Como era de esperar, se llegó a un acuerdo porque a ninguna de las partes le convenía que Argentina entre en default. Al FMI porque es uno de los principales deudores de su cartera. A la Argentina porque agrega incertidumbre en una economía extremadamente débil.
Uno de los principales puntos de desacuerdo con el Fondo era el sendero fiscal, es decir, la velocidad con la que debe reducirse el déficit fiscal. El planteo del gobierno era que al déficit cero debía llegarse en el 2027 mientras que los funcionarios del FMI querían antes. La pregunta pertinente es si a los argentinos les conviene que el gobierno mantenga el desequilibrio por más tiempo.
Gastar por encima de los ingresos obliga a emitir deuda pública o a emitir dinero. Esto es lo que la Argentina viene haciendo, desde que se tiene registro oficial, en los últimos 60 años. Gobiernos con orientaciones políticas muy diferentes sistemáticamente gastaron por encima de sus ingresos. Esta es la principal razón de la alta inflación, exceso de endeudamiento y larga decadencia. También explica las 21 operaciones de crédito firmadas por Argentina con el Fondo en los últimos 60 años. Tener un promedio de una operación cada tres años hace insostenible el argumento de que hay un ensañamiento del FMI contra la Argentina, y desnuda la insistencia que tiene el país en buscar que el FMI le financie su “política de Estado” de gastar por encima de sus posibilidades.
El acuerdo con el FMI no resolvió el problema en el pasado y no lo resuelve ahora. Lo único que logra Argentina es sacarse de encima los vencimientos de los próximos meses. Pero fondos frescos para el déficit fiscal no vendrán del FMI, ni del mercado privado porque se haya firmado el acuerdo. Por lo tanto, todo el déficit hay que cubrirlo con el muy limitado acceso al crédito que viene logrando el gobierno en el mercado interno y, la mayor parte, con emisión. Esta situación deja claro que para la Argentina reducir el déficit fiscal es una meta fundamental y urgente, no porque lo imponga el FMI, sino porque es lo mejor para la sociedad que sufreyh la inflación y el deterioro social.
¿Un default hubiese tenido consecuencias para Córdoba y las provincias? No muchas. Un default complicaría aún más el ya limitado acceso al crédito internacional y préstamos de organismos multilaterales como el BID y la CAF. En cambio, no resolver el problema del déficit fiscal, sí tiene graves consecuencias, ya que mantendrá el escenario de estanflación, con profundos desequilibrios económicos que llevan a una fuerte presión inflacionaria y a la caída de la economía.
Esto lleva a enfatizar que el tema central no es el acuerdo con el FMI, sino avanzar en un ordenamiento integral del Estado, en sus tres niveles de gobierno. Esta es la manera de recuperar sostenibilidad fiscal y gerenciamiento público profesional que brinde servicios del Estado de mucha más calidad. Se trata de una tarea mucho más desafiante que negociar con el FMI.
Fuente: idesa.org