Abundan, en el repaso, los gestos altruistas de cada uno de los dirigentes rurales que asumieron, con pulso firme, los desafíos de este tiempo particular en los que aprendimos a superar las contingencias del clima, de la economía, de la incertidumbre ante los nuevos escenarios del mundo y sobre todo, claro está, a trabajar sin descanso para frenar las particulares medidas del gobierno destinadas, todas ellas, a la paradoja de complicar la producción y conseguir, al mismo tiempo, que el campo aporte cada vez más. Esa singular contradicción muestra que cuanto más nos ajustan la cincha a nosotros, más grande les queda el poncho a ellos.
Cumplimos un año en el que las medidas del gobierno en favor de la producción nos dejaron gusto a poco, o nada. En el balance hay un gran rojo del Gobierno que está compuesto por la falta de iniciativas que empujen la producción y que paren el gasto público, por la inercia y la falta de nuevas ideas. En ese rojo está también la ausencia de un ordenamiento más simple, de un límite a la usura financiera y una rienda estricta a la especulación. En nuestro haber, además de buenos dirigentes y un gran equipo, nos queda la tranquilidad de haber hecho todo para que las cosas resulten diferentes. Nosotros volvimos a dejar en claro que tenemos la fuerza de trabajo y el gobierno, la decisión política que nunca llega.
La lapicera de la política fue veloz a la hora de trazar proyectos que desnudaron la ignorancia que tienen sobre cómo se trabaja en el campo. Abundan en este año los tristes ejemplos que tuvieron como común denominador complicarnos la tarea. El déficit billonario no puede frenarse con palos en la rueda al campo. Este carro, con más de 44 millones de argentinos adentro, necesita ideas que nos impulsen hacia adelante y que sean superadoras del resentimiento de los sectores políticos que quedaron atascados en el 2008 y de los que, sin conocer la historia de esos años y sin haber participado en la discusión, hoy toman partido. No alcanza con que nos digan cuáles son los problemas, ya es hora de empezar a plantear cómo solucionarlos.
La absurda dicotomía de salirnos del mundo minando los mercados de desconfianza y tratar al mismo tiempo de colocar todos nuestros productos en un sólo lugar nos hace tan dependientes como al principio de nuestra historia. La trampa ideológica es absurda porque en ella se hunde la economía.
Pasamos un año complejo en el que al menos, y a diferencia de muchos argentinos, los productores pudimos trabajar. Nos faltaron los remos que sólo la política puede habilitar y que deben estar, como corresponde, con urgencia y a medida de cada uno de los segmentos productivos del país. El campo tiene un futuro enorme y hemos hecho, en este primer año de gestión, todo lo necesario para sentar bases que nos permitan ir hacia las soluciones para el productor. Cada uno de nuestros trabajadores rurales, en todo el país, sabe que CRA es su casa y que nuestro paso por ella tiene como meta que puedan trabajar, crecer y desarrollarse. Cómo otros argentinos también tuvimos grandes e irrecuperables pérdidas que nos dejaron acongojados porque fueron hombres y mujeres imprescindibles en nuestra entidad a los que también hoy quiero recordar porque con su ejemplo siguen siendo parte de nosotros y de nuestro futuro.
A la Comisión Directiva y a la gran familia de CRA que me acompaña, mi agradecimiento por este año en el que a pesar de los vaivenes mostramos que esta gestión tiene como brújula y respaldo la certera decisión de no claudicar y una gran pasión por el campo.