En el actual contexto de aumento de hambre y pobreza en América Latina y el Caribe, es cada vez más necesario un cambio de paradigma para hacer frente a los desafíos que enfrentamos como región.
Desde la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura tenemos la convicción que la acción colectiva representa una oportunidad para crear alternativas y avanzar en modelos de desarrollo más innovadores, inclusivos, sustentables y sostenibles para hacerse cargo del actual escenario.
Un buen ejemplo de acción colectiva son las cooperativas, las que a través de diferentes sectores fomentan la participación económica, luchan contra la degradación ambiental y el cambio climático, generan buenos empleos, contribuyen a la seguridad alimentaria, mantienen el capital financiero dentro de las comunidades locales. Además, han demostrado ser más resistentes a las crisis.
En América Latina y el Caribe existen más de 105 mil cooperativas pertenecientes a distintos rubros. Un 26% corresponden a cooperativas del sector agropecuarios y/o rurales, las que representan a más de 28 mil organizaciones de productores.
En abril de este año, desde FAO acompañamos con entusiasmo la adopción por parte de la Asamblea General de Naciones Unidas de la primera resolución destinada a promover la Economía Social y Solidaria (ESS) para el Desarrollo Sostenible, que busca promover la cooperación voluntaria y la ayuda mutua, la gobernanza democrática y participativa, y la autonomía e independencia.
En su contenido, la resolución estableció un claro reconocimiento a las cooperativas, como empresas de la economía social y solidaria, y evocó iniciativas que reconocen su aporte en el desarrollo de los pueblos indígenas y las comunidades locales, cuya inclusión ha contribuido a la erradicación de la pobreza y el hambre. A su vez, reconoció el papel que han desempeñado como catalizadoras de la transformación social, reforzando las capacidades productivas de las personas en forma de cooperativas y asociaciones.
Este hito va en línea con los esfuerzos desplegados para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y permite a una gama más amplia de empresas, desde las multinacionales a las microempresas, participar directa y activamente en la concreción de dichos objetivos. Una resolución que también es muy oportuna ante una coyuntura agobiada por sucesivas crisis globales como la pandemia, el cambio climático y las recientes tensiones y conflictos geopolíticos.
Bajo esta resolución, Naciones Unidas anima a sus Estados miembros a promover estrategias, políticas y programas que refuercen la ESS bajo marcos jurídicos idóneos. A su vez, recomienda a las entidades del sistema considerar estas formas de organización en sus instrumentos de planificación y programación, a fin de prestar apoyo a los Estados para formular y aplicar medidas coherentes. De igual forma, conmina a las instituciones financieras multilaterales, internacionales y regionales, y a los bancos de desarrollo a diseñar instrumentos y mecanismos financieros adecuados a estas estrategias.
Para FAO, esta resolución es un estímulo a las diversas empresas de ESS y en particular, a las cooperativas agroalimentarias de la región. Pues, contribuye a realzar sus ventajas y el rol que desempeñan actualmente en los sistemas agroalimentarios desde la producción, la logística, la distribución y el consumo. Además, potencia la agenda que hemos estado desarrollando en los últimos años para promover la cultura e institucionalidad cooperativa, en temas como el fortalecimiento de capacidades y respaldo a cooperativas de mujeres y jóvenes. Iniciativas que se suman a proyectos de innovación y transformación digital para cooperativas y asociaciones.