La conservación y multiplicación de variedades locales es una tarea cultural e histórica de las comunidades que producen y consumen estos recursos. Este trabajo es acompañado por organizaciones que se suman a la tarea de preservar este acervo genético para la alimentación y la agricultura. Con ese objetivo, los equipos técnicos que implementan el “Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura (TIRFAA)” en la Argentina se reunieron con organizaciones y representantes de las provincias patagónicas para analizar y reorientar las estrategias que permitan implementar el Tratado en la región.
De acuerdo con la FAO, desde inicios del siglo XX se perdió el 75 % de la diversidad genética agrícola y las estimaciones indican que se pierden 50 mil variedades de interés agrícola por año. La Agricultura Familiar conserva y utiliza de forma sostenible unas 7 mil especies de plantas cultivadas.
Para Cecilia Gittins –directora del Área Investigación y Desarrollo Tecnológico para la Agricultura Familiar (IPAF) del INTA en la Patagonia– la conservación de los recursos genéticos locales “es un tema relevante porque la diversidad es indispensable para la seguridad y soberanía alimentaria. En este sentido, la agricultura familiar juega un rol fundamental porque brinda servicios evolutivos”.
Por esto, los Centros Regionales del INTA Patagonia Norte, Patagonia Sur, La Pampa – San Luis y el IPAF Patagonia organizaron el encuentro “Acciones para la implementación del TIRFAA”, que se realizó en la sede del IPAF Patagonia. Durante la jornada se presentaron los objetivos del Tratado ratificado por el gobierno nacional, así como los diferentes marcos normativos provinciales y organismos de control existentes sobre los recursos genéticos locales.
En este marco, también se presentó un mapa regional con las experiencias en curso de comunidades campesinas o indígenas vinculadas a la conservación de recursos genéticos locales en el territorio. Se identificaron 32 casos –de los cuales 30 son de origen vegetal y 2 de origen animal– distribuidas principalmente en la provincia de Neuquén, Río Negro y, en menor medida, La Pampa y Chubut.
María Rosa Lanari –coordinadora de la Red de Recursos Genéticos del INTA– expresó: “Es indispensable pensar que la resiliencia es una meta y para eso necesitamos asegurar la diversidad. Así es que nuestra meta es generar conciencia sobre la necesidad de hacer un uso sostenible de los recursos genéticos”.
La mayoría de estas iniciativas de grupos de agricultores y comunidades son acompañadas por equipos técnicos del INTA con el propósito de cultivar las variedades locales y recuperar aquellas con las que hoy no cuentan. Desde las agencias de extensión rural se acompañan iniciativas de multiplicación de semillas, recolección y resguardo en experiencias comunitarias como son las casas y los guardianes de semillas. Además, el INTA participa mediante la red de bancos de germoplasma en la conservación del recurso genético que pone a disposición de las comunidades en todo el país.
Estas iniciativas apuntan a concientizar sobre la conservación de la diversidad de semillas locales para la siembra, promueven el uso e intercambio de aquellas adaptadas a la zona y buscan producir y difundir semillas a comunidades vecinas.
Con estas acciones las poblaciones contribuyen a aumentar la diversidad en los agroecosistemas, conservando variedades que están adaptadas a las condiciones edafo-climáticas locales en las que se desarrollaron y muestran resistencia natural a plagas y enfermedades.
La Constitución Nacional –artículo 124– dispone para las provincias el dominio originario de los recursos naturales existentes en sus territorios. Por esa razón, es de vital importancia conocer el alcance de este Tratado Internacional para integrarlo a los marcos normativos provinciales para el acceso y utilización de estos recursos.
Fernando Hartmann –representante de la Secretaría de Ambiente y Cambio Climático de Río Negro– expuso el marco normativo vigente (Ley Nº 2600) que establece a la provincia como autoridad de aplicación en el registro de oficio y de muestras vinculadas con proyectos de investigación para el acceso a los recursos genéticos que en su mayoría son de especies animales, vegetales y levaduras. “Este evento nos permitió integrarnos entre áreas que trabajamos con recursos para poder articular y encontrar un rumbo respecto a la implementación del TIRFAA y del Protocolos de Nagoya”, señaló.
Al respecto, Mariana Ferreyra – coordinadora del Proyecto TIRFAA– expresó: “Para nosotros son muy importantes estos espacios de articulación y trabajo junto a los pequeños productores y las instituciones; las facultades, las provincias y los investigadores porque es prioritario avanzar en la conservación de los recursos fitogenéticos”.
Del encuentro participaron autoridades y equipos técnicos regionales del INTA, de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación y del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto Cancillería Argentina, representantes provinciales de los Ministerios de Producción y Ambiente de las provincias patagónicas, Universidades, representantes de la Secretaría de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (SAFCI), Instituto Nacional de Semillas (INASE) y organizaciones de productores.
Tratado internacional y su aplicación en la Argentina
El “Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura (TIRFAA)” tiene como objetivo la conservación y la utilización sostenible de los recursos fitogenéticos y la distribución justa y equitativa de los beneficios derivados de su utilización, reconociendo los derechos soberanos de los Estados sobre estos recursos sujetos a la legislación nacional.
La Argentina participa con el proyecto presentado a la cuarta convocatoria del Fondo de Distribución de Beneficios del TIRFAA que propone revalorizar los conocimientos tradicionales asociados a los cultivos y el intercambio de saberes entre la conservación in situ y ex situ de las variedades locales. Asimismo, busca garantizar el acceso a un número específico de herramientas para la investigación y el fitomejoramiento.
Las semillas son la base de la producción alimentaria y agrícola en el mundo entero y su conservación es vital para resguardar las variedades y la biodiversidad. Las actividades del proyecto benefician a las familias agricultoras que conservan, seleccionan y difunden estos materiales locales durante cientos de años.