La planificación se está convirtiendo en el aliado más firme en la búsqueda hacia la productividad. La anticipación y el seguimiento de los cuidados son las claves para el éxito de la cosecha y empiezan aún antes de que la semilla llegue a la tierra.
Para los productores, no es novedad que existen varios factores que interfieren en el resultado, como la elección de los cultivos que se van a sembrar, la calidad de la siembra, el tipo de manejo, el clima, la incidencia de malezas, plagas y enfermedades, entre otros. Sin embargo, ¿cuáles son las sugerencias y consejos para una gestión eficiente y sustentable que contribuye a una soja productiva y rentable en la próxima cosecha?
Todo comienza con la semilla: Es necesario utilizar una semilla certificada
adaptada a la región y de calidad para garantizar una buena germinación, vigor y
desarrollo durante toda la cosecha.
A la hora de planificar la siembra de soja, la buena calidad y el rendimiento de
la semilla son cuestiones importantes que el productor agropecuario tiene en
cuenta. Estos factores, junto a la confiabilidad, a la oferta de un paquete de
soluciones integradas y el acompañamiento post venta, juegan un papel
fundamental en la elección de semillas para este cultivo clave.
El agricultor se encuentra en un contexto donde la oferta de semillas de todos los grupos de madurez es muy alta, presentando un excelente grado de calidad. En relación a esto, BASF destaca las características de sus semillas Credenz®, que cuenta con un amplio porfolio de 15 variedades de soja que presentan excelentes rindes avalados por la Red Nacional de Evaluación de Cultivares de Soja (RECSO).
Siembra en área limpia: Las malezas compiten con la soja por el agua, la luz y los nutrientes. La limpieza es esencial para evitar la competencia de los arbustos y para el buen desarrollo del cultivo. Además, es necesario comprobar el período de acción de los herbicidas antes de comenzar a sembrar.
Calidad de la siembra: La velocidad óptima de la máquina debe ser de un promedio de 5 km/h y además el productor debe planificar la actividad y vigilar el clima para evitar contratiempos. El aumento de la velocidad puede provocar fallas en la siembra, cultivos mal distribuidos, menos cultivos, mala distribución espacial o un menor rendimiento por hectárea.
Estar atentos al clima: La gestión eficiente debe tener en cuenta una serie de factores, incluido el clima, antes y durante la protección del cultivo. Elegir los mejores productos, los tiempos de aplicación, la calidad de los equipos y la formación de la persona que está realizando la aplicación son claves para lograr el éxito.
Hay que tener en cuenta que los fuertes vientos también perjudican el resultado final y pueden desplazar el objetivo que se va a focalizar. En general, la temperatura ideal para la aplicación de soluciones en el cultivo es de entre 20ºC y 30ºC y la humedad relativa del aire superior al 60%.
No descuidar el control de las malezas: El escenario actual de malezas está en constante cambio. Hoy en día encontramos problemas en cuanto a la pérdida de susceptibilidad por parte de algunas especies a distintos herbicidas. Antes, durante y después de la siembra, el agricultor debe seguir monitoreando y actuar siempre que sea necesario a través de una gestión eficiente en el control de malezas. En zonas cultivadas con soja tolerante a herbicidas, o si se utilizan productos selectivos para el cultivo, la aplicación puede realizarse poco después de la emergencia. Esta medida ayuda a eliminar la competencia, favoreciendo el desarrollo del cultivo.
El Yuyo colorado, por ejemplo, fue la primera maleza detectada en el país y hoy 25 años después ya es un problema presente en más de 20 millones de hectáreas en todo el territorio nacional. Por eso, continúa siendo un desafío y una de las prioridades que los productores y técnicos agropecuarios tienen en cuenta al momento de planificar la siembra, incluso en un contexto de falta de lluvias, ya que puede provocar grandes pérdidas de rendimiento que pueden alcanzar hasta el 90%.
A todo esto, en lo que va de este nuevo ciclo productivo no se dieron buenas lluvias, lo que genera que los cultivos arranquen con una cantidad justa de agua y tengamos que mitigar la competencia de las malezas por el recurso agua, de manera que se reduzca el impacto en la producción. Por eso, es de gran importancia el rol de los especialistas al momento de realizar un manejo integrado de las herramientas que tenemos a nuestro alcance.
Monitoreo de plagas: La afectación de plagas, como orugas, chinches, coleópteros, entre otros, puede ocurrir desde el comienzo del desarrollo del cultivo, algunos insectos migran de cultivos anteriores o de servicio. El tratamiento de semillas y las inspecciones en el cultivo se pueden realizar constantemente mediante el uso de recursos que indiquen la infección de la zona de plagas. Luego, se podrá definir la necesidad de uso de insecticidas. En este sentido, BASF cuenta con la Unidad Anti Plagas, un paquete integrado por tres insecticidas que actúan de forma complementaria e integrada para controlar las plagas y darle una solución efectiva al productor rural.
Sumado a un monitoreo frecuente del campo, la aplicación de un fungicida eficaz es fundamental para garantizar la alta productividad y evitar pérdidas en los lotes. En este sentido, BASF cuenta con Priaxor®, el nuevo fungicida para soja que brinda la última tecnología con más días de protección, contundente control de enfermedades y que refleja un mayor rendimiento por hectárea al mejor costo. Esta solución brinda un efecto preventivo, curativo y de acción prolongada para el control de Enfermedades de Fin de Ciclo (EFC) y Roya de la Soja al mejor costo.
Las enfermedades de fin de ciclo se denominan así porque los síntomas y signos se hacen visibles cuando el cultivo entra en su etapa final. La Mancha marrón, Tizón de la hoja y Mancha ojo de rana, entre otras, son enfermedades con períodos de latencias largo, la colonización de la planta por el patógeno se da en estadios tempranos del cultivo, pero la sintomatología que indica su presencia se manifiesta mucho después.
Las EFC se inician en el último período del cultivo, a partir de tres factores: el cultivo de soja, los patógenos presentes en el cultivo tanto como latentes en el rastrojo, y las condiciones ambientales como lluvias frecuentes, horas de mojado foliar y temperaturas medias.
Rotación de soluciones e ingredientes activos: El uso continuo de soluciones con el mismo ingrediente activo o con el mismo mecanismo de acción puede hacer que las malezas, plagas y enfermedades se hagan resistentes, lo que dificulta su control. Debe practicarse el uso de herramientas que puedan posponer la aparición de plantas resistentes. Es importante la rotación en el uso de tecnologías con diferentes mecanismos de acción, lo que reduce el riesgo de resistencia, permitiendo un cultivo más saludable y aumentando la longevidad de los productos y el cultivo.