La comuna de Andino sancionó una ordenanza que regula la aplicación de plaguicidas en cercanías de zonas habitadas y sienta las bases para la construcción de un modelo de desarrollo territorial en la producción de alimentos, con principios de promoción de la agroecología. Entre numerosas disposiciones, prohíbe el uso de químicos agrarios en zona urbana, estipula un espacio de exclusión de 150 metros a medir desde la línea límite entre el área urbana y la rural y prevé la implantación de cortinas forestales.
La nueva norma, que lleva por título “ordenanza comunal de regulación sobre
actividades de aplicación de fitosanitarios, promoción de sistemas alimentarias
agroecológicos periurbanos y desarrollo de corredores biológicos”, replantea los
efectos negativos reales que tiene en la práctica el paquete agronómico a base
de uso intensivo de agrotóxicos y propone dar el puntapié inicial de un proceso
que lleve a generar métodos de producción de alimentos libres de agroquímicos y
por lo tanto sustentable.
Sin embargo, y aún con el ánimo de acompañar y celebrar la medida, los vecinos alineados con organizaciones de protección del ambiente y la salud humana relativizaron la escasez de metros de restricción y marcaron “que se contrapone a lo que indica la legislación provincial”.
Según explicó el presidente comunal, José Abraham, “se generó esta ordenanza ante la necesidad de tener una legislación para la aplicación más segura de fitosanitarios y, a la vez, proponer un nuevo sistema productivo agroecológico a cargo del ingeniero agrónomo Jeremías Müller”.
Dijo que “era una deuda que teníamos con los vecinos que demandó mucho tiempo y se hizo esperar, pero obedece a que no son cuestiones ágiles, se debe investigar y escuchar a todas las partes, aunque a una no le guste lo que opine la otra. Pero desde nuestro lugar es importante mediar y acercar la mejor solución posible”.
“En este caso se escuchó a todos los vecinos, algunos con propuestas positivas, otros con enojos y algunas exigencias. Pero la verdad es que recibimos muchas críticas, pero también apoyo y hoy se refleja en esta nueva disposición que ya fue publicada en el sitio web oficial de la comuna”, dijo el jefe comunal.
El nuevo texto explica que “partiendo del alejamiento de las pulverizaciones del ejido urbano, el objeto de la norma es desarrollar acciones concretas y tener un rol activo comunal en el fomento de una producción saludable de alimentos libres de fitosanitarios que emplee mano de obra en sistemas agroalimentarios locales y contribuir al desarrollo de espacios de biodiversidad autóctona, a través de corredores biológicos establecidos sobre las banquinas de las rutas y caminos rurales de la localidad”.
La motivación se basó en el ordenamiento territorial a través de tres sectores funcionales: una zona habitacional, una de reserva de biodiversidad y servicios ambientales y una periurbana de producción agroecológica de alimentos. Como complemento se prevé coordinar políticas de promoción de la agroecología y de construcción de cadenas de producción primaria para agregar valor y comercialización de los alimentos que allí se produzcan y definir programas de plantación forestal de especies nativas en banquinas, rutas y caminos rurales.
Además de delimitar las áreas destinadas para cada actividad, la ordenanza adhiere a la normativa provincial, estipula las características de una cortina forestal que proteja la zona agroecológica, prohíbe el uso de químicos para la eliminación de pastizales y especies vegetales dentro del pueblo y de la zona agronómica y los regula a partir de los 150 metros.
También establece un registro de profesionales agronómicos, prohíbe la circulación y permanencia de equipos terrestres de aplicación de agroquímicos, prohíbe la instalación de depósitos en el pueblo y establece un protocolo de actuación para las infracciones.
Impulso agroecológico
Dentro del apéndice de promoción de sistemas agroecológicos estipula las pautas de creación del área, de exención de impuestos comunales para quienes desarrollen la actividad, crea un banco de empleo comunitario y de gestiones ante el Estado provincial y nacional para fomento de la iniciativa en general.
También dispone la creación de un sello comunal para identificar el origen
controlado de la producción alimentaria de la localidad y medidas de fomento de
comercialización.
Reserva de biodiversidad
En el articulado para impulsar la zona de reserva de biodiversidad establece los espacios y los programas a implementar como la invitación a que cada habitante plante un árbol autóctono dentro de la zona asignada y otro similar, asistido desde la comuna, para estudiantes primarios y secundarios. Finalmente crea un banco de donación de árboles para que tanto particulares, empresas, instituciones u organismos del Estado puedan donar ejemplares destinados a desarrollar los programas mencionados.
Según contó Abraham, “ya hay un productor que ofreció su propio campo para comenzar a experimentar y allí se sembró trigo orgánico. Esperamos que esta experiencia contagie a otros productores”.
Impacto ambiental y social
“Se trata de tomar una problemática como la aplicación de fitosanitarios, y el impacto ambiental y social que eso tiene, desde el entendimiento de que es una oportunidad para hacer las cosas distintas. Se trata de sentar las bases para conducir la zona periurbana hacia un escenario ambientalmente saludable y que, además, incluya a gente trabajadora en los sistemas de producción de alimentos con el acompañamiento de la comuna en el fomento de sistemas agroecológicos que empleen mano de obra local en sistemas agroalimentarios de cadena corta”, explicó Müller, ingeniero agrónomo con posgrado en sistemas ambientales humanos y coordinador de un módulo de agroecología en la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario.
Según explicó el especialista al portal IRE, “se tratará de hacer un proceso gradual para incorporar distintos tipos de producción de alimentos como elaboraciones cárnicas, frutícolas, hortícolas y pastoriles y silvopastoriles que no utilicen fitosanitarios y den la posibilidad al productor de generar una renta agropecuaria en el marco de una serie de acciones que hará la comuna para facilitar ese proceso que demandará algunos años”.
“La ordenanza pasa de una lógica restrictiva como la mayoría de las existentes a nivel provincial, e incluso la legislación provincial, a proponer algo”, dijo el ingeniero y auguró que “el desafío es aceitar los mecanismos para lograr hacer el acompañamiento desde la comuna, que en principio exceptuará a los productores de impuestos y fomentará el empleo de trabajadores dentro de estos esquemas”, indicó y añadió que “este es el primer paso de un camino que, en la medida que funcione, alejará cada vez más las aplicaciones de agroquímicos y aplacará los ánimos de gente que justificadamente pide más distancia. En la necesidad de tomar un principio precautorio la comuna tomó el camino más difícil que es construir, en lugar de prohibir”.
Apoyo relativo
Para el integrante de la multisectorial Paren de Fumigarnos y vecino de Andino, Sergio Gorosito, es auspicioso que se trabaje en dar inicio a un proceso agroecológico, pero a la vez, preocupante “que solo se contemple una distancia de 150 metros, lo que se contrapone a lo indicado por la ley provincial, que además es anticuada”.
“Está bien que ahora se implementen espacios de prohibición total de uso de agroquímicos, pero también hay que tener en cuenta que esa distancia es escasa para la prevención de derivas y también para quien intente hacer una actividad agroecológica. Seguramente su producción se verá contaminada por las fumigaciones cercanas”, objetó el vecino.
“No nos oponemos, al contrario, felicitamos al ingeniero Müller por su trabajo y su visión y seguramente continuaremos nuestra lucha por exigir que la distancia prevista se amplíe en la medida en que el tiempo avance”, concluyó Gorosito.
Fuente: La Capital