A pesar de ello, los mayores precios de soja y maíz respecto al año pasado han permitido mejorar la relación insumo-producto. Si se compara la relación con junio de 2020, las mejoras se ubican en torno al 24,3% y 19,2% respectivamente. Para el caso del trigo, cuyo precio no incrementó en la misma magnitud que los demás cultivos, la relación se deterioró en un 13,3% promedio en el último año.
En los últimos meses, el precio de los granos fue noticia dada la importante y consistente tendencia alcista en los mercados, siendo los protagonistas el maíz y la soja. Sin embargo, en las últimas semanas, los precios registraron un retroceso debido a las buenas condiciones climáticas en Estados Unidos y a una posibilidad de que las refinerías norteamericanas disminuyan el corte con biocombustibles debido a su alto costo. De esta manera, la soja y el maíz perdieron USD 50 y USD 60 por tonelada en el último mes y medio. Más allá de esta situación, en el mercado disponible de Rosario, respecto al año previo, se observó para junio del año corriente aumentos del 63,6% y 46,8% (alcanzando USD 201 Y USD 325 por tonelada) respectivamente, mientras que este monto sería de 21,0% para el trigo.
Respecto a los insumos agrícolas como herbicidas y fertilizantes, se observan fuertes incrementos en dólares respecto al año anterior donde la urea subió un 51%, el fosfato monoamónico un 71%, el fosfato diamónico un 67% y el glifosato un 20%. Esta situación reviste de gran importancia cuando la siembra de trigo se encuentra en la etapa final en Argentina ya que los fosfatos y la urea son insumos claves para la sostenibilidad del sistema productivo y la calidad de la producción triguera.
De esta manera, en el caso del trigo la relación insumo- producto empeoró en un promedio del 13,3%, debido a que su precio no incrementó en la misma medida que los demás cultivos, y los insumos se encarecieron en dólares. El ejemplo más claro de esto es el fosfato diamonico, ya que en junio de 2021 se requirió 37,8% más de trigo para comprar la misma cantidad que un año atrás. Lo mismo ocurre con la urea, que se encareció en un 24,6% respecto a junio de 2020. Por otro lado, semilla y flete se abarataron en un 17,3% y 13,5% respectivamente, mientras que el gasoil y glifosato lo hicieron en un 2,3% y un 0,8%. Si bien se ha observado que ciertos insumos mejoraron su relación respecto al precio del cereal, cabe destacar que tanto la urea como el fosfato son los dos componentes más importantes dentro de los gastos para el cultivo.
Cabe destacar que el maíz fue el cultivo más beneficiado, ya que presentó un incremento en el poder de compra promedio del 24,3%. Los insumos que más se abarataron respecto al valor del cereal fueron la semilla en un 40,4%, seguido por la atrazina en un 39% y finalmente el flete en 36%. Asimismo, el gasoil, el glifosato y la urea mejoraron su relación y se requiere menos de grano para su adquisición.
Por su parte, para la soja se observa que mientras en junio de 2020 se requerían 14,9 quintales para adquirir 100 litros de glifosato, actualmente se necesitan 12,2 quintales, es decir, 18,3% menos. De la misma forma, el costo relativo de los demás insumos también se abarató para la oleaginosa, siendo la semilla el caso más destacable, con una reducción del 32% en su precio relativo, seguido por el flete, gasoil y el glifosato, con una disminución del 29%, 20% y 18% respectivamente.
Por otro lado, resulta muy interesante observar cómo ha sido la evolución del precio del glifosato en dólares en los últimos meses, otro insumo clave para la producción agrícola argentina. Se evidencia que, desde comienzos del año 2020, su precio se mantuvo en USD 330 cada 100 litros, pero con el dato de junio de 2021 se ha observado un importante aumento en el precio del herbicida, llegando a niveles de USD 396 cada 100 litros. Esta suba encendió señales de alerta en el sistema productivo debido a su relevancia en el planteo técnico para lograr un adecuado volumen de producción. Son varios los argumentos que explican este incremento, pero el que resulta más relevante es la faltante de oxígeno industrial, que se utiliza para el proceso de oxidación del ácido con el que se elabora el glifosato. Frente a la situación de pandemia de COVID-19, se menciona que se ha canalizado gran parte del oxígeno industrial hacia las clínicas, generando un faltante en el mercado de glifosato cuando la demanda aumenta, generando una suba de precio.
Fuente: BCCBA