Cuando existe un diagnóstico de gastritis es necesario tener en cuenta conductas alimentarias que permitan una adecuada nutrición con el menor trabajo digestivo posible.
Por eso, la carne de pollo es ideal para estas situaciones, ya que además de contener proteínas de excelente calidad y digestibilidad, brinda múltiples vitaminas y minerales: aporta más del 15% de la recomendación diaria de diferentes vitaminas del complejo B, de zinc, de fósforo y de selenio. Asimismo, su aporte de sodio es muy escaso y tiene un menor contenido de purinas que otros alimentos cárnicos.
La versatilidad, practicidad y accesibilidad hace que sea una carne ideal para incluir en la alimentación. Lo ideal en estos casos es elegir la pechuga que tiene apenas 2 gr de grasas por porción de 150 gr de pollo y prepararla a través de métodos de cocción húmedos como el hervido, al vapor o a la cacerola.
La gastritis es el término que se utiliza para referirse a las alteraciones inflamatorias de la mucosa del estómago. Puede ser aguda, es decir, una respuesta inflamatoria temporal a una infección o agresor o puede ser crónica, que implica que el daño de la mucosa persiste en el tiempo e interfiere en la estructura normal de la misma.
Fuente: Centro de Información Nutricional de la Carne de Pollo (CINCAP)