El 85 % de la leche es agua. Es por esto por lo que las vacas lecheras tienen una menor tolerancia a las restricciones en el consumo de agua que de otros alimentos. Frente a un contexto climático complejo, con déficit hídrico y elevadas temperaturas, los especialistas del INTA Rafaela, Santa Fe, brindan una serie de pautas de manejo para reducir el estrés calórico en los tambos.
De acuerdo con Miguel Taverna, investigador del grupo Agroindustria y Calidad de Leche del INTA Rafaela, Santa Fe, “el agua cumple un rol esencial en múltiples funciones fisiológicas del ganado”, por lo que destacó la importancia de “proporcionar agua de calidad en cantidades suficientes y en lugares estratégicos, que permitan un fácil, rápido y cómodo acceso a los animales”.
En esta línea, señaló: “En períodos cálidos, donde los requerimientos son aún mayores, el correcto abastecimiento resulta crítico porque una restricción del consumo tiene efectos inmediatos con una consecuente caída de más del 25 % de la producción. Si esta situación se sostiene en el tiempo, la reducción será más marcada, comprometiendo, además, la salud animal”.
Para reducir el estrés calórico, desde el INTA brindan una serie de pautas básicas para lograr un correcto suministro de agua de bebida. En referencia a la estimación de los requerimientos de agua, los especialistas recomiendan hacer un cálculo utilizando la ecuación de predicción que tiene en cuenta la producción de leche y la temperatura ambiente.
Con 20°C de temperatura ambiente una vaca seca demandará 61 litros y una vaca que produce 30 litros de leche por día requerirá 102 litros de agua. Cuando la temperatura asciende a 30°C, la vaca seca necesitará unos 73 litros de agua y una vaca que produce 30 litros de leche por día requerirá 128 litros de agua.
Otro aspecto importante es que la mayoría de las investigaciones indican que los máximos consumos se registran con temperaturas del agua comprendidas entre 15 y 17ºC, un aspecto importante a considerar para el diseño del suministro a los bebederos.
“Las vacas dedican entre 20-30 minutos por día a beber y pueden realizar, dependiendo del tipo de alimento y de la temperatura, entre 4 y 10 tomas diarias. Beben muy rápido, a razón de 15 a 20 litros de agua/minuto”, explicó Taverna. Por este motivo, los bebederos deben tener una muy rápida recuperación.
A su vez, el especialista detalló que las vacas tienden a consumir entre el 30 y el 40 % de sus requerimientos diarios en inmediaciones de la instalación de ordeño, especialmente a la salida de la sala. Fuera del sector, muestran ciclos de alimentación/consumo de agua (en este orden) durante el resto del día.
Bebederos, al detalle
Entre otros detalles constructivos, desde el INTA recomiendan que la altura de los bebederos varía entre 60-80 centímetros. Además, no debe superar el 60 % de la altura a la cruz del animal y la profundidad se sitúa entre 20-30 centímetros, ya que debemos considerar que las vacas introducen el morro 2-5 centímetros en el agua e inclinan la cabeza unos 60 grados.
En este sentido, recomiendan no aumentar desmedidamente la reserva de agua aumentando la profundidad del bebedero. El agua no se renueva, se calienta, y los riesgos de que se ensucie se incrementan. Es preferible aumentar la reserva aumentando la longitud de los bebederos que su profundidad.
Deben quedar entre 5 y 10 cm entre el nivel máximo de agua en el bebedero y el borde superior para evitar vuelcos y desbordes. Los bebederos deben disponer de un orificio que permita su vaciado completo y posterior limpieza. La superficie alrededor del bebedero debe ser firme (cemento o tierra colorada compactada), con pendientes laterales para evitar encharcamientos. Es necesario considerar el lugar de drenaje de restos de agua en el momento de limpieza.
Señales de alerta para tener en cuenta
Desde el INTA aconsejan estar atentos a las características de los bebederos, al agua que contienen y a la salud de los animales. En este sentido, se debe prestar especial atención a los depósitos de materia orgánica en el fondo o sobre las paredes, así como si se observa que los animales presentan dudas al beber, lo que podría indicar problemas de calidad o corrientes eléctricas parásitas.
Además, es importante ver si hay suciedad con deyecciones, lo que indicaría problemas de diseño o posicionamiento; o bien amontonamiento de vacas en torno al bebedero: rever cálculos de volumen y caudal de recuperación. Otros detales a tener en cuenta son si se registra una reducción del consumo de agua mayor al 20 % y si hay barro alrededor.
En referencia a la calidad de agua, aconsejan realizar un análisis para conocer la concentración salina y el nivel de contaminación bacteriológica. Es necesario tener en cuenta que la calidad es una propiedad variable entre fuentes de abastecimiento y en el tiempo.
Por último, y no por eso menos importante, es prestar atención a la salud de los animales y la aparición de diarreas o abortos, o bien de enfermedades potencialmente asociadas a una mala calidad de agua: salmonelosis, colibacilosis, diarrea en terneros, etc.