La campaña 2019-2020 fue algo atípica en cuanto a enfermedades. Los cultivos arrancaron con una buena implantación aunque faltó un poco de agua hacia el mes de diciembre. Durante el mes de enero no suelen observarse problemas de enfermedades en la región; sin embargo, después de las lluvias de Navidad y durante la primera quincena de enero, cuando se presentó un perel panorama estuvo marcado por la presencia de enfermedades de tallo y raíz y, en menor medida, algunas foliares.
Según María Elena Lago, fitopatóloga del INTA Oliveros, las relacionadas a tallo y raíz afectaron más a los cultivos implantados en la zona norte (Departamentos Pellegrini, Belgrano, San Lorenzo, Iriondo, Constitución y Belgrano), desde donde se recibieron numerosas consultas. En general, se observó marchitez de plantas aisladas o en manchones, pero tanto a nivel foliar como en los tallos y tejidos internos los síntomas fueron diversos. Las enfermedades confirmadas por aislamiento fueron cancro del tallo (Diaporthe spp), muerte súbita (Fusarium spp), podredumbre carbonosa (Macrophomina phaseolina) y, en algunos casos, podredumbre parda (Phialophora gregata). Algunas plantas presentaron síntomas compatibles con podredumbre por Phytophthora (Ph. Infestans), aunque no se logró el aislamiento de este patógeno. En muchos casos, al abrir estas plantas, se observó la médula barrenada y un “pelecho” de alrededor de 3 mm, que correspondería a la pupa de una mosquita. Con respecto a las enfermedades foliares, en este período se observó una manifestación incipiente de mancha ojo de rana (Cercospora sojina), mancha marrón (Septoria glycines) y tizón bacteriano, que afectó más a la zona de Venado Tuerto.
Promediando el mes de enero, y durante febrero, se produjo un período de estrés hídrico que limitó el avance de las enfermedades foliares. Este fenómeno afectó más a los departamentos del norte, en los que se advirtió el manchoneo de lotes, con rodales de plantas muertas, afectadas en su mayoría, por podredumbre carbonosa. En una transecta desde Oliveros hasta Venado Tuerto, se observó que este efecto era menor en la medida que se avanzaba hacia el sur, revelándose una clara mejora desde Chabás hacia el sur, con buen estado de los cultivos en el área de Venado Tuerto, donde el aporte de agua fue mayor.
A diferencia de los departamentos del norte, donde hubo un escaso desarrollo de enfermedades foliares, hacia la zona de Venado Tuerto se registró una mayor presencia de las mismas, con alta incidencia y severidad de mancha ojo de rana sobre cultivares susceptibles. Por otra parte, desde mediados de febrero comenzó a observarse el tizón foliar (Cercospora kikuchii), que afectó más a los departamentos del sur, posiblemente por las razones ya mencionadas. Otra de las enfermedades detectadas en este período, aunque de menor importancia, fue el mildiu (Peronospora manshurica).
Finalmente, cabe hacer una mención especial a una enfermedad reemergente que viene creciendo en las últimas campañas, particularmente en el sur provincial. Se trata de la podredumbre húmeda del tallo, más conocida como esclerotinia (Sclerotinia sclerotiorum). Este año se observó, mayormente, en el departamento General López y hacia el taco de la provincia (Departamento Constitución), afectando cultivos muy desarrollados y poco aireados. Si bien, en algunos casos, esta enfermedad pasó desapercibida, debe prestarse especial atención debido a que tiene un alto potencial de impacto sobre el rendimiento y produce una estructura de resistencia llamada esclerocio, que se transmite junto a la semilla, favoreciendo la infección de nuevos lotes.
Por Maria Elena LAGO - Pedro GUGLIELMONE