Me genera serias dudas sobre la relevancia de que Argentina haya sido invitada formalmente a integrar el BRICS. El bloque intergubernamental no está en su mejor momento, con varios de sus miembros con agendas contrapuestas e incluso conflictos limítrofes encendidos, como es el caso de China e India.
Desde el punto de vista económico, el BRICS tampoco significa ventajas inmediatas. No hay ningún compromiso formal de apertura de los mercados ni libre comercio. Tampoco de inversiones. Esas cuestiones, de pretenderse, deberán negociarse bilateralmente entre los países y requieren en varios casos de aprobación parlamentaria.
La invitación tampoco significa que seamos parte del Banco de los BRICS; es decir, tampoco nos habilita crédito a tasas preferenciales. Habrá que ver si Argentina luego avanza en esta dirección, lo que exige compromisos formales y, probablemente, algún aporte de capital al banco.
Finalmente, en términos de posicionamiento internacional, es una señal en el mal sentido. Argentina ingresa a los BRICS de la mano de países a los que no se parece ni pretende parecerse: Irán, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía y Emiratos Árabes. Los valores políticos no coinciden; más allá de los buenos o malos negocios que puedan hacer con las empresas de estos países. Además, acercarse a este grupo de países no parece ser acertado en medio de una coyuntura donde el país se encuentra dependiendo del programa financiero con el FMI, institución guiada por los países occidentales.
Por Eugenio Marí, Economista Jefe de la Fundación Libertad y Progreso