El domingo pasado, en un informe en Hablemos de Agro en Canal 10, se hacía mención al alto potencial de los cultivos de invierno, especialmente los trigos y las cebadas, de cara a la recta final del desarrollo productivo.

Así mismo, se señalaba que la necesidad de agua en distintas partes del territorio para concretar la aspiración de estos rindes era cada vez más imperiosa. Pero finalmente, llegaron las buenas noticias.

En líneas generales, se puede decir que en buena parte de las zonas agrícolas del territorio llegaron las precipitaciones, si bien en algunas partes, sobre todo del sur del país, fueron todavía escasas.

Esto mejora de forma sustancial el desarrollo de los cultivos de invierno, así como la humedad en el suelo para ingresar con la siembra de cultivos de verano, sobre todo la soja de primera, para luego avanzar con los cultivos de segunda, sea en la oleaginosa como en el maíz.

INVIERNO

Para la presente zafra, la superficie de cultivos de invierno descendió frente al año pasado.
Esto tuvo como argumento principal la brusca caída de la colza, la cual se vaticinaba pero quizás sorprendió por su magnitud. La baja en el precio, las complicaciones climáticas del primer tercio del año y la recomendación de no repetir colza donde ya hubo la zafra pasada, terminaron de formular este escenario. Además, algunos problemas climáticos en la siembra generó una caída mayor aún, con chacras que se reconvirtieron a cebada o trigo y las que quedaron, bajaron sustancialmente su potencial de rendimiento.

Esto entregó un panorama adecuado para que el trigo, cultivo tradicional de nuestro país, vuelva a posicionarse como el principal en superficie.

La cebada por su parte, tanto maltera como forrajera, se ubica en el segundo lugar, por encima de la canola y algo debajo del tradicional trigo.

La buena noticia frente a este panorama, es que el desarrollo del ciclo de cultivo de los trigos y las cebadas viene entregando excelentes potenciales de rendimiento, incluso con perspectivas de que puedan ser históricos. Pero para ello, se necesitaban lluvias en este momento, donde ya pasó la época complicada del fusarium y previo a la época de cosecha, donde pueden haber otro tipo de problemas, por ejemplo, los de calidad.

Afortunadamente, en las zonas litoral, litoral sur, centro y este, las precipitaciones beneficiaron el desarrollo de las chacras. Fue en zonas del sur donde el agua no fue del todo suficiente, si bien en algo colaboró.

De continuar así y encaminándose a las cosechas, con algunas de colza que ya empezaron, se puede tener una zafra de invierno muy buena que permita revertir el ánimo después de un verano difícil.

VERANO

Estas lluvias a su vez, permiten generar condiciones de humedad en el suelo adecuadas para la siembra de soja, que está “en las gateras”.

Los maíces de primera ya están implantados y creciendo, pero los pronósticos de año Niño favorecen el ánimo para la oleaginosa y también para el propio maíz, comentándose que de darse las condiciones climáticas apropiadas de aquí al final de la ventana de siembra de segunda casi a fin de año, puede establecer un área récord a nivel país.

Por su parte para la soja, se podría pensar un crecimiento que ronde el 10%. En el este, algunas chacras que no se pudieron sembrar de arroz por falta de agua pueden pasarse a soja. En otras zonas del país también, la superficie de maíz de primera va a crecer adjudicando a su vez como tercer factor, el panorama de incertidumbre del precio del ganado que podría tender a pasar algunos verdeos de verano a una agricultura que goza de perspectivas promisorias.