Pensar y planificar la huerta año tras año es, quizás, una de las tareas más importantes de todo el proceso, debido a que las decisiones impactan sobre los resultados. Aspectos como rotación y asociación de cultivos, riego y técnicas para la recuperación de los suelos, son indispensables a la hora de optimizar los recursos y para obtener los mejores resultados.
“En esta época del año disminuye bastante el riesgo de heladas, por lo que es importante tener en cuenta qué especies son ideales para sembrar en forma directa, como maíz, melón, perejil, poroto y zapallo; y cuáles son necesarias para comenzar con los almácigos, como el pimiento y la berenjena”, señaló Lorena Tanferna, especialista en huertas del ProHuerta.
Para las especies grandes y resistentes, que requieren de menos cuidados, la extensión del terreno disponible para su cultivo en la huerta no es una limitación, debido a la existencia del modelo de producción llamado “La Chacra”, utilizado para recuperar suelos y preparar el espacio para la próxima temporada.
En esa línea, Tanferna explicó que “se trata de una técnica utilizada desde los pueblos originarios de América, que consiste en asociar los cultivos, teniendo en cuenta cómo es el desarrollo de las futuras plantas para que se complementen unas con otras”. Y agregó: “El manejo tiene dos momentos de siembras, una que podemos iniciar en primavera/verano y la otra en otoño/invierno”.
Para los cultivos de primavera, la especialista indicó que “se debe asociar el maíz, que será de soporte para el poroto, y a los pies del maíz –dejando una distancia de 45 centímetros– se planta en forma directa zapallo”.
En cuanto al resto de los cultivos, Tanferna expresó que es muy importante tener en cuenta los modos de asociación, debido a que se debe poner una hortaliza de fruto –tomate, berenjena o pimiento– con una hoja –lechuga, acelga, rúcula o achicoria– con una raíz –remolacha o hinojo–.
“Cada uno de estos cultivos extrae nutrientes de diferentes estratos del suelo. De esta manera, los frutos sacaran nutrientes de una profundidad de 40 centímetros, las hojas en los primeros 25 centímetros y las raíces entre los 25 a 40 centímetros. De este modo aseguramos que el suelo de la huerta este siempre en equilibrio nutricional”, puntualizó la especialista del ProHuerta.
En este sentido, Tanferna habló sobre la importancia de pensar y planificar la huerta para no repetir los cultivos de una temporada a la otra y sostener la producción y vitalidad del suelo, acción que se conoce como rotación.
A la par de esos pasos, la especialista explicó que “lo recomendable es producir abono propio durante todo el año, implementando las composteras como hábito para generar menos residuos, reutilizar la materia orgánica y colaborar en el fortalecimiento del suelo.”
También, es importante tener en cuenta el cuidado de los almácigos – recipientes acondicionados para la germinación de las semillas y posterior crecimiento del plantín – del calor extremo mediante el uso de una media sombra o alguna sombra alternativa natural.
“Por otro lado, usamos cobertura en nuestra huerta para proteger el suelo, generar una cama de materia orgánica y optimizar el uso del agua”, agregó la especialista del Programa ProHuerta de INTA.
Respecto a los horarios de riego, en primavera/verano se recomienda regar por la tardecita/noche, una vez que el sol se retira y la temperatura desciende. De esta forma, nos aseguramos de aprovechar al máximo el agua. La manera correcta de hacerlo es sobre el suelo, ya que, si mojamos las hojas de las hortalizas, podemos propiciar el desarrollo de hongos y enfermedades.