Tino: “capacidad de raciocinio vinculada a las facultades de una persona para actuar de manera razonable y equilibrada”.
Una de las tantas cosas graves que tiene este gobierno es la falta de tino. Y la falta de oportunidad. A menos que los daños sean realizados a propósito.
¿Acaso no es un tema central? Hoy, la sequía que sufre casi todo el país es alarmante.
Cuando prácticamente la mitad de la zona núcleo maicera viene sufriendo una falta de agua anual mayor a 250 mm respecto de la media de los últimos 30 años, justo en ese momento, se decide aplicar una medida irracional e intempestiva que golpea duramente la venta de maíz, y, en consecuencia, la producción de este cereal.
No es moco de pago, el problema. Porque la decisión oficial castiga la economía del país.
La medida del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación -que suspende la registración de Declaraciones Juradas de Venta al Exterior (DJVE) para este cereal, cuya fecha de embarque sea anterior al 1 de marzo de 2021- no sólo es una decisión discrecional de transferencia de ingresos de un eslabón a otros agentes, sino que, también, es, en este cuadro climático, una suerte de provocación.
¿Cómo? Sí lo que leen: no sólo se daña la formación de precios. También se aumenta la incertidumbre exponencialmente, dada la historia de las políticas agrarias, en la toma de decisiones productivas.
Porque el horno no está para bollos, algo visto durante el año pasado.
Lo curioso e increíble es que, aun siguiendo la perversa forma de razonar del gobierno, las estimaciones públicas y de las Bolsas, las existencias se hallan por arriba de las necesidades domésticas y de la exportación.
El daño perdurará en el tiempo, aun cuando luego se restituya el normal desenvolvimiento del mercado. Para que los mercados funcionen adecuadamente es imprescindible que ninguna mano externa interfiera en su desenvolvimiento, sin la existencia de reglas previamente establecidas.
Queda así castigada la siembra y la inversión en tecnología.
Con las cosas así, ¿quién se anima a negar que en la próxima campaña la superficie de siembra de maíz baje más de un 20%? Y con un porcentaje similar en tecnología a aplicar.
También incrementa el temor a invertir en avances tecnológicos para los demás granos. Toda la producción agrícola queda sometida al temor. Y sin certezas institucionales, la inversión se debilita.
Queda, además, lastimada la credibilidad de nuestro país como proveedor mundial. Los importadores usuales sufren el desconcierto y ven afectados sus planes.
Y paradójicamente, es probable que esta medida incentive un nuevo aumento en el precio internacional del maíz.
Las múltiples formas de intervención forman parte del juego de perder – perder en la economía local.
Estamos en presencia de una clara disposición oportunista; que no mira más allá del alcance de la mano.
Lo peor de todo está acá: en definitiva es una invitación oficial no al debate sino al conflicto. ¿Es posible que se esté preparando el terreno para un año 2008? La respuesta la veremos en breve.
La maquinaria oficial hace caminar el caballo del malacate, sin que la economía avance. Y, además, pone clavos en el camino del pobre animal.
Ojalá, el comienzo de año haga entender a la gente de buena voluntad en el gobierno para que éste revea la decisión tomada, entre gallos y medianoche.