Patagones tuvo un crecimiento exponencial de su stock ovino en los últimos años, en su inicio marcado por el ingreso masivo de animales provenientes del sur de la Patagonia, y luego a partir de la producción local. Actualmente, cuenta con un stock cercano a las 250.000 cabezas, donde el 95 % de los animales son de raza Merino.
A partir de 2016, se propuso la esquila cada ocho meses (abril, diciembre y agosto) procurando que en ese período el crecimiento de la mecha supere el largo que solicitan los compradores. Esto es posible, pero para obtener una lana de calidad en este período es necesario tener algunas consideraciones en el manejo.
“Lotes de lana de productores que esquilan con esta modalidad, presentados en las licitaciones organizadas por la Unidad Ejecutora Departamental de Emergencia de Patagones (UEDE) muestran que es posible obtener precios de venta cercanos a los valores de referencia de mercado”, comentó Martin Abad –extensionista del INTA Patagones–.
“Los parámetros que más observan los compradores cuando se realiza la esquila
cada ocho meses, son el largo de la mecha, la resistencia a la tracción y el
contenido de materia vegetal de los lotes, por lo que se debe trabajar en ese
sentido”, explicó el especialista.
El crecimiento en largo de la fibra de la lana, está influenciado principalmente por la genética, la nutrición y la sanidad. En la medida que se atiendan estas variables, se obtendrá un largo de mecha que superará los 80 milímetros, medida aceptada sin inconvenientes por la industria.
Para lograr estos resultados, se debe acompañar con un manejo que permita a los animales producir en su máximo potencial. La primera recomendación es que al momento de comprar carneros, adquirirlos en aquellas cabañas que realicen mediciones objetivas de su producción como es el servicio de evaluación genética de reproductores de rumiantes menores (PROVINO). “Esto permite elegir aquellos carneros cuyos DEP (Diferencia Esperada de la Progenie) sean positivos para estos caracteres deseados”, indicó Abad.
El buen desarrollo del largo de la mecha en la esquila cada ocho meses, está relacionado con la alimentación de los animales. En las dietas se deben tener en cuenta las variaciones en los requerimientos en función de las categorías y el estado fisiológico. “La lana es una proteína formada por 18 aminoácidos, por eso, a medida que se aumente la disponibilidad y calidad de los alimentos, incrementa la producción”, agregó.
Para Abad, “la resistencia a la tracción es otro de los parámetros que debe atenderse, ya que factores como la nutrición, el estrés al parto o alteraciones de la piel alteran la división celular en la papila, lo que genera aumentos y disminución de la sección de la fibra”. Cuando estos factores son muy persistentes e intensos, la sección de la fibra disminuye significativamente, provocando una estrangulación, que altera su resistencia a la tracción.
En cuanto al contenido de materia vegetal, es importante prestarle atención para que no le quite calidad a la lana. “Los ovinos durante el pastoreo, en su roce con los arbustos y plantas o cuando descansan, recogen una gran cantidad de materia vegetal que queda adherido al vellón”, mencionó el especialista. Para esto recomiendan, en la medida de lo posible no utilizar potreros con altas cargas de semillas, al menos en los dos meses previos a la esquila.
Tipos de esquila
Las esquilas se realizan en diferentes épocas del año, aquellos productores que realizan la tradicional (una esquila al año) entre septiembre y diciembre, se topan con algunas dificultades. Si las ovejas se encuentran con un importante desarrollo de la lana al momento del parto, cuando se echan suelen quedar “calzadas” (trabadas sin poder levantarse) en los surcos de potreros cultivados, muriendo en el lugar si no son detectadas por el productor.
En los meses de marzo y noviembre, se dan condiciones de humedad y la temperatura, que brindan la posibilidad para el desarrollo de la mosca (Lucilia sericata) que provoca la “Miasis del vellón” afectando principalmente la zona perineal, por lo que se torna necesario que los animales se encuentren desprovistos de lana en esos momentos.
Durante el verano, algunas especies como el trébol carretilla (Medicago polymorpha) o las flechillas (Stipa spp.) se secan y dejan caer las semillas, que se adhieren a la lana desmejorando la calidad. Algunas migran hacia la piel, incrustándose en esta, provocando picazón e infección lo cual afecta la productividad de los animales.
A partir de esto algunos productores realizan dos esquilas en el año, una en otoño (marzo) y otra en verano (diciembre), obteniendo largos de mecha de 30 y 80 milímetros respectivamente.
En relación a las lanas de otoño, las empresas compradoras planteaban que eran cortas y limitaban el procesamiento. Es por ello que se sugirió a los productores realizar esquilas cada ocho meses, procurando un largo de mecha que supere los 75 milímetros, realizando tres esquilas en dos años.
Estas se efectúan en abril, diciembre y agosto, lo que lleva a plantear modificaciones en el manejo, como brindarles a los animales una oferta nutricional adecuada y sostenida, procurar que el lugar donde pastoreen los animales esté libre de semillas o contaminantes, mantener los animales sanos libres de enfermedades como la sarna y el piojo, como así también trabajar en el mejoramiento genético de la majada, para obtener una lana de calidad, con buen desarrollo del largo de la mecha.