La Confederación que presido está integrada por más de 350 cooperativas, y 9 Federaciones asociadas y otras tantas adherentes, entre las que se cuenta mi base, la Federación que represento, la Asociación de Cooperativas Argentinas (ACA), con una vasta actividad y participación económica en la zona pampeana, básicamente en granos, carne y leche. En CONINAGRO también contamos con un conjunto a Federaciones vinculadas a las Economías Regionales, con presencia a lo largo y ancho del país, lo que fortalece la gestión gremial de la Confederación, por su territorialidad, así como por su diversificación productiva y económica. El cooperativismo y el mutualismo construyen comunidad, datos más recientes reflejan que el 12% de la población mundial forma parte de la economía social, es decir, está asociada a una entidad cooperativa o mutual, que éstas, a su vez, generan trabajo registrado para 280 millones de personas a nivel mundial. Valoremos que, asimismo, entre las 300 cooperativas y mutuales más grandes del mundo, hay 3 que son argentinas y representan en Argentina un 15% del PBI.
Los productores se integran en cooperativas, y éstas se nuclean en Federaciones, que tienen el fin de garantizarle a sus productores asociados la comercialización de su producción, un precio justo, acceso a la información, la tecnología, los insumos y su financiamiento. Y en un paso más de integración y asociativismo, el procesamiento y agregado de valor de los productos. Ejemplo de esto y del poder del círculo virtuoso asociativo son las cooperativas que cuentan con productores que aportan alimentos que son comercializados en sus propios centros de consumo, bregando por un precio justo al socio y al consumidor.
Actualmente a esto se suma una importante inversión en el uso de energías limpias, los biocombustibles, la recuperación de plásticos, y la utilización de residuos, dando lugar a una promisoria economía circular, todas ellas aportantes al cuidado del medio ambiente.
Sobre el modelo de trabajo y gestión que heredamos y adoptamos, un gran valor de las cooperativas es que son gestionadas por sus propios asociados, que rinden cuentas todos los años. Nuestras cooperativas, esas que fomentamos y promovemos por su esencia democrática, son empresas gestionadas por los propios asociados, y que rinden cuenta anualmente, siendo los consejeros garantes patrimoniales de las mismas. Cimentadas en principios de consenso y en una marcada impronta de diálogo, las cooperativas pregonan la participación, tanto que si un socio de una cooperativas tiene inquietudes o plantea disparidad en algún tema, puede manifestarlo en la Asamblea anual e incluso postularse como Consejero para ser protagonista teniendo voz y voto en las decisiones del Consejo.
Es así que en ésta organización, se compatibiliza la empresa privada a través de las actividades de sus productores asociados, como las empresas de la Economía social, o sea las cooperativas y federaciones. No le tengamos miedo a la palabra empresa, las cooperativas, por caso, son empresas sociales. Es decir que las cooperativas socializan el capital y quienes entendemos e incorporamos esos valores, no solo considerando al cooperativismo como modelo inclusivo de trabajo, sino también adoptarlo conceptualmente como forma de vida, es allí cuando asumimos que las soluciones no son individuales sino que son colectivas. Este modelo cooperativista enfrenta desafíos de una sociedad donde ha progresado el individualismo y el consumismo descarnado, en gran parte promovido por el interés por el rédito económico de un capitalismo desmedido que debe ser regulado por las políticas públicas. Y también quienes estamos dentro del cooperativismo, somos conscientes de que es un sector que enfrenta oportunidades, dado por el incremento de la población, el desarrollo económico del mundo, y los cambios en los hábitos del consumidor, y es el desafío de producir alimentos saludables, con inocuidad y trazabilidad, y con sustentabilidad que abarque tres ejes; social, económica y ambiental.
En nuestro país contamos con más de 25 mil entidades de la economía social, entre cooperativas y mutuales, que expresan más del 15% del PBI nacional, nucleando a 27 millones de argentinas y argentinos.
Las cooperativas y mutuales están en condiciones de atender estos desafíos y oportunidades, básicamente por sus particularidades organizativas y por estar fundamentadas en principios y valores que trascienden el mero interés por una renta y se expresan en colaboración comunitaria. Cómo no ponderar al cooperativismo, quienes vivimos y trabajamos en el campo argentino, cuando tenemos a mano el caso, por ejemplo, de las cooperativas de servicios públicos que abastecen el 70% de la electrificación rural. No cabe duda y es claro principalmente para los pueblos del interior, que el cooperativismo y el mutualismo aportan al desarrollo local, motorizan la economía local con principios solidarios y comunitarios, creando sentido de pertenencia y rubricando el compromiso con el cuidado del medio ambiente.
Somos Coninagro, entidad del campo argentino que representa a más de 150 mil productores agropecuarios integrados en más de 350 cooperativas, y junto a otras confederaciones e instituciones que integran a entidades cooperativas y mutuales es que nos congregamos en este FORO del COOPERATIVISMO Y MUTUALISMO, VALOR ARGENTINO, puntapié inicial que representa un paso más en la integración y la reivindicación de nuestro vínculo identitario, el asociativismo, donde la comunión de las cooperativas de producción agroalimentaria junto a la de otros rubros como las de consumo, servicios y crédito, y a las mutuales, alcanzaremos como sector ser eficientes para incrementar beneficios para nuestros asociados y el conjunto de la sociedad.
*El autor es Ingeniero Agrónomo, Productor Agrícola-Ganadero en Rauch (Provincia Buenos Aires) y actual Presidente de CONINAGRO. El autor fue Concejal y Secretario de Gobierno en Rauch, conformó el Consejo Directivo del INTA y actualmente es Miembro CREA del Grupo Arroyo Langueyú
Por Elbio Laucirica
Fuente: Coninagro