Tras una campaña histórica por la problemática de la sequía que complicó la cosecha gruesa, se espera que la nueva campaña 2023-24 revierta la situación. De acuerdo a los especialistas, se prevé que pueda pasar a ser un año neutral o niño, lo que daría una mejora en los regímenes de lluvias en gran parte de la región productiva pampeana.

Si bien las lluvias llegaron tarde para la campaña gruesa, desde marzo los perfiles están recargándose a medida que va avanzando la cosecha de granos gruesos, aunque en algunas zonas falta mayor caudal de lluvias para afianzar la intención de siembra fina. De acuerdo a las estimaciones de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, el área de trigo podría alcanzar 6,7 millones de hectáreas.

En este contexto, los productores tienen una buena oportunidad para recuperar parte de lo perdido con la próxima campaña de fina. Por eso, es clave mantener a raya las enfermedades para no dejar kilos en el lote. “La primera recomendación que hacemos es conocer la semilla a sembrar. Este va a ser un año que no abunde la cantidad de semillas, se va a sembrar todo lo que haya. Por eso, es muy importante saber no solamente el poder germinativo y el vigor de esa semilla, sino también cuál es la carga de patógenos ya que va a ser el puntapié inicial de nuestro cultivo”, comenta Emiliano Fernández, Coordinador de Servicio Técnico de FMC.

Entre las enfermedades más importantes a tener en cuenta, el Ingeniero Agrónomo enumera al complejo de manchas, como es la mancha amarilla, una enfermedad de difícil control en trigo, y mancha en red en cebada. “Si el productor hizo bien la rotación de cultivos y la presencia de rastrojos de años anteriores es baja, la principal fuente de ingreso al lote de este tipo de patógenos es por la semilla. Por eso es importante el uso de productos de alta tecnología”, indica.

También fusarium es otra de las enfermedades con alta frecuencia de aparición en semillas. La protección contra carbones es clave, sobre todo en cebada, donde en los últimos años fueron un problema a considerar. Otra enfermedad que complica es Rhizoctonia, se confunde normalmente con una dificultad de suelo, pero que en muchos casos es este patógeno que afecta la implantación y el stand de plantas. En esta línea, FMC incorpora dos nuevos nuevos curasemillas completando su paleta de productos fitosanitarios para la protección del cultivo.

Extalion Gold es un producto compuesto por tres moléculas, siendo una de ellas una carboxamida, que es una de las moléculas más tecnológicas y fue diseñada y desarrollada específicamente para el tratamiento de semillas.

El otro producto es Extalion Integral, que tiene la potencia fungicida de alta performance y adiciona la posibilidad de protección contra insectos, principalmente de gusanos blancos y pulgones, durante los estadios iniciales del cultivo.

“El gusano blanco es una plaga muy compleja de controlar donde en la semilla es una de las pocas opciones que tiene el productor para su control. Está muy asociada esta plaga a la zona donde la rotación con gramíneas aumenta”, agrega el Ing. Fernández, para tener en cuenta. Dependiendo de las cargas patogénicas, los potenciales del cultivo y del ambiente, la respuesta de estas tecnologías rondan entre 200 y 300 kilos, con picos de 700 a 800 kilos en zonas/semillas con mayor presión de Inóculo y condiciones predisponentes para el desarrollo de enfermedades. Y el costo estimado puede variar entre 25 y 40 kg de trigo según el tipo de protección solo fungicida o fungicida más insecticida respectivamente.
El uso de productos para tratamiento de semillas de alta tecnología permite tener una protección diferencial, asegurando el vigor inicial y el stand de plantas del cultivo.