En el sur de Entre Ríos se reportaron, en los últimos días de marzo y principios de abril, algunos cultivos de soja de segunda con granos germinados dentro de la vaina. La germinación prematura es perjudicial para la calidad de la soja y, si bien es un proceso llamativo, no es grave en términos económicos. Profesionales del INTA Paraná brindan algunas recomendaciones para hacer frente a esta situación.
De acuerdo con Diego Santos, especialista del INTA Paraná, la germinación de semillas de soja se desencadena cuando, habiendo granos maduros, se cumplen los requisitos principales: temperaturas superiores a 10 ° C y humedad de semilla superior al 50 %. “La temperatura del aire y el contenido de humedad de la semilla durante el llenado están, habitualmente, muy por encima de estos mínimos. Pero las semillas de soja casi nunca germinan antes de la madurez, debido a que, como muchos otros cultivos, posee varios mecanismos que evitan que broten anticipadamente”.
Sin embargo, con el avance del cultivo hacia la madurez, el balance hormonal que evita la germinación cambia y, si se cumplen los requisitos de temperatura y humedad, las semillas de soja pueden germinar mientras aún están en la vaina.
“Desafortunadamente, las condiciones climáticas de este otoño, en algunas
localidades de Entre Ríos, fueron propicias para el germinado prematuro, por
ejemplo, en el departamento Gualeguay, con mañanas con neblina, muy húmedas y
sin frío”, explicó Santos.
La germinación prematura es bastante perjudicial para la calidad del grano de soja, debido a que las semillas germinadas deben secarse a una humedad aceptable antes de la cosecha. Las semillas que no germinaron permanecen vivas incluso cuando se secan al 8 % de humedad o más, mientras que las que germinaron morirán. Esto sucede porque la cubierta de la semilla de soja se rompe durante la germinación y esto hace que el grano almacenado sea vulnerable a la invasión de hongos e insectos. “Estos y otros problemas reducen el tiempo de almacenamiento y la calidad del grano”, puntualizó el especialista del INTA.
Aunque una vez que el grano brotó no hay mucho por hacer, Santos recomendó: “Recorrer los lotes para tener un registro sobre el porcentaje de plantas afectadas y anotar, además, la variedad, la fecha de siembra y el estadio fenológico preciso en que se encuentra el cultivo”.
Esta situación, que en esta campaña se ve en algunos lotes del sur
entrerriano, llama la atención de los productores. “Sin ser un síndrome de
aparición frecuente, cuando ocurre, afecta fuertemente a las plantas donde se
manifiesta”, indicó Santos quien agregó: “Sabemos que, por un lado, está
relacionado con la variedad, pero, por otro, está relacionado con el ciclo,
siendo el estadio fenológico R6 –máximo tamaño de semillas– el más susceptible”.
En relación a estas etapas de desarrollo, existen condiciones ambientales especiales que gatillarían la germinación, como la niebla, la llovizna o el abundante rocío, provocando mojado de vainas y temperaturas templadas (superiores a 10° C).
Por esto, “es importante, en caso de tener información meteorológica cercana, tomar nota de los niveles de temperatura mínima (al amanecer), humedad promedio y lluvias ocurridas durante la semana previa”, expresó Santos quien puntualizó: “Es necesario enriquecer la información disponible, debido a que le permitirá al productor, junto con su asesor, tomar justa dimensión del problema y prevenirlo en las campañas siguientes”.
“Buena parte de toda la información que tenemos para analizar lo que está sucediendo en los campos entrerrianos fue traducida y adaptada de un informe publicado en octubre de 2014, por la Universidad de Missouri –Estados Unidos–”, agregó Santos.