la circulación atmosférica de gran escala. Es más, índices específicos de monitoreo como el SOI, se mueven con valores que todavía avalan el estado de neutralidad.

En el mapa que promedia las anomalías de la temperatura superficial del océano Pacifico central sobre el ecuador, se validan temperaturas que se ubican por debajo de los valores normales, una situación que sigue siendo incipiente. Dada esta coyuntura oceánica, es poco probable que la situación se modifique en forma rápida hacia un evento frío que escale en intensidad en el mediano plazo. A esta altura existe consenso sobre el desarrollo de un evento débil y de corta duración. Esto puede dejar un techo más alto para las precipitaciones, es decir, no se descartan limitaciones pluviales entre diciembre y enero, pero seguramente las mismas no serán del mismo tenor que el observado en la campaña 22/23.

La poca acción del fenómeno La Niña, no libera de problemas al comportamiento pluvial del resto del semestre cálido. Seguramente seguiremos viendo áreas descompensadas en la oferta de agua, algo que se regirá con las alternancias de la dinámica de escala regional.

En el mapa se puede ver al litoral Atlántico con un importante calentamiento. En momentos en que la zona de alta presión se ubique sobre su posición climática (estadística), esto puede derivar en una muy buena circulación de aire húmedo hacia el continente. Justamente, mientras esta anomalía cálida puede ser persistente durante el próximo semestre, seguramente iremos viendo alternancia en distintos elementos de la dinámica de la escala regional que pueden converger en periodos más secos y otros mas húmedos.

Tomando como válida la hipótesis de una Niña poco activa, el calentamiento del litoral Atlántico debería tener buena respuesta en lluvias para la franja norte del país. Cuando la circulación de aire del noreste sea eficiente a gran escala, toda la región pampeana se puede beneficiar de la llegada de masas de aire con buena carga de humedad. El punto decisivo será a circulación de las zonas de alta presión por el área continental. Un estancamiento de las mismas deriva en situaciones de estabilidad y altas temperaturas. Esto dependerá mucho de las ondas en niveles medios de la atmosfera, que no se aplanen provocando bloqueos.

Lo óptimo sería lo que sucedió en octubre, y esto es posible dado que estas situaciones no son restrictivas a la franja central del país. Sin ir más lejos, las lluvias que se dieron a principios de noviembre fueron más importantes sobre LP y BA, en base al mismo funcionamiento, pero esta vez desplazado hacia el sur. Esta alternancia espacial sería favorable para ir a un fin de primavera y verano con una escenario pluvial un poco más suelto. Del mismo modo que el comienzo de noviembre trajo alivio para la franja sur, en este momento transitamos un período más seco, el cual seguramente encontrara una recomposición pluvial más importante en la última semana del mes.

Las temperaturas han cedido rápido en cuanto a los enfriamientos en la primera parte de la primavera y esto ha redundado en un riesgo menor de heladas tardías en la franja central del país. Al mismo tiempo, estamos notando un rigor prematuro en las temperaturas máximas. Aquí aparece otro factor importante relacionado con la poca injerencia del fenómeno La Niña. De mantenerse en niveles de poca incidencia, podríamos encontrar una moderación en los desvíos positivos de las temperaturas. El escenario térmico con anomalías positivas es muy probable, ya que se está dando sin que se encuentre activo este fenómeno, en todo caso el rigor térmico de las máximas de verano puede morigerarse y también pueden ser menos frecuentes las olas de calor.

Una menor injerencia de los forzante de escala planetaria, deriva en seguimientos climáticos dentro de la escala intraestacional, es decir los cambios no pueden anticiparse a largo plazo y deben monitorearse en base a indicadores de menor proyección temporal, se pierde eficiencia en la coyuntura de largo plazo. Hoy al fenómeno La Niña se lo está respetando más por su estadística negativa que por la real afectación que está teniendo de la circulación atmosférica.