Desde FIFRA pretendemos siempre ser optimistas y ver el vaso medio lleno.
Sabemos que en la Argentina hay oferta de carne suficiente y capacidad para
abastecer al mercado interno y a la exportación, pero algunas situaciones
encienden luces amarillas que hacen dudar sobre el normal desarrollo del
negocio.
Exportación de carne. Vamos a empezar diciendo que las decisiones que se adoptan desde China por presunta presencia de Covid en la mercadería resultan absolutamente incomprensibles, como también lo es que sus autoridades no respondan por la presentación para la habilitación de nuevas plantas ingresada a la administración del gobierno de ese país con fecha 28 de mayo de 2020 y que hasta el momento no tuvo avances.
Nos consta que desde Senasa se han dado todas las garantías y que desde la embajada y la agregaduría agrícola en Beijing diariamente se trabaja en estos temas.
Esta situación de incertidumbre complica la programación de planes de desarrollo tanto para las empresas que ya están exportando a ese destino como para aquellas que quieren crecer y deben invertir para hacerlo. Sin previsibilidad no hay inversión, no hay crecimiento y por ende generación de empleo, es así de simple y claro. A eso se agrega que pasaron los festejos por el año nuevo chino lo que deprime la demanda de ese país.
Además, siguen los problemas para exportar a Europa por los cierres y demás
complicaciones que está generando el coronavirus durante el invierno en ese
continente. Ese mercado lleva cortes de alto valor (cuota Hilton) que por la
pandemia cayeron a mínimos históricos al tiempo que los precios de la materia
prima (kilo de novillo) medidos en dólares son los más altos de la región
Mercosur. Tengamos en cuenta que la exportación opera con el dólar oficial al
que hay que restarle los derechos de exportación lo que reduce los ingresos de
la industria que en muchos casos hacen esos negocios a pérdida. La falta de
competitividad exportadora es un problema que requiere atención y solución.
Empleo. No hay señales internas que promuevan la creación de empleo, por el contrario, todas las nuevas normas o reglamentaciones desalientan ese proceso y van restringiendo la demanda de trabajadores a un determinado grupo social. En muchos casos se termina prefiriendo y seleccionando a los solteros, jóvenes, con aptos físicos impecables, por ejemplo. El resto, y debido a las señales que se reciben, termina en un mercado laboral donde prima la precarización.
Además, hay otras trabas a la generación de puestos de trabajo: continua vigente la prohibición de despido (aunque reconocemos que el tope indemnizatorio significa un adelanto), el personal en situación de riesgo sigue en modo pasivo y su costo debe ser asumido por el empleador (costo productivo privado se traslada al precio) y a esto se agrega la ausencia intempestiva por razones de escolaridad (absolutamente imprevisible para el empleador, nadie pensó en él, parece).
Hay quienes declaman por la recomposición de salarios, pero al mismo tiempo luego reclaman que no aumenten los precios de la carne, son premisas no van de la mano. Si suben los costos (salariales, combustibles, materias primas, etc), suben entonces los precios. Ya lo dijimos con anterioridad en este espacio: las causas de la inflación no están en la suba de los precios de los alimentos, estas son las consecuencias. Debemos acotar que en materia salarial la industria frigorífica acordó una actualización anual superior a la inflación lo que demuestra el compromiso del sector para con sus recursos humanos.
Consumo. La disminución de la demanda interna que se dio en el
arranque del año ya fue anticipada en nuestros anteriores envíos y se explica
por la necesaria recomposición de los precios de la hacienda que, como dijimos
entonces, traería aparejada una retracción del consumo que lentamente se irá
recuperando en los meses próximos a medida que se vayan actualizando los
salarios. El aumento de la ayuda social en la tarjeta Alimentar también hará su
aporte.
Producción. Esas complicaciones tanto en el frente interno como en el
externo hicieron que enero fuera un mes de baja producción y de mayores
dificultades para el funcionamiento y el resultado de las empresas. A eso se
agrega el menor nivel de producción y de productividad. En enero se contó con 20
hábiles y la faena fue de las más bajas del siglo. El promedio diario fue apenas
de 50.000 animales, casi 20% por debajo de algunos meses de 2020.
Acuerdo los precios, impuestos y comercio de cueros. Ante la necesidad del Gobierno de ofrecer carne a “precios cuidados” los frigoríficos exportadores nucleados en las distintas cámaras empresarias accedimos a un programa especial, con un volumen determinado, a precios que no son de mercado como una forma de colaboración de carácter extraordinario y solidario.
El esfuerzo económico para los aportantes es realmente significativo y hemos quedado inmersos en cuestionamientos ajenos a las partes. De hecho, el programa que tiene por objetivo ofrecer un producto a un precio menor al de mercado para los más necesitados provoca el malestar de todo el resto de los operadores del negocio de las carnes que consideran esta iniciativa como una especie de dumping.
En estos últimos días mucho se ha hablado de intervención, retenciones, participación en la composición de precios, etc. La reunión entre el presidente de la Nación Alberto Fernández y la mesa de enlace sirvió para descomprimir esa situación.
Respecto de estas cuestiones debemos comprender de una vez por todas, que en la carne NO HAY FORMADORES DE PRECIOS. Ninguno de los eslabones tiene la participación o capacidad (de cualquier índole) para hacer subir los precios artificialmente. Los precios responden a la realidad a veces más temprano que tarde, pero siempre lo hacen en función de factores predominantemente económicos y políticos.
De nada sirve que los eslabones de la cadena intentemos deslindar responsabilidades, el sector industrial frigorífico sólo contribuye con menos de 7% en la formación de precios, pero decir esto, no nos desliga del problema, lo tenemos que trabajar juntos los privados con el sector público.
Por otra parte, queremos destacar que hay cuestiones impositivas de pendiente solución que ayudarían en ese sentido. El año anterior solicitamos la corrección de alícuota de IVA en el servicio de faena, no es la solución para los precios, pero es parte de la construcción final de estos y lamentablemente no encontramos respuesta a ese pedido.
También se requiere solucionar de forma definitiva la situación comercial del cuero. Hemos solicitado la prórroga de la vigencia de la norma que facilita la exportación de cueros crudos salados que venció el 31/12 sin la aplicación del régimen especial de referencia a valores de Chicago (que nada tienen que ver con los valores de Argentina, como supo decir el presidente Alberto Fernández). Lamentablemente todavía esa norma está en el circuito administrativo. Si bien el ministro de la Producción Matías Kulfas y el de Agricultura Luis Basterra nos manifestaron la voluntad de implementar esa prórroga pero todavía no se puso en vigencia y mientras tanto la exportación de cueros sigue frenada. Esto repercute en los costos e ingresos de los frigoríficos. La medida ayudaría a tener margen para no tener que trasladar la suba de los precios de la hacienda de forma inmediata a los de la carne cuando se produjera.
Por último, queremos hacer mención a la decisión de postergar por 30 días el cumplimiento de la exportación de la cuota Hilton, lo que resuelve el problema de algunas empresas. La medida no fue solicitada por Fifra y si bien no nos oponemos dejamos constancia que los frigoríficos adheridos a nuestra entidad cumplieron en tiempo y forma con la normativa y plazos establecidos previamente.
Todas las dificultades enumeradas en esta editorial nos hacen presumir que este será un año difícil pero como siempre pondremos lo mejor de nosotros para sobrellevarlos y para buscar en el diálogo entre el sector privado y las autoridades las soluciones posibles a los problemas sectoriales y de la economía argentina.
Fuente: Fifra