La provincia de Misiones arrastra un período seco que lleva más de 2 meses, sumado al 2021 que fue el año con menos lluvias registradas de los últimos 55. Las altas temperaturas y nula humedad en bosques nativos han configurado un escenario dramático.
En tanto en Corrientes los incendios avanzan a pasos agigantados y ya han quemado decenas de miles de hectáreas, haciendo que los campos se conviertan en una línea de fuego casi imposible de controlar.
Si bien las lluvias registradas en los últimos días en la provincia de Entre Ríos han cortado una sequía también histórica, las pérdidas económicas han sido cuantiosas en su diversidad productiva.
Mientras que, en el caso de la provincia de Formosa, en el año 2020 se han incendiado cerca de 500.000 hectáreas y durante el 2021 hasta la fecha alcanzaron las 300.000, en su mayoría de bosque nativo.
En Chaco la sequía pegó fuerte en la actividad ganadera y en la zona agrícola los rendimientos seguramente serán inferiores a los estimados.
Acompañamos a los productores agropecuarios del litoral en esta catastrófica situación solicitando a los gobiernos tanto provinciales como el nacional, que atiendan esta situación desesperante. No alcanza con las declaraciones de emergencia, se necesitan herramientas modernas para combatir este tipo de flagelos y un verdadero apoyo financiero e impositivo que permita regenerar el tejido social, económico y productivo de las provincias afectadas.
Por supuesto que esta dramática situación no se circunscribe a las provincias mencionadas, sino que también se extiende a aquellas que han sufrido heladas, granizadas, sequía e inundaciones en los últimos tiempos, que siguen enfrentando solos, o con un muy escaso acompañamiento estatal, las consecuencias de las inclemencias climáticas. A ellos también se los debe incluir en soluciones más abarcativas, que les permitan salir adelante y hacer realidad lo que siempre dijimos: que el Estado no sea sólo socio en las ganancias, sino también que apuntale y dé alternativas en las adversidades.