Con la activación tardía del fenómeno de “El Niño”, que desencadenó lluvias abundantes durante marzo y abril sobre toda el área agrícola dificultando las labores de recolección de gruesa, se dio la recuperación al menos parcial de las reservas del perfil. Esta recuperación apuntala la intención de siembra del cereal fundamentalmente sobre el margen oeste del área agrícola, donde la sucesión de temporadas invernales secas impactó negativamente causando, no solo una fuerte retracción del área sembrada desde la campaña 2021/22, sino también una considerable caída en la performance del cultivo, provocando mermas en la producción de hasta un 35% en la campaña 2022/23. Sumado a ello, ciertas cuestiones de manejo (rotación de cultivos, preservación del suelo, control de adversidades biológicas y economía del agua) y la necesidad de refinanciamiento a partir de la siembra de un cultivo que pueda cumplir un doble propósito (cosecha de grano comercial o consumo como recurso forrajero) son otros de los factores que, en segunda instancia, también actúan a favor de la intención de siembra de trigo.
Sin embargo, hay otros factores a considerar que tienden a frenar dicha intención. A pesar de la considerable mejora en las reservas del perfil, la previsión de un año atravesado por el fenómeno “La Niña”, lleva a muchos productores a optar por realizar barbechos largos, con el objetivo de reservar la humedad almacenada recientemente para los cultivos de gruesa del próximo ciclo. Por otro lado, el marco económico establece algunos obstáculos a la hora de definir el planteo productivo del cereal. Los costos elevados de los insumos dados los precios del cereal comprimen los márgenes proyectados afectando la competitividad del cultivo.
En consecuencia, tras la recopilación de los datos más relevantes que delinearían la intención de siembra para el próximo ciclo, se observa una posible estabilidad en el área de siembra del trigo, igualando las 5,9 MHa alcanzadas durante el ciclo anterior, quedando este valor supeditado a la evolución de las variables no solo climáticas, sino principalmente de las económicas de aquí hasta el momento de comenzar con las labores de implantación. Al analizar esta cifra en un contexto más amplio, observamos que esta proyección de superficie representa una disminución del 6,9% en comparación con el promedio de las últimas cinco campañas.
El próximo 9 de mayo se realizará el Lanzamiento de Campaña Fina de la Bolsa de Cereales en el marco del Congreso A Todo Trigo, organizado por la Federación de Acopiadores de Granos, en el cual se completará el presente análisis con las estimaciones de producción, exportaciones y producto bruto para ambos cereales de invierno (trigo y cebada).
ESTIMACIÓN DE SUPERFICIE
Análisis regional de la intención de siembra 2024/25
En las regiones del norte del área agrícola, el cultivo de trigo cumple un rol de “doble propósito”, es decir que se siembra como cobertura principalmente, pero si el ciclo del cultivo resulta favorable y el rendimiento lo amerita, el cereal es cosechado. Si bien el aporte de estas regiones no es significativo en el volumen producido a escala nacional, al ser las primeras donde se siembra, la relevancia radica en el carácter de ser zonas “primicia” del cereal. La actual mejora en las reservas del perfil podría alentar la recuperación de superficie.
El centro-oeste del área agrícola, fue de las regiones más afectadas por déficit hídrico durante las últimas 4 campañas. Debido a ello, desde el ciclo 2020/21 se ha observado una sostenida caída en el área sembrada año a año. Bajo el escenario actual, con un suelo reabastecido (Figuras 1 y 2), el potencial de recuperación de área es elevado, considerando al trigo como cobertura para evitar la pérdida de suelo. Bajo el actual escenario, la superficie de trigo en esta región también crecería.
En los Núcleos Norte y Sur, zonas relevantes para la producción del cereal, hay dos motivos principales que podrían generar una reducción del área para el ciclo que viene. Por un lado, la producción de trigo se lleva a cabo con un nivel de tecnología dado, con lo cual los costos de los insumos tienen un impacto importante en el cálculo del margen bruto. Y por otro, la previsión de año niña impactaría negativamente en la intención de siembra del cereal de invierno, llevando a los productores a optar por la práctica de barbecho largo con el fin de reservar la humedad para la gruesa.
El Centro-Este de Entre Ríos suele ser una región donde la intención de siembra responde a las condiciones de humedad del suelo al momento de iniciar las labores. Dadas las características de los suelos de esta zona, la capacidad de almacenamiento de agua útil disponible para los cultivos es muy limitada, observando alternancia en las situaciones de estrés por exceso o déficit mucho más frecuentes e inmediatas que en otras zonas. Los productores de esta zona asumen que, bajo el escenario actual, el área de trigo se mantendría.
Finalmente, sobre el sur del área agrícola nacional, zona triguera por excelencia, es más acertado hablar de cultivos de fina, siendo trigo y cebada los principales competidores por el área. A pesar de que la ventana de siembra en estas latitudes se extiende hasta mediados de agosto, la caída en las reservas de humedad que se produjo durante el período estival y la falta de reposición de la misma generaba incertidumbre, dado que la disponibilidad de materiales de ciclos intermedios/cortos no es suficiente para cubrir la cantidad de hectáreas que suelen implantarse en la zona. Sin embargo, luego de las lluvias de la última semana, la intención de siembra de fina queda más afianzada, y sobre todo se observa una clara intención de recuperar al menos parte de las hectáreas resignadas por sequía durante las campañas previas en el Norte de La Pampa – Oeste de Buenos Aires. En cuanto a los costos, dado que son zonas donde el cultivo se realiza cubriendo al menos los requerimientos nutricionales básicos, puede que se afinen los números reduciendo el paquete tecnológico. La variable de ajuste de área en estas zonas será entonces la relación trigo/cebada, favoreciendo a la última la cosecha anticipada que la vuelve un cultivo atractivo.
ESCENARIO CLIMÁTICO
El otoño del año 2024 se presenta con una complejidad climática que refleja la activación tardía del evento “El niño”, con precipitaciones sobre lo normal en prácticamente todo el territorio nacional, y un inicio de temporada de heladas en fecha normal, a diferencia de la temporada pasada.
El invierno del año 2024 marcará el final del ciclo climático 2023/24 y el inicio del 2024/25. Respecto al fenómeno "ENSO", se observa una reducción significativa en las diferencias entre las perspectivas más optimistas y pesimistas. Actualmente, la mayoría de las previsiones apuntan hacia un estado dentro del rango "Neutral Frío", con una tendencia gradual hacia un "La Niña". En este escenario, se espera que la región NOA registre precipitaciones superiores a lo normal, el centro de la Región Pampeana observaría precipitaciones algo inferiores a lo normal y la región del Chaco y norte, este y sur de la región pampeana registrarían precipitaciones cercanas al rango normal. En cuanto a las temperaturas, se espera que los eventos de heladas alcancen intensidades fuertes, pero finalizarían a mediados/fines del mes de julio.
Para la primavera del año 2024, comenzarían a manifestarse la baja en las precipitaciones y el aumento de las temperaturas respecto a los valores normales en la mayor parte del área agrícola, a excepción de la región NOA y el noroeste de la región del Chaco que experimentarían un comienzo de la temporada de lluvias normal a superior a lo normal. Sin embargo, para el verano el fenómeno de “La Niña” alcanzaría su máxima expresión y se extendería sobre todo el territorio nacional, donde solo algunos focos aislados del centro del área agrícola recibirían aportes normales a algo superiores a lo normal.
ESCENARIO ECONÓMICO
A medida que nos acercamos al inicio de la próxima temporada de siembra fina 2024/25, nos enfrentamos a un período de alta incertidumbre el cual surge de una combinación de factores relacionados con el mercado, el clima, la política y la economía. Por lo tanto, se presenta un análisis destacando ciertos aspectos de la situación actual del mercado, incluyendo cambios en los precios de los granos y los insumos necesarios, así como la dirección de las políticas agrícolas y las tendencias climáticas.
Los precios de los granos han sufrido un proceso deflacionario en los últimos años. Específicamente, el trigo primera posición de Kansas, ha mostrado prácticamente una tendencia decreciente desde los máximos alcanzados en 2022. Aunque en agosto de ese mismo año, los precios experimentaron un breve repunte que perduró apenas 2 meses. Actualmente, dicha cotización se ubica en valores cercanos a los 212 USD/tn, lo que representa una caída del 32% en comparación con abril del año pasado y un -14% respecto al promedio de los últimos 5 años. Con relación a los otros granos, el maíz tuvo una tendencia similar al trigo, cayendo un 34% interanualmente y un 16% respecto al promedio. En el caso de la soja, la caída fue menos pronunciada, reduciéndose un 21% y 5%, respectivamente.
La significativa reducción en los precios del trigo se atribuye en gran medida a los amplios suministros provenientes del Mar Negro, donde se espera que Rusia y Ucrania aporten casi 70 millones de toneladas (MTn) de trigo en la campaña 2023/24, según cifras del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, sigla en inglés). En particular, Rusia exportaría un récord de 52 MTn, tras alcanzar una producción histórica de 91,5 MTn, luego de dos campañas consecutivas de elevados niveles productivos.
Estos elevados flujos de exportación de Rusia llegaron a diversos destinos, por ejemplo, a Brasil, nuestro principal importador. Durante 2023, tras el desastre productivo en Argentina provocada por la sequía, Rusia se convirtió en el segundo proveedor de Brasil, incrementando su participación en las importaciones en un 19% a pesar de la distancia y los costos de transporte.
En el plano local, desde principios de marzo, el precio promedio FOB a cosecha del trigo en Argentina ha experimentado una recuperación, alcanzando los 230 USD por tonelada, lo que representa un incremento del 10%, o una ganancia acumulada de 20 USD por tonelada. Este aumento se produce después de las significativas caídas registradas desde abril del año anterior, que resultaron en una reducción acumulada del 19%.
Desde el punto de vista de los costos de producción, los precios de los fertilizantes han mantenido su nivel e incluso algunos han registrado aumentos. Específicamente, la urea y el fosfato diamónico han experimentado incrementos del 23% y 5% en comparación con el año pasado. Los precios de los herbicidas también han aumentado en un 5%, mientras que solo los combustibles han mostrado una disminución del 2% respecto a abril del año pasado.
Ante los crecientes costos de producción, el gobierno ha anunciado algunas medidas para mitigar estos impactos, consistente en la reducción de los aranceles aplicados a ciertos herbicidas y fertilizantes nitrogenados. No obstante, esta iniciativa tendría un efecto limitado en la reducción de los costos operativos de la producción. Esto se debe a que los herbicidas, a pesar de que experimentarían una reducción arancelaria más significativa, solo constituyen el 18% de la estructura de costos. Por otro lado, los fertilizantes, que representan, sujeto al tipo de planteos tecnológicos, un 33% de la estructura de costos, tendrían una disminución relativamente modesta en sus aranceles. Estas reducciones arancelarias, si bien positivas, no resultan suficientes para compensar el incremento de costos respecto del año anterior por lo que no logran revertir las tendencias observadas en las relaciones insumo/producto.
En términos concretos, actualmente se requieren 4,55 y 3,22 toneladas de trigo para adquirir una tonelada de fosfato y urea, respectivamente, lo cual supera el promedio de los últimos cinco años, que era de 3,67 y 2,79 toneladas. En lo que respecta al combustible y a los herbicidas, el cociente ha desmejorado un 16% y 17% en comparación con abril del año pasado, siguiendo una tendencia similar.
Por lo tanto, al analizar el aumento en los precios y la evolución de los costos de producción, se observa que, en el margen, la rentabilidad presenta una leve mejoría, variando de acuerdo con la región PAS específica y los costos de alquiler. Escenarios de estas características se correlacionan con años en los cuales se resiente la tecnología aplicada al cultivo y también afecta las decisiones de siembra en las distintas regiones productivas.
Ante este escenario, resultará definitorio lo que ocurra con la evolución de los costos y los precios del cereal en las próximas semanas.
Al efecto de señalar resultados modelados utilizando equilibrio parcial, se presenta a continuación las conclusiones del trabajo “Perspectivas para la nueva campaña agrícola 2024/25: Análisis de Incentivos y Escenarios Futuros para el Trigo”1. En el mismo, se documenta el efecto de múltiples escenarios de políticas, como la eliminación del Impuesto PAIS para fertilizantes y los derechos de exportación (DEX) sobre el trigo y cebada, que pueden tener un impacto positivo en el área de hasta 787 mil hectáreas extras producto de la mejora en la rentabilidad proyectada.
Por un lado, las condiciones climáticas resultan propicias para la siembra, debido a las recientes precipitaciones que favorecerían el cultivo de trigo. Sin embargo, esta perspectiva positiva se ve empañada por el impacto potencial del fenómeno climático "La Niña", que se espera que llegue a mediados del año, generando dudas en la región núcleo del sector agrícola.
Esta combinación de un clima inicialmente favorable para la siembra con una rentabilidad económica desalentadora configura un panorama complejo para los productores, quienes deben decidir si avanzar con la siembra de fina o esperar a la gruesa.
Fuente: Bolsa de Cereales de Buenos Aires