Las inconsistencias de la pauta cambiaria afloran desde todas las dimensiones, ya que tienden a: - profundizar el déficit de la balanza comercial, con un rojo que este año podría alcanzar los 5,0 mil millones de dólares; -auguran la continuidad de la pérdida de reservas externas que, tras el próximo pago al FMI, irían a un rojo del orden de los 10 mil millones de dólares, contabilizadas en términos netos; -va a contramano de lo que marcan los mercados de futuros, dónde se pactan contratos a un valor de 1.120 pesos por dólar para fin de febrero; -profundizan la divergencia con las variables monetarias, con pasivos del Banco Central que desde el 14 de agosto aumentan a un ritmo de 8,8% mensual, medidos al tipo de cambio oficial, y -también constituyen un factor alcista para el precio del dólar en los mercados libres (CCL, MEP, blue) Focalizando el análisis en el último punto, se tiene que el esquema de la tablita, de mantenerse de acuerdo al anuncio oficial, podría empujar la brecha cambiaria por encima del 200 %, guarismo que, obviamente, también depende del resultado de los comicios de este fin de semana y de las propuestas económicas que se presuma habrán de comenzar a materializarse desde el 10 de diciembre.

El precio de los dólares libres depende de la oferta y demanda en ese mercado, siendo que la demanda tiende a canalizar el exceso de pesos de la economía. Dada la incertidumbre reinante, la oferta de dólares libres por parte de los agentes privados no alcanza para equilibrar el mercado. Así, la reacción del gobierno ha sido la de usar dólares de las reservas para tratar de compensar esa dinámica, con el diagnóstico de que la brecha cambiaria influye sobre las expectativas de inflación y devaluación. Para los últimos siete meses, entre abril y octubre, se estima que las intervenciones vendedoras del Central en el mercado libre (“dólar MEP”) han acumulado nada menos que 4,0 mil millones de dólares, a un ritmo promedio del orden de los 570 millones/mes, que en realidad se ha intensificado desde principios de agosto. Esa masa de recursos ha recortado el monto de divisas disponibles para importaciones y ha empujado al alza el endeudamiento con China y con proveedores del exterior. Aun así, no ha impedido que la brecha cambiaria pasara de 104% a 183% entre abril y octubre de este año.

Hay una “vuelta de tuerca” adicional en esta dinámica, que tiene que ver con la decisión del gobierno de comenzar a habilitar a un universo cada vez más amplio de exportadores la posibilidad de liquidar el 25 % de sus ventas al exterior a través del mercado libre de cambios. Este esquema se inauguró a principios de setiembre, en una nueva ventana de “dólar soja”, luego de haberse congelado el tipo de cambio oficial en 350 pesos por dólar desde el 14 de agosto.

En esa primera experiencia, los productos comprendidos en la norma pasaron a ser exportados a un tipo de cambio “mezcla” de 453 pesos por dólar, ya que ¾ de la operación se canalizaba por el mercado oficial y ¼ por el libre, que en ese momento se ubicaba en 761 pesos por dólar. Esta forma implícita de reconocer que el tipo de cambio de 350 pesos ya había dejado de incentivar las operaciones de exportación abrió la compuerta para que, de allí en adelante, se incorporaran nuevos sectores y se renovaran los plazos de vigencia del mecanismo. De hecho, el último producto en ser incorporado al listado de beneficiarios es el litio, pero todo indica que esta dinámica se habrá de intensificar y generalizar en la medida en que se insista en mantener congelado el tipo de cambio oficial.

La liquidación de exportaciones a través de una mezcla de dólar libre y dólar oficial busca; primero, que haya incentivos para vender al exterior; segundo, alimentar la oferta de divisas (en este caso, desde el sector privado) en los mercados libres para evitar que la brecha cambiaria se amplíe todavía más.

El problema está en que, para que los incentivos a exportar no se debiliten, se necesita que el precio del dólar libre compense la pérdida de competitividad que se origina en el tipo de cambio oficial, congelado desde el 14 de agosto, cuando los costos internos se encarecen a no menos del 12,5 % mensual. Vale decir, con este esquema se logra alimentar la oferta de divisas en el mercado libre por parte del sector privado, pero esto no ocurrirá a cualquier precio. ¿Hay un “dólar de equilibrio” para estas operaciones? En un contexto de gran incertidumbre, no hay regla que pueda funcionar. Pero sí puede construirse una guía, partiendo del “dólar mezcla” contabilizado el 5 de setiembre, que fue de 453 pesos, como se consignó más arriba. Esta semana, los sectores alcanzados por la norma de la “mezcla” de tipos de cambio pudieron liquidar exportaciones a un dólar de 510 pesos, que surge de ¾ partes operadas a 350 pesos y ¼ parte al CCL de 992 pesos. Esos 510 pesos significan un incremento en términos nominales de 12,7 % respecto del “dólar mezcla” del 5 de setiembre, por lo que incluso bajo esta medición se habría acumulado cierto “retraso cambiario” en relación a la inflación transcurrida en el período. En la medida en que se mantenga congelado el tipo de cambio oficial, los incentivos a exportar habrán de depender cada vez más del nivel del dólar en el mercado libre, en la medida en que éste se use para liquidar ¼ de las operaciones. Es muy difícil esperar que las exportaciones fluyan si el tipo de cambio “mezcla” no avanza en paralelo con la inflación y, por ende, la variable de ajuste será el dólar libre. Cabe subrayar que el valor del CCL y análogos no depende sólo de la oferta de los exportadores a través de este mercado, más en la presente transición electoral, dado los escenarios tan disímiles que pueden surgir. Por lo que el ejercicio a continuación está alimentado por una sola vertiente, la del comercio exterior y los incentivos a exportar en un contexto de alta inflación.

Así, sin pretender realizar algún tipo de pronóstico, se asume para el tipo de cambio “mezcla” una dinámica que respeta la trayectoria acumulativa de la inflación local e internacional. Así, esta variable, si fuera consistente con los costos internos, tendría que ubicarse en torno a 627 pesos para la primera semana de diciembre, un 38,4 % por encima del guarismo nominal de principios de setiembre. El tema es que el gobierno ha anunciado que pretende que, en el mercado oficial, el tipo de cambio sea de 357 pesos, aproximadamente, para ese momento (el 15 de noviembre arrancaría el ajuste al ritmo del 3,0 % mensual). Por ende, para llegar a un dólar mezcla de 627 pesos se “necesitaría” que el CCL se ubique en 1435 pesos por dólar hacia principios de diciembre. No escapa al lector que ese guarismo estaría implicando una brecha cambiaria de 300 %.

Así, este ejercicio no es más que una “demostración por el absurdo” para concluir   resultados del domingo 22, lo que se espere como política económica para el 10 de diciembre habrá de tener tremenda influencia sobre las variables analizadas y las expectativas. Sin embargo, para recrear las expectativas será necesario comenzar a desatar los nudos gordianos de la transición, uno de los cuales es la tablita cambiaria en vigencia.

Por Jorge Vasconcelos
Fuente: IERAL