De acuerdo a las declaraciones que formuló el ministro Guzmán en conferencia de prensa unas semanas atrás en las que anunciaba un principio de acuerdo con el FMI, una de las metas que se habría acordado es reducir la emisión monetaria para financiar al tesoro del 4% del PBI que se utilizó en 2021 al 1% en 2022, es decir 3 puntos porcentuales menos en 2022 que en 2021.
Cuando le preguntaron cómo se financiaría el déficit fiscal dado el gradualismo que quiere aplicar para bajarlo, el ministro contestó que iba a fortalecer el mercado de capitales internos subiendo la tasa de interés para colocar deuda pública. Es decir, en vez de emitir, la idea es colocar deuda en el mercado interno para financiar el déficit fiscal hasta tanto se logre el equilibrio fiscal primario en 2024.
Antes de entrar en el impacto que esa medida tendría en la economía argentina, es bueno recordar que las políticas monetarias expansivas siempre estuvieron en la mente del gobierno kirchnerista.
En efecto, en el último balance semanal del BCRA de 2019 apareció un imprevisto aumento del activo en letras intransferibles de $ 2,2 billones, que equivalían al 116% de la base monetaria de ese momento. Se inventó una utilidad del BCRA para poder emitir en 2020 antes que se supiera que se había desatado una pandemia.
Entonces, antes de conocerse la pandemia, el kirchnerismo ya tenía en mente el plan platita. Partían de la base que había que ponerle plata en el bolsillo a la gente. ¿Cómo? Emitiendo moneda. Para ellos emitir papeles pintados es lo mismo que generar riqueza. Dicho de otra manera, para que alguien pueda demandar algo en el mercado, primero tiene que producir algo que la gente le compre para obtener los recursos y así poder demandar. Lo que se conoce como la Ley de Say: la oferta crea su propia demanda. Primero genero bienes y servicios para tener ingresos con los cuales demandar. El kirchnerismo se saltea la parte de generar riqueza previamente y va derecho a la demanda suponiendo que los papeles que emite la BCRA son riqueza. Inventan los ingresos vía emisión monetaria.
Finalmente se produjo la pandemia, el oficialismo impuso una cuarentena eterna y tuvo que utilizar la emisión que tenía prevista para el plan platita en cubrir un bache fiscal gigante a consecuencia de prohibir la actividad económica. Eso hizo caer la recaudación impositiva que junto con el aumento del gasto público llevó a un 2020 en que la emisión monetaria fue el principal ingreso del tesoro.
En 2020, el tesoro financió sus gastos en un 67% con impuestos y en un 33% con emisión monetaria, pero la emisión fue el ingreso más importante. $ 2 billones de emisión monetaria, $ 1,4 billones de Ganancias, $ 1,3 billones de IVA DGI y sigue el listado.
En 2021, nuevamente la emisión monetaria fue el principal ingreso del tesoro, seguido del IVA, Contribuciones Patronales, Derechos de Exportación y sigue el listado. Pero el dato relevante es que en 2021 esos datos son promedio, sin embargo, hacia fines de año y comienzos de 2022 el uso de la emisión monetaria como financiamiento del tesoro se acentuó.
Ahora bien, tomando como referencia el 2021, ¿qué hubiese pasado si el tesoro se financiaba con endeudamiento en el mercado interno y solo emitía el 1% del PBI para financiar el gasto público? Hubiese habido un total desplazamiento del sector privado del mercado crediticio. En efecto, entre el BCRA y el tesoro se habrían llevado el 94% del incremento de los depósitos privados en el sistema financiero.
En 2021 los depósitos del sector privado crecieron en $ 2.866.600 millones, el BCRA incrementó su deuda de LELIQs y Pases Netos en $ 1.824.361 millones, es decir, el BCRA se quedó con el 64% del crecimiento de los depósitos del sector privado. Si hubiese colocado deuda por otro 2% del PBI, se habría llevado otros $ 862.015 millones. En total $ 2.686.376 millones, que equivalen al 93,7% del aumento de los depósitos del sector privado.
Si en 2022 se repitiera una evolución similar a la de 2021, quedarían monedas para el sector privado al momento de recibir créditos, con lo cual se hace difícil imaginar el crecimiento que pronostica el gobierno para 2022. El financiamiento al sector privado sería peor que ahora.
Dada la resistencia del kirchnerismo para llevar adelante una política económica de libre mercado y respeto por los derechos de propiedad y su fuerte inclinación por la arbitrariedad en las medidas económicas, está imposibilitado de lograr un acuerdo con el FMI que le abra el camino a una senda de crecimiento. Solo puede destapar a un muerto para tapar a otro. Reemplazará emisión con endeudamiento público en un mercado interno financiero que prácticamente no destina recursos a financiar al sector privado.
De acuerdo a datos del Banco Mundial, los préstamos bancarios al sector privado en Argentina representan el 9,5% del PBI, en Chile el 88%, en Brasil el 70%, en Paraguay el 49% y en Uruguay el 28%. En síntesis, estamos peor que Zambia, Angola o Ghana en relación préstamos al sector privado/PBI por citar algunos ejemplos.
Es fácil imaginar que si el tesoro, en vez de bajar el gasto público, cambia financiamiento del tesoro con deuda colocada en el mercado interno, dejará totalmente sin crédito al sector privado como ocurrió en los 80 con los famosos depósitos indisponibles, para luego desembocar en la hiperinflación de 1989.
Con esto no se sostiene que tiene que seguir emitiendo moneda para financiar el déficit fiscal, sino que un mal (el endeudamiento) no resuelve otro mal (la emisión monetaria). En todo caso, como recurrirá a ambos mecanismos, dos males no hacen un bien.
En síntesis, todos están esperando que el gobierno llegue a un acuerdo con el FMI. A no engañarse, lo máximo que puede conseguirse con ese acuerdo es evitar un mal mayor, dado si se cae en default con el FMI, las cosas serían peores que lo que van a ser con un gobierno que no tiene rumbo económico, sin credibilidad y totalmente dividido internamente.
Es decir, el endeudamiento como sustituto de la emisión monetaria, no a resolver este desgobierno kirchnerista.
Fuente: Economía para Todos