Los sistemas agroalimentarios de América Latina y el Caribe producen más alimentos de los que son necesarios para alimentar a toda su población de 664 millones de personas. Esta gran contribución a la seguridad alimentaria y la nutrición mundial es el resultado de la rica biodiversidad de sus ecosistemas terrestres y marinos, y del trabajo de 18 millones de personas que trabajan en la agricultura y en la pesca.
Sin embargo, los sistemas agroalimentarios de la región se encuentran bajo una gran presión. Los impactos de la crisis climática han llevado a desafíos abrumadores, como patrones climáticos erráticos y cada vez más extremos, lluvias reducidas y largos períodos de sequía, huracanes intensos, glaciares que se derriten y temperaturas más altas, por nombrar solo algunos de ellos.
Nuestras propias acciones han causado un gran daño a la biodiversidad de la región, y los desequilibrios ecológicos resultantes tienen un impacto negativo en quienes producen alimentos y en la sociedad en su conjunto.
Las dietas también han cambiado, y esto ha llevado a un aumento del sobrepeso y la obesidad que ya es la principal causa de muerte prematura en la región, mientras 60 millones de personas pasan hambre y una cuarta parte de la población regional sufre inseguridad alimentaria moderada o severa, y decenas de millones de habitantes rurales han quedado rezagados y viven en condiciones de pobreza y marginación.
El acceso a la ciencia, a la tecnología moderna y a la digitalización es desigual; algunos agricultores y empresas agroalimentarias están a la vanguardia de la innovación global, pero muchos otros están excluidos de estas herramientas fundamentales, y su conocimiento local y ancestral no es reconocido.
Todas estas condiciones limitan el desarrollo futuro de los sistemas agroalimentarios de América Latina y el Caribe. Abordar estos desafíos es necesario para que la región continúe desempeñando su papel clave en la comunidad global. Por ello, los países de la región respaldaron por unanimidad el Marco Estratégico 2022-31 de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). El mandato central del marco es apoyar a sus miembros en la transformación hacia sistemas agroalimentarios MÁS eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles.
Del 28 de marzo al 1 de abril, los 33 países de la región participarán en la 37ª Sesión de la Conferencia Regional de la FAO, en Quito, Ecuador, para alcanzar consensos, hacer recomendaciones y tomar las acciones necesarias para incentivar, apoyar y transformar sus sistemas agroalimentarios.
En las próximas décadas, la innovación tecnológica, institucional y social debe estar en el centro de nuestras acciones para asegurar que los sistemas agroalimentarios de la región continúen desempeñando un papel protagónico en la agricultura, el comercio y la seguridad alimentaria a nivel mundial.
Se necesita innovación a nivel local y nacional, pero también a nivel regional, porque muchos de los desafíos que enfrentamos requieren una acción coordinada; necesitamos trabajar juntos de manera eficiente, eficaz y coherente para lograr resultados de gran impacto.
La FAO tiene la capacidad profesional y técnica para brindar el apoyo necesario para esta acción colectiva. Mediante la movilización de conocimientos y buenas prácticas de todos los rincones de la región y del mundo, la generación de alianzas y el fomento de sinergias y colaboración, la Organización puede hacer que la innovación esté fácilmente disponible para todos, para multiplicar su impacto.
La FAO ya lo está haciendo a través de intervenciones mundiales emblemáticas como la Iniciativa Mano de la mano, que está acelerando la inversión y el desarrollo rural; el programa Mil Aldeas Digitales, que está ayudando a pequeños pueblos a dar un gran paso adelante en términos de digitalización; la Plataforma Técnica para la Agricultura Familiar, que apoya la fertilización cruzada de región a región para la innovación política; y la iniciativa Un país un producto prioritario, que acelera el desarrollo de nuevos productos agrícolas.
En América Latina y el Caribe, la FAO está implementando más de 400 proyectos nacionales, subregionales y regionales, llegando a millones de hogares que participan a lo largo de toda la cadena de valor agroalimentaria, de la granja a la mesa.
Trabajando con cientos de socios en el gobierno, la sociedad civil, el sector privado y las comunidades científica y académica, la FAO ha aumentado los recursos financieros para su trabajo en casi un 80 por ciento. Además, la Organización ha experimentado una profunda reforma no solo a nivel mundial, sino también regional, para volverse más transparente, receptiva, ágil, eficaz, digital e innovadora.
Estamos dispuestos a hacer más y, sobre todo, a hacerlo mejor, pensando en grande y actuando de forma concreta. Estamos a la espera de las deliberaciones y recomendaciones que emanarán de la próxima Conferencia Regional, y que trazarán el camino para convertir la visión de transformación agroalimentaria en acciones profundamente enraizadas en las condiciones, prioridades y necesidades concretas de América Latina y el Caribe.
Al hacerlo, la región podrá enfrentar sus múltiples desafíos, con resultados tangibles que conducirán a una mejor producción, una mejor nutrición, un mejor medio ambiente y una mejor vida para todos, sin dejar a nadie atrás.