La búsqueda de soluciones más amigables para el medio ambiente en el sector del agro comenzó hace mucho tiempo, pero se consolidó en los últimos años. La utilización de microorganismos para tratar cultivos es una de las tendencias que más creció, gracias a sus efectivos resultados y su sostenibilidad a largo plazo.
Cuando hablamos de microorganismos podemos referirnos a diversos grupos de organismos, pero las bacterias y los hongos son los que se suelen utilizar en la agricultura. Estos microorganismos pueden utilizarse como fertilizantes o estimulantes, o bien cumpliendo una función fitosanitaria, como insecticidas. Además, son aptos para utilizarse tanto en agricultura convencional como en orgánica.
"Antes había mucha reticencia en el sector hacia los productos de origen biológico", explicó Ariel Piana, fundador y gerente de Bioagro, una empresa dedicada a la producción y comercialización de fertilizantes, fungicidas e insecticidas biológicos, "hace casi 10 años que trabajo con biofertilizantes y pude ver cómo, con el paso del tiempo, la demanda fue creciendo. Por un lado, tomamos más conciencia de lo importante que es para la agricultura cuidar el suelo, su fuente de trabajo, a la vez que la efectividad de estos productos se fue demostrando científicamente en todo el mundo".
Las micorrizas, por ejemplo, son un hongo que tiene una asociación simbiótica con las raíces de la planta, facilitando a la misma nutrientes, pseudomonas fluorescentes, ácidos húmicos y fúlvicos, materia orgánica y micro y macro nutrientes. El hongo trichoderma, por otro lado, inhibe el crecimiento de otros hongos que pueden ser patógenos para un cultivo, actuando como un fungicida. Estos son algunos ejemplos que ya se están utilizando en la agricultura.
"Los microorganismos nos permiten aplicar a los cultivos productos que no contaminan el medio ambiente, no dañan la fruta ni dejan residuos, y no afectan a organismos benéficos, aves y otros insectos", agregó Piana, "permanecen en el medio como parte integral del ecosistema y también nos permiten reducir la utilización de compuestos de origen químico".
Sin saberlo, las antiguas civilizaciones utilizaban microorganismos para producir alimentos: la levadura para el pan y las bebidas fermentadas son dos ejemplos. Los avances científicos de los últimos años permiten al sector agrícola aprovecharlos aún más, conociendo no solo los beneficios que tienen para el desarrollo de los cultivos, sino también para el cuidado del suelo, la salud humana y la sostenibilidad del negocio a largo plazo.