(SLT-FAUBA) Una de las principales causas de la degradación de los bosques nativos en la Argentina es el cambio de uso del suelo. En este sentido, el fuego se utiliza de forma extendida para remover la cobertura vegetal. La selva paranaense, que ocupa más de la mitad de la provincia de Misiones, aún sufre los impactos de los incendios forestales provocados por el humano, a pesar de que la Ley Nacional 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de Bosques Nativos protege y regula su uso. En base a información satelital, un estudio de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) halló que si bien desde que se implementó la Ley, los focos de fuego disminuyeron en el período 2010-2018, las zonas con menos restricciones de uso —categorías II y III— registraron cerca de 20% más de focos de incendios que aquellas no incluidas en el Plan de Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos. Los investigadores resaltan el aporte de la teledetección para buscar las causas de este fenómeno.
"Si pensamos en los servicios ecosistémicos que proveen los bosques, en especial el Bosque Atlántico, cobra especial relevancia analizar los incendios, que son una importante vía de pérdida de cobertura boscosa", dijo Marcos Javier Niborski a Sobre la Tierra. Niborski, en su trabajo final de Especialización en Teledetección y Sistemas de Información Geográfica de la Escuela para Graduados de la Facultad de Agronomía (EPG-FAUBA), analizó la relación entre los focos de calor y el cambio en la cobertura boscosa en la provincia de Misiones, en el período que va entre 2001 y 2018.
"El trabajo consistió en cuantificar la ocurrencia, espacial y temporal, de focos de calor, generalmente asociados a incendios". Para eso, Niborksi utilizó el producto de fuegos activos del sensor remoto MODIS, elaborado por la NASA a partir de imágenes capturadas por los satélites de observación terrestre Terra y Aqua, que orbitan nuestro planeta desde 1999 y 2002, respectivamente.
Fuego cruzado entre bosques más y menos protegidos
"El fuego es un factor que transforma el paisaje y es una forma de remover la cobertura, cuando es intencional. Pero, a diferencia de otras prácticas como el desmonte con topadora, el fuego siempre encubre cuál fue el factor generador". Dentro del período analizado, Niborski observó con especial interés lo que ocurrió en Misiones después de 2010, el año en que se implementó la Ley Nacional 26.331: "Encontré que en los departamentos con mayor superficie de bosque nativo persistían los focos de calor luego de la implementación de la Ley. A su vez, estos departamentos también tienen la mayor superficie de área protegida en el formato de reservas o parques, por lo que en ellos coexisten grandes superficies sin focos de calor y otras con alta densidad y recurrencia de focos de calor".
El estudio de Niborski detalla que, dentro de la clasificación que establece el Ordenamiento Territorial de Bosques Nativos, las áreas de categoría I gozan de la mayor protección y se incluyen en categorías como Parques Nacionales, Parques Provinciales y reservas públicas y privadas. En estas zonas se prohíbe el uso productivo de la tierra. La categoría II, si bien prohíbe el cambio de uso del suelo, sí permite su aprovechamiento sostenible. Por último, en las zonas de clase III se permiten la deforestación y el cambio de uso del suelo. Las imágenes satelitales analizadas revelaron que, desde 2010, hay una clara diferenciación en la frecuencia y la distribución de los focos de fuego en Misiones: mientras que las zonas de categoría I no registran prácticamente incendios, los focos de calor se concentraron en las zonas de categorías II y III. Esto, señaló el investigador, implica una intencionalidad.
No obstante, según el análisis de Niborski, si se toma en cuenta todo el período analizado, la cantidad y la frecuencia de los focos de calor disminuyeron a partir de 2010, lo cual muestra la incidencia de la implementación de la Ley de Presupuestos Mínimos para la Protección de los Bosques Nativos. Excepto el año 2012, entre 2010 y 2018 estuvieron por debajo del promedio anual registrado a partir de 2001. Pero si bien el porcentaje de focos de fuego respecto del total anual se mantuvo entre un 50% y un 60% de forma constante, Marcos encontró que las zonas de categoría II sufrieron una mayor incidencia de focos de fuego, a pesar de que en ellas no está permitido el cambio de uso del suelo.
El análisis de la estacionalidad también puede dar pistas sobre las causas detrás de los focos de fuego. Niborski observó que el 45% de los focos registrados en la serie histórica ocurrieron de junio a agosto, en los meses invernales. Además, esta concentración tendió a aumentar a partir de 2011. "Algunos compañeros que conocen más sobre el sistema productivo de Misiones comentaron que en los meses de invierno se prepara la tierra para sembrar el tabaco. Entonces, la hipótesis es que el sistema productivo puede estar presionando para la remoción del bosque. Pero, de todas formas, para entender el fenómeno que explica esta tendencia hay que investigar, además, las condiciones de desarrollo social y económico de la región", aclaró.
Teledetección al servicio de la conservación
Según Carlos Di Bella, docente del Departamento de Métodos Cuantitativos y Sistemas de Información (FAUBA) y tutor de Niborski en su tesis, una de las grandes ventajas de las herramientas de teledetección es su cobertura. "Hoy disponemos de información proveniente de muchísimos satélites que nos aseguran una cobertura global del fenómeno de los fuegos. Otra ventaja es su resolución espacial: tenemos plataformas satelitales que brindan información cada 10×10, 30×30 ó 250×250 metros. También contamos con información diaria, en algunos casos en tiempo real, del avance de estos fenómenos". Di Bella añadió que estos productos, además de ser libres y gratuitos, ofrecen datos objetivos en un amplio espectro temporal, lo cual facilita la trazabilidad de los fenómenos y la posibilidad de realizar análisis estadísticos.
Las herramientas de teledetección ofrecen información vital para diseñar políticas públicas y planes de manejo del fuego adaptados a cada territorio de la Argentina. "Los sensores remotos nos brindan enormes volúmenes de datos que sirven para monitorear y alertar la ocurrencia de estos y otros fenómenos. De otro modo, el trabajo de campo sería mucho más costoso y engorroso. Me parece que eso, sumado a la gran colección de datos que ofrecen, temporales y espaciales, permite alertar y trazar estrategias para frenar los desmontes. Y seguramente también para construir una solución en conjunto con el sujeto que está en el territorio. Más aun, la temporalidad de la información de los sensores remotos permite analizar qué se hizo con esas tierras luego de los incendios". No obstante, Niborski resaltó que, para conocer las causas detrás del fenómeno, el trabajo de campo sigue siendo imprescindible.