Los ojos claros le brillan al propietario de Bodega Di Candi, cada vez que recuerda a sus abuelos: “ellos me enseñaron y me transmitieron el amor a la tierra, al cultivo, a las tradiciones que habían traído de Italia pero por sobre todo el amor a la viña, al cultivo de la uva y la vinificación de esos frutos.
La ruta del vino en la provincia de Córdoba incluye una serie de establecimientos vitivinícolas imperdibles en Colonia Caroya, en pleno corredor de las Sierras Chicas. Una de las pioneras en la zona es la Bodega Di Candi. Nacida en 1935 como “El Peral”, elaboró vinos hasta 1960 de la mano de una familia Panontini, una de las sesenta familias que llegaron en barco a América en 1878 atraídos por la Ley Avellaneda, que les prometía tierras fértiles para amar una nueva vida.
Gerardo Panontini mira al horizonte de sus dos hectáreas de vid y se emociona al pensar en esos extranjeros (el es cuarta generación), que a fuerza de fabricar sus propios ladrillos, hacer espacio en el monte con machetes y plantar sus semillas y retoños de vid, lograron construir su propia casa (estuvo terminada en 1939).
“La bodega se inscribió en el 35 pero se elaboraba vino para la familia desde la primera cosecha”, cuenta Gerardo y añade que “por entonces, se elaboraba bajo las normas que regían la actividad y lo hicieron hasta 1960, la Casona y las tierras las heredó mi padre pero no siguió con la bodega comercial, yo la recibí y en 1997, las tierras contaban con una hectárea de viñedo aún, la cual mi padre había cuidado y protegido. De sus frutos, sólo hacía vino para el consumo familiar".
"Yo sigo cuidando esa hectárea impulsado por la pasión de mis antepasados, no fue hasta 2005 cuando tomé la decisión de dedicarme de lleno a esto. Empezamos con la idea del establecimiento Di Candi, donde realizamos la reconversión vitivinícola y se empezó a restaurar la bodega, en el 2010 ya teníamos dos hectáreas de vides implantadas y el espacio de producción y maduración del vino restaurado, pudimos ponerla en condiciones”, rememora.
El presente de la Bodega
“La realidad es que amo, me apasiona, me da mucha alegría contarle a quienes nos visitan, quiénes somos y de donde venimos, llegan turistas de todo el país y el mundo, hacemos recorridos desde grupos familiares, contingentes y estudiantes”, referencia Panontini.
“La bodega nos llevó unos diez años ponerla a punto aunque siempre agregamos algo más, en los últimos 3 años hemos recuperado la casa de casi 150 años, la convertimos en un alojamiento de campo, con los techos en alfajía originales, detalles históricos y reminiscencias del pasado. El hospedaje, tiene capacidad para unas quince personas, una cocina común con todas las comodidades, un comedor en la antigua galería de la casa chorizo”, explica este productor.
"Colonia Caroya es esto, es tranquilidad, es una zona rural-urbana, estas cerca de un centro y tenes una gran oportunidad de conocer sobre las raíces gringas, interactuar conmigo en el viñedo, o quedarte tranquilo en la pileta".
Estas últimas incorporaciones serán presentadas en una “vendimia abierta” pensada para el 25 de febrero próximo. Allí esperan recibir a turistas y vecinos para recordar los tiempos en los que sus ancestros juntaban la uva de cada familia y luego se reunían a celebrar.
Gerardo Panontini acompañado de su madre, esposa e hija.
Vendimia de puertas abiertas
Se invita a los interesados a asistir (con cupos limitados) el 25 de febrero desde las 16:00 hs, con derecho de ingreso de $ 5.000. Este ticket te permite ingresar al predio disfrutar de todas su comodidades, cosechar la uva que para entonces estará lista para ser cortada, luego podrán participar de la tradicional pisada (antigua técnica de vinificación) y se podrá degustar el vino de las cosechas pasadas.
Fuente: infonegocios.info