Los precios de la soja siguen su camino de vaivenes.
En Chicago, el miércoles 21 fue de bajas para las posiciones cercanas..
Independientemente de la demanda mundial, el que corta el bacalao, ahora, es el clima en EE.UU.
Y las señales, al respecto, son confusas.
Una cosa es lo que pasa en el oeste y otra, en el este, de la región agrícola. Al oeste, mucho calor y ausencia de humedad. Y al este, una relativa normalidad.
El temor sobre lo que sucede en el oeste actúa como soporte de los valores.
La falta de humedad en el oeste y el en el norte de las Grandes Planicies no permite una predicción productiva, por ahora, que confirme la estimación del USDA.
Las condiciones de sequía golpean duramente los cultivos del oeste –Iowa– y el norte –Minnesota– de la zona sojera y el este de Dakota del Norte y del Sur.
En tal caso, es tan probable tanto una mejora en los precios, como una baja.
Caminamos sobre el filo.
Una cosa que debería asustarnos es la posibilidad de lluvias en los primeros días de agosto. Los pronósticos hablan de precipitaciones.
Otra cosa que debería preocuparnos está en nuestro país y su política cambiaria.
Las reservas internacionales del Banco Central ya llegaron a su mayor nivel, desde el 24 de agosto de 2020. Hay cerca de 43.000 millones de dólares.
Este cuadro ha sido posible por el aporte de la agricultura y por la mejora en los términos de intercambio, donde la soja cumple el papel central.
De esta forma, el Banco se prepara para las presiones cambiarias hasta las elecciones y para mantener el ancla cambiaria, con el propósito de sosegar la tasa de inflación.
Lamentablemente, el ancla cambiaria se traduce en un ritmo de depreciación del peso en alrededor de 10 puntos porcentuales, en lo que va del año, por debajo de la inflación. El dólar “comercial”, por donde se fija el precio de la soja, cada día que pasa, tiene menor poder adquisitivo.
Y todo indica que este ritmo, aminorado, seguirá al menos hasta después de las elecciones definitivas, con el consecuente impacto negativo sobre el precio interno de la soja y demás productos de exportación.
Pero, en la Argentina todo es posible. El nuestro es un país que se vive, cada día, con adrenalina. Sin excepciones.