La sequía en la Argentina, lamentablemente para los productores, augura una baja en la producción (además de los cultivos de invierno) del maíz.
El primer golpeado, obviamente, es el temprano, cuya siembra puede decirse que ha sido un fracaso. La zona núcleo da fe de ello.
Tampoco son alentadoras las noticias sobre la soja de primera, cuya siembra ha arrancado con retraso. Las labores de implantación tienen una importante demora, en momentos en que cada día de retraso es algo así como ¼ de quintal menos por hectárea.
Estos elementos han comenzado a operar a favor de una mejora de precios internacionales.
El precio de la soja tiene el soporte, además, venido de las tomas de posiciones de los operadores, en un contexto de fortaleza de demanda de la oleaginosa procedente de Brasil.
Y hay otro elemento. Colabora en la presión sobre los precios la suba del volumen de importaciones de soja por parte de China desde EE.UU. Se acaba de dar un hecho puntual: una nueva compra china en el país del norte. Se informó recientemente, en sus partes diarios del USDA, una nueva venta de soja a China, por 110.000 toneladas.
Pero no todo es color de rosa, para los precios internacionales.
El cuadro es favorable para los productores del país vecino. Lamentablemente (para nosotros), el camino de depreciación del real frente al dólar presiona a la baja sobre los precios internacionales de la soja.
Contribuye a la fuerza negativa, la mejora en las condiciones climáticas de Brasil. Los pronósticos hablan de buenas lluvias para esta semana en amplias zonas, donde la siembra ingresa en su etapa final y los cultivos comienzan a desarrollarse con éxito.
Y las posiciones más lejanas para la soja cierran en forma negativa.
Es evidente que la oleada de coronavirus en China afecta seriamente las exportaciones. Y a ello, se une la reducción de los precios del petróleo.
También, como para arruinar el guiso, el Gobierno argentino no ha desmentido los rumores sobre la aplicación nuevamente de otro tipo de cambio dólar-soja.
El mercado internacional toma en cuenta la posibilidad de que, en breve, los productores argentinos se larguen a vender todo lo que puedan.
Como ocurrió en septiembre pasado, lógico es aguardar un mayor volumen de ventas por parte de los productores.
Este tipo de intervencionismos suele ser pan para hoy, hambre para mañana. El problema más grave es que, si se decide intervenir, debe hacérselo sin que nadie lo sepa antes.