El Agro en un primer momento mostró curiosidad y quiso interiorizarse sobre la operatoria de este nuevo instrumento, pero al leer la “letra chica” quedó desestimado por la gran mayoría.

En primer lugar, les resultó difícil de interpretar. Requirió que muchos de ellos sociabilizaran en distintos grupos de Whatsapp el alcance y el entendimiento, y otros buscaron refugio en los especialistas para comprender como sería una modelización en la práctica.

En resumen, se podrán adquirir divisas de libre disponibilidad por el 30% de los fondos obtenidos por la venta de Soja con destino a la exportación una vez aplicado el impuesto PAIS (30%) y las retenciones adicionales de la AFIP (35%), y convertir el 70% restante en un depósito de libre disponibilidad con retribución variable en función de la evolución del tipo de cambio de referencia Comunicación “A” 3500.

Pero eso ese no es el problema. El principal problema es que esta medida en términos prácticos no “mueve la aguja” y no genera un beneficio atractivo real.

El 70% del monto en pesos que se liquida queda en una cuenta que tendrá una retribución que se deberá acreditar diariamente en función de la evolución que registre el dólar estadounidense -Comunicación “A” 3500- en el día hábil anterior. Es decir, si la evolución de este tipo de cambio es menor a la inflación del mismo periodo esto representaría una pérdida del poder adquisitivo.

En mis proyecciones, en el mejor de los casos se podría obtener un diferencial del 10,3%, pero en función de la evolución del tipo de cambio y la inflación, la variación de ese 70% podría llegar a ser negativa en términos reales en relación con la situación original habiendo dolarizado en el mercado esos pesos (ejemplo dólar MEP).

Como si fuese poco además hay una cantidad de requerimientos y restricciones con el 30% liquidable y convertido a dólar libre, ya que aparece la necesidad de firmar una declaración jurada en donde por 90 días no se podrá vender en el país títulos/valores con liquidación en moneda extranjera, ni se podrá realizar canjes de estos por activos extranjeros, ni realizar transferencias a entidades del exterior, ni adquirir CEDEAR de acciones extranjeras, ni tampoco títulos/valores emitidos por no residentes con liquidación en pesos, entre otras tantas restricciones.

En síntesis: “Para hacer esto, mejor no hagas nada”. Será un instrumento que no servirá para los fines por los cuales fue creado. No genera incentivos reales para que, aquel productor que está resguardando parte de su capital y protegiendo su patrimonio, cambie de opinión y decida venderlo.

En el ambiente agropecuario muchos lo vivieron como parte de una estrategia del Gobierno dado que no hay un atractivo económico real, pero entienden que el Oficialismo lo podrá usar como parte de su relato para querer instalar la idea que “se le dieron condiciones especiales al campo y aún así no liquidaron”. Es decir, usar este instrumento para dañar la imagen pública del campo.

Quizás algún día el Gobierno entienda que cuando hay inestabilidad, pérdida de confianza, y se percibe un riesgo de una devaluación importante, es natural y racional resguardar el capital. Sólo entonces, Argentina entenderá la importancia de tener reglas de juego claras, instituciones fuertes y una mirada de país de largo plazo.

Por Lic. Hernán Satorre - Licenciado en Economía, especializado en el sector agropecuario