¿Cuál podría ser el objetivo de la "sobreactuación" fiscal que el gobierno desea aplicar en 2024? Muy probablemente tenga que ver con estas dos razones:
- Tras varias décadas de alto déficit fiscal e inflación, y estancamiento económico, los mercados y la sociedad requieren una señal muy fuerte respecto a que esta vez la política económica será diferente, para anclar expectativas inflacionarias y preparar el terreno para nuevas inversiones;
- Argentina no tiene acceso a los mercados internacionales de crédito, y en un futuro próximo se requerirá financiamiento para la inversión y para lograr rollover de la deuda con acreedores externos privados, especialmente desde el año 2025, cuando dichas obligaciones crecen en forma importante.
Pero ya sea que el gobierno nacional apunte a un superávit primario de 1,5% o 3% del PIB (el segundo implica equilibrio financiero) para este año, en cualquier caso, significa un gran esfuerzo de consolidación fiscal entre 2023 y 2024, de 4,4 y 5,9 puntos del PIB, respectivamente. Dada la magnitud del ajuste necesario, no alcanza sólo con recortar el gasto, de modo que se requiere complementar con otras posibilidades:
- Aumentar los recursos, preferentemente con impuestos poco distorsivos, o si es con impuestos muy distorsivos (PAIS), que sean realmente transitorios;
- Lograr que las provincias también ajusten sus erogaciones, de modo que necesiten menos transferencias discrecionales desde el gobierno federal, y así alivien, por esta vía, el gasto nacional;
¿Qué podría ayudar a que las provincias efectivamente ajusten sus erogaciones en 2024, en la medida de lo necesario?:
- Se trata de un año par, no se vota, puede haber esfuerzos en 2024 si las provincias intuyen que la economía y la situación fiscal pueden mejorar en 2025, cuando habrá elecciones de medio término;
- Gobernadores pueden justificar el ajuste en 2024 como inducido por el gobierno federal, y así licuar en alguna medida sus responsabilidades;
- Si los gobernadores prevén que un fuerte ajuste conjunto nación – provincias en 2024 puede viabilizar el acceso a financiamiento internacional desde 2025, podrían sumarse a la consolidación fiscal actual, y así contar con más recursos financieros para obras desde 2025;
Para viabilizar tal consolidación fiscal, entre todos los niveles de gobierno, desde el poder central se debe plantear un claro mensaje de que el problema crónico de la inflación se ha generado por el también crónico problema del déficit fiscal, y que éste responde a una excesiva expansión del gasto público en las últimas décadas, en que ambos niveles de gobierno son responsables por dicha suba del gasto, y por ende ahora deben aportar proporcionalmente a la solución.
A nivel nacional, con mayores ingresos y reducción en las erogaciones, para alcanzar el equilibrio financiero en 2024 se necesitaría un recorte del gasto de 3,43% del PIB en el escenario 2, y del 2,33% en el 1. Dicha poda total en las erogaciones primarias resultaría de entre 12,5% y 18,4% del gasto primario observado en 2023, en los escenarios 1 y 2, respectivamente.
En el conjunto de provincias, se tendría un déficit primario de 1,16% del PIB en el escenario 2, y de 0,76% en el 1, por lo que para llegar a un superávit primario de 0,5% del PIB en 2024, se requeriría un recorte de erogaciones primarias por 1,66% del PIB en el escenario 2 o del 1,26% en el escenario 1, equivalente a una poda del 12,5% y 9,5% sobre las erogaciones primarias estimadas para provincias en el año 2023.
Desde el punto de vista de la viabilidad política y social, claramente es más factible lograr el escenario fiscal 1 en 2024 (superávit primario nacional de 1,5% del PIB y provincial de 0,5% del PIB), que el más exigente escenario 2 (superávit primario nacional de 3% del PIB en 2024). La duda sería si con el escenario 1 alcanzaría para que en 2025 el sector público nacional y provincial puedan volver a los mercados internacionales de crédito.
Por Marcelo Capello y y Nicolás Cámpoli
¿No hay plata para hacer turismo?
La aceleración inflacionaria, con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo que conlleva, sumado a la fuerte incertidumbre sobre el futuro de la economía que dominó los últimos meses de 2023 y los primeros del 2024 se anotan para explicar la (hasta ahora) peor performance del turismo de verano en los últimos 8 años -exceptuando el primer verano en pandemia-
Considerando la cantidad de turistas durante diciembre y enero, se registró una merma interanual de 13%. El mes de febrero puede ayudar a mejorar el registro.
El turismo internacional se sostiene y gana participación respecto del turismo interno. En ese sentido, la generación de divisas por turismo receptivo habría alcanzado en 2023 un nivel cercano a los US$ 5.500 millones y se ubica entre los máximos de la última década (estimación preliminar por falta de datos oficiales consolidados). El turismo emisivo, que creció menos que el turismo receptivo, no fue explosivo y eso contribuye a generar un saldo de divisas acotado, algo que colabora con el equilibrio macroeconómico.
El sector turístico venía teniendo un desempeño destacado como generador de puestos de trabajo formales, y se ubicaba 9% por encima del nivel pre-pandemia hasta el mes de octubre. Además, se ubicó entre los primeros generadores de empleo de la economía durante 2023, con un impacto regional muy marcado en provincias y localidades turísticas. El magro desempeño actual de la actividad podría impactar en una desaceleración de la creación de empleo, dependiendo de la evolución del turismo a corto y las expectativas de mediano plazo.
Por Marcos Cohen Arazi y Bautista Martina Baldi
Fuente: IERAL