La soja es la principal oleaginosa cultivada del país. Según datos de la Bolsa de Comercio de Rosario, el área sembrada de soja en el ciclo agrícola 2022/2023 en la Argentina fue de 16 millones de hectáreas. Por su excelente composición de grano, tanto en contenido como en calidad de proteína y aceite, se la utiliza en alimentación humana, animal y en la industria.
Desde hace más de 40 años, la Estación Experimental Agropecuaria Paraná del INTA trabaja en el mejoramiento genético de la soja, con el objetivo de desarrollar cultivares con características superadoras, tanto en rendimiento como en resistencia a enfermedades, contenido de proteína, aceite en grano, adaptabilidad a diferentes lugares y ambientes de producción, entre otros. En el año 2020, un equipo de investigación obtuvo INTA Paraná 6000, un cultivar que se destaca por su buen comportamiento a campo y resistencia a enfermedades.
Ignacio Vicentin -especialista en mejoramiento genético de soja de la EEA Paraná del INTA- señaló que “el trabajo en mejoramiento genético supone adelantarse a las demandas de los consumidores. Desarrollar un cultivar requiere un proceso que puede llevar entre 7 a 9 años, dependiendo las técnicas utilizadas”, puntualizó.
En este cultivar desarrollado por el INTA, se buscó mejorar la calidad del grano y aumentar el contenido de proteína. “Luego de años de evaluación y selección a campo como de estudios de laboratorio, se logró desarrollar INTA Paraná 6000, una soja que posee flor color blanca y el hilo de su semilla es castaño claro, resistente a herbicidas como glifosato y a enfermedades como cancro del tallo (Diaporthe aspalathi), a las razas 1, 3, 4 y 17 de Phytophthora sojae que causan la podredumbre de la raíz y de la base del tallo estudiada en ensayos de invernáculo y laboratorio; y a campo, presentó resistencia a roya asiática (Phakopsora pachyrhizi) y mancha ojo de rana causada por Cercospora sojina”, indicó Vicentin.
En la zona sojera de Entre Ríos, este cultivar alcanzó, en promedio de los tres ciclos agrícolas previos al 2022/23, 40 quintales por hectárea con granos de un 40 % de proteína de base seca. Del último ciclo agrícola, aún no se cuentan con datos de rendimiento de las distintas zonas de producción, pero se estima que fueron afectados por la sequía imperante en nuestro país.