En un comunicado emitido el día de hoy, la Cámara de Industriales Molineros (CIM) estableció su postura sobre las intervenciones en el mercado de granos. El mensaje fundamental que la institución quiere resaltar es que “si el pan aumenta más de $ 25/kg. ya no se debe al aumento de la harina, sino al aumento de los demás insumos y mano de obra”.
Para demostrarlo, y probar que la incidencia de la harina en el precio del pan es muy baja y no amerita ningún tipo de intervención en el mercado, se acompaña un cuadro que demuestra que –aún con la disparada del trigo por la guerra en Ucrania- el aumento sólo alcanza a $ 25.- por kg., y que los números no mienten:
La Cámara de Molineros compuesta por “molinos localizados en su mayoría en pueblos y ciudades del interior, todos de capitales nacionales y en su mayoría empresas centenarias”, manifiesta que comparte la preocupación del Gobierno Nacional sobre la necesidad de resolver el flagelo de la altísima inflación que sufre nuestro país, agravado en el caso de los alimentos por la guerra desatada entre Rusia y Ucrania” pronunciándose en contra de las intervenciones en el mercado, y señalando que los intentos de “regular los precios de la oferta han dado nulos resultados en el pasado, distorsionando los mercados, desalentando la siembra y produciendo efectos claramente adversos tanto en la producción de granos como en su exportación”, para cerrar diciendo que “nuestro país necesita imperiosamente aumentar su producción y sus exportaciones, agregando valor, incrementando la mano de obra ocupada y generando un mayor ingreso de divisas”.
“Por otra parte”, añaden, “compartimos que existe un segmento de la población que necesita de la ayuda del Estado para morigerar el impacto de la inflación en rubros esenciales de la canasta alimentaria; tan cierto como que hay otros sectores que no necesitan de tal ayuda. Por eso, creemos firmemente que el Estado debería subsidiar solamente la demanda de los sectores más vulnerables, pero no destinar los escasos recursos que posee para subsidiar a quiénes no lo necesitan”.
“El consumo de harina como tal, como pan, como galletitas y como fideos, ronda los 90 kgs./habitante/año. Si hubiera que subsidiar el consumo de 25 millones de argentinos, la mitad de la población, el Gobierno podría hacerlo inyectando los fondos directamente en las tarjetas alimentarias existentes para la población más vulnerable, sin intervenir innecesariamente los mercados, con las nefastas consecuencias que ello ha tenido en el pasado”, finaliza diciendo el comunicado.
Fuente: BCR - News