El precio internacional de la soja llegó esta semana a su mayor valor en 8 años, cerca de los USD 566 por tonelada en el mercado de Chicago. La oleaginosa es el cultivo principal del agro argentino y los avatares de su cotización son seguidos de cerca por el mercado en general porque del flujo de divisas que genera junto a las ventas al exterior de maíz y trigo depende en buena parte el balance cambiario local, crónicamente en riesgo en los últimos años.
Pero más allá del efecto macro del sector en la balanza cambiaria, la suba supone una mejora directa en los ingresos que en general se queda en los múltiples sectores asociados a su producción y comercialización, aunque tiene como contrapartida la caída de la cosecha por la sequía. Sin embargo, existen alternativas para invertir en soja o de manera indirecta en empresas del ramo que permite hasta al más minorista de los ahorristas asociarse a un ciclo ascendente del precio de esta materia prima a través de instrumentos financieros.
Y dado el contexto global, aunque es imposible predecir el futuro de una inversión, quedan argumentos para seguir aspirando a precios altos aún en la próxima campaña.
“La campaña 2021-22 apunta a seguir muy ajustada en stocks, porque la producción no fue tan grande y la demanda es muy fuerte por parte de China y la industria y el biodiesel. Por otro lado, la gran emisión monetaria que hizo EEUU para impulsar la actividad económica a la salida de la pandemia tiende a subir los precios de las materias primas en general y de la soja también”, dijo Dante Romano de FyO.
“Si este año en base a las proyecciones que se manejan hasta el momento, un pequeño problema climático que cueste un quintal de rendimiento por hectárea en EEUU haría que el año que viene ese país se quede sin stock. Lógicamente eso no pasa, lo que sucede en ese caso es que los precios sufren una suba muy abrupta y el que ajusta es el consumo. Es sólo un ejemplo para entender qué tan acotados están los stocks”, agrego Romano.
Algunos son más sofisticados que otros y, mientras que hay activos que captan en forma pura el valor del cultivo, hay otros que permiten atar los ahorros al mismo dentro de un paquete de otras inversiones asociadas.
De más sencillo a más complejo, la primera alternativa que ofrece el sector financiero para apostar por la soja con montos desde $1.000 son los fondos comunes de inversión. Así como existen fondos que permiten ceder a un tercero la administración de los ahorros para apostar por acciones, bonos, colocaciones a tasa y muchas otras variantes, también existen unos pocos fondos comunes sojeros.
Los ejemplos vigentes son dos. Uno es de la administradora de Fondos Comunes de Inversión del Banco Supervielle, y se llama Premier Commodities. El fondo invierte en futuros de soja negociados a través del Rofex y el MaTBA -los mercados de futuros y opciones locales-, además de títulos públicos nacionales y provinciales, obligaciones negociables -bonos emitidos por empresas- y fondos de plazo fijo.
Se trata, entonces, de un paquete que contiene muchas inversiones diferentes, algunas de ellas destinadas a mantener liquidez para atender los rescates. Si bien esa diversificación diluye un poco el seguimiento del precio de la soja en sí. Pero, sin embargo, en el último año al 30 de abril rindió un 69% en pesos.
El otro exponente es un fondo del grupo Banco Nación, el Pellegrini Agro, que invierte en títulos de renta fija, renta variable, futuros de dólar y soja, además de otros instrumentos de administración de la liquidez. Según datos de la Cámara Argentina de Fondos Comunes, el rendimiento anual de este fondo llegaba al 89% en pesos.
Un tercer fondo, que busca centrarse específicamente en futuros de soja casi en su totalidad está en preparación a manos de la administradora Southern Trust y el Banco Comafi. Ya tiene autorización para cotizar y su lanzamiento sería en breve. Pero a poco de salir al mercado sus administradores prefirieron no hacer declaraciones.
Más sofisticado, el mercado ofrece la opción de invertir en fideicomisos financieros agropecuarios, a los que se puede acceder a través de sociedades de Bolsa. Se trata de emisiones de deuda, como un bono, que al vencimiento pagan un rendimiento acordado, ya sea renta fija o variable. El ticket mínimo de entrada en este caso puede ser alto.
Pero también hay formas indirectas de apostar por buenos resultados para el agro, específicamente invirtiendo en empresas del sector. Una de las posibles es Cresud, que dentro de toda una cartera de inversiones incluye distintas actividades. Por ejemplo, Cresud es dueña de la inmbiliaira IRSA cuyos shoppings, hoteles y oficinas no están en el mejor momento por el contexto global.
Otra es Adecoagro, una empresa con domicilio en Luxemburgo y operación en el país, que opera en la Bolsa porteña a través de Cedears -certificados de depósito argentinos- ya que su acción no está listada en el país sino en Estados Unidos.
“Tienen tres áreas de negocio, agricultura es la principal, tienen 122.000 hectáreas propias, que es una enormidad. Muchos en Argentina, pero también en Brasil, con lo cual es de las más sencillas para apostar en forma indirecta”, dijo José Bano de Invertir Online.
Fuente: Rosario Finanzas