El uso de fungicida en trigo comenzó a incrementarse a partir del año 2000, motivado por la introducción de cultivares de origen francés, más susceptibles a las enfermedades foliares que las variedades –actualmente denominadas cultivares– locales de entonces. Estos cambios en la sanidad del cultivo de trigo y su manejo hicieron que se evalúen distintos cultivares con y sin aplicación de fungicida en la Red de Evaluación de cultivares de Trigo (RET).
A partir de los datos recabados por la RET, coordinada por el Instituto Nacional de Semillas (INASE), investigadores del INTA realizaron un informe de los últimos 11 años de ensayos (2010-2020), en el que compararon los rendimientos de los cultivares más destacados tratados con y sin fungicida, en nueve estaciones experimentales ubicadas en las localidades bonaerenses de Barrow, La Dulce, Miramar, Balcarce, Plá, Chacabuco, Pergamino y en Marcos Juárez –Córdoba– y en Paraná –Entre Ríos–.
“El cultivar de mayor rendimiento y mejor comportamiento agronómico sin aplicación de fungicida no es necesariamente el mismo que con uso de fungicida”, explicó Pablo Abbate, especialista en el cultivo de trigo del INTA Balcarce –Buenos Aires–, y agregó: “Sin embargo, no hay informes presentados en la Argentina que ayuden a tomar decisiones siguiendo este enfoque, es decir, que comparen el rendimiento de los cultivares más destacados con uso de fungicida versus el de los más destacados sin fungicida”.
El análisis comenzó con los datos de la RET-INASE conducida en el INTA Balcarce y se observó que “en los últimos cuatro años (2017-2020) la respuesta fue mayor que en los siete años anteriores (2010-2016), particularmente en los cultivares de ciclo largo, pasando de 321 a 1417 kilogramos por hectárea”, precisó el especialista.
Para Abbate, surgió la necesidad de comprobar si ocurría lo mismo en otras estaciones experimentales donde se conduce la RET-INASE, porque si bien existe consenso entre los especialistas de trigo de la Argentina en que el rendimiento de cultivares más destacados sin fungicida está por debajo del de los cultivares con fungicida, no se habían realizado análisis formales de las respuestas del rendimiento a la aplicación de fungicida a través de varios años y localidades.
“El objetivo fue corroborar si, al igual que en el INTA Balcarce, la respuesta a fungicida fue mayor en los últimos cuatro años respecto de los seis años previos y si fue mayor en cultivares de ciclo largos que en cortos en experimentales participantes donde los experimentos se conducen con y sin aplicación de fungicida”, sostuvo el especialista.
Como sucedió en el INTA Balcarce, el informe reconoció que hubo un aumento generalizado en la respuesta a la aplicación de fungicida a través de estaciones experimentales y ciclos de desarrollo entre los años 2010-2016 y 2017-2020.
“Este aumento estuvo acompañado de un aumento en la frecuencia de años con respuestas estadísticamente positivas”, señaló Abbate. Además, precisó que, a modo de conclusión, “puede afirmarse que ninguna estación mejoró la situación sanitaria en los últimos años, en tanto no se observó reducción en la respuesta al fungicida”.
Sin embargo, el especialista indicó que hubo diferencias de aumentos entre estaciones experimentales. “Para ambos ciclos, los aumentos de INTA Balcarce y Miramar, es decir, dos estaciones del sudeste bonaerense, fueron los más importantes”, resaltó.
Respecto de los incrementos, Abbate aseguró que estos “pueden atribuirse al
conocido aumento de la virulencia y difusión de roya amarilla, debido al ingreso
de nuevas razas”. Se trata de una enfermedad fúngica que hasta ahora producía
ataques ocasionales.
Al igual que en INTA Balcarce, se observó que durante el periodo 2010-2016, las otras estaciones experimentales del sur (Barrow, Criadero Buck y Miramar) “presentaron una mayor frecuencia de años con mayor respuesta al fungicida en cultivares de ciclo largo que en los de ciclo corto”, destacó el especialista.
“Durante el período siguiente (2017-2020), las más altas respuestas de los cultivares de ciclo largo se registraron en las estaciones del sudeste, aunque el INTA Balcarce fue la estación que presentó mayor diferencia de respuesta entre ciclos”, explicó Abbate.
Por otra parte, Abbate agregó: “Las respuestas más altas en los cultivares de ciclo corto se dieron en el Criadero Buck, Miramar y Plá, es decir, sin seguir una distribución geográfica definida. En estas localidades la respuesta de los cultivares de ciclo corto alcanzó niveles similares a la de los ciclos largos”.
Se pudo determinar que las respuestas a la aplicación de fungicida cubrirán el costo de uso de estos insumos químicos en los últimos cuatro años (2017-2020), pero solo en algunos de los años anteriores.
Por último, el especialista aseguró que “la respuesta promedio para el período 2017-2020 a través de todas las estaciones y ciclos representó el 11% del rendimiento, un valor que correspondería a la pérdida de producción esperable a nivel nacional si no se utilizan fungicidas para el control de enfermedades en trigo”. En este sentido, Abbate consideró que “resulta poco esperable que se reduzca el uso de fungicidas en trigo si no se mejora la sanidad genética de los cultivares argentinos”.