En las últimas décadas, el cambio climático y el crecimiento de la superficie
edificada en la Ciudad de Buenos Aires provocó un aumento en la temperatura de
las áreas urbanas y, según un estudio reciente, este fenómeno también habría
motivado cambios en el comportamiento de distintas especies que componen el
arbolado urbano. Investigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA)
evaluaron cómo algunos de estos árboles modificaron ciertos parámetros de su
ciclo biológico, como la brotación, lo cual podría beneficiar o dañar la vida de
las plantas, según la especie.
A nivel global, el cambio climático implica un aumento en la concentración de
dióxido de carbono en la atmósfera, con un incremento en la temperatura media
del planeta. Pero en la ciudades hay otros factores particulares que también
inciden sobre el clima. "El aumento de la población, de la superficie edificada
y del consumo de energía generan cambios en el microclima urbano, con un
incremento de la temperatura mínima que también afecta a las plantas", explicó
Danilo Carnelos, docente de la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de
la FAUBA, y principal autor del artículo publicado en la revista científica
Agronomía y Ambiente. "Este trabajo sirve para alertar que al modificar los
espacios verdes en la ciudad, también se están provocando cambios en el ciclo y
en la brotación de estas especies. En algunos árboles puede traducirse en
beneficios y en otros casos puede deteriorarlos", agregó.
El estudio llevado a cabo por Carnelos involucró el relevamiento de 12 especies forestales de diferentes características que crecen en el predio de la FAUBA de la Ciudad de Buenos Aires, sobre las cuales se disponían de datos fenológicos históricos tomados por Servicio Meteorológico Nacional (SMN) entre 1947 y 1956. La mayoría de estas especies son exóticas, pero a la vez son muy comunes en el arbolado urbano de CABA, como el jacarandá, el palo borracho, los plátanos, liquidámbar, el acer, la acacia, el lapacho rosado y los tilos.
"En 2014 arrancamos con las observaciones fenológicas junto a Guillermo
Murphy, profesor de la cátedra de Climatología y Fenología Agrícolas de la FAUBA,
estudiando las respuestas de las plantas a los cambios del ambiente, con el
objetivo de evaluar si habían ocurrido modificaciones en la brotación y en la
floración de diferentes especies forestales", explicó Carnelos y agregó:
"Quisimos ver si se habían modificado las secuencias fenológicas, las fechas
medias de brotación y de floración", respecto de los datos presentes en los
boletines que emitía semestralmente el SMN décadas atrás.
Las investigaciones continuaron hasta 2018. Los ejemplares fueron relevados
día por medio desde agosto hasta diciembre durante los cuatro años, por Carnelos
y un grupo de estudiantes de la FAUBA. Según los resultados publicados, en la
mayor parte de las especies se observó un adelanto de la fecha media de
brotación. Si bien seguirían ubicándose dentro de la variabilidad de las fechas
contempladas por el período histórico que se tomó como referencia (1947-1956),
lo llamativo es que en casi todos los casos se halló un adelanto entre 20 días y
un mes, aproximadamente. Sólo algunas especies, como el tilo y el plátano, se
adelantaron en menor medida, entre 1 y 7 días.
El docente advirtió que en otras zonas de la ciudad de Buenos Aires se podría
repetir este fenómeno con más intensidad: "Si bien el predio de la FAUBA está
dentro de CABA, allí se genera un microclima. En general, en la ciudad es más
marcada la diferencia. Cuando iniciaba la floración en los jacarandá que están
dentro de la Facultad, en otros barrios de la ciudad los ejemplares de esta
especie ya habían pasado la plenitud de floración. O sea que si dentro de la
Facultad se alargó el período de crecimiento, en el arbolado urbano de la ciudad
seguramente haya diferencias". Además destacó que al menos hasta ahora las
investigaciones si limitaron al predio de la UBA porque los datos históricos del
Servicio Meteorológico fueron tomados en ese mismo lugar y en el Jardín Botánico
Carlos Thays.
"Hace falta repetir el relevamiento más años para darle robustez a los
datos", afirmó. Actualmente se está avanzando en una segunda parte del trabajo,
que consiste en el estudio de la floración de las especies forestales, a cargo
de Gonzalo Fernández Zapiola, estudiante de la carrera de Ciencias Ambientales y
ayudante de la Cátedra.
Cambia el clima, cambian las plantas
El investigador también vinculó los resultados de su estudio con los cambios
en el clima observados por otros trabajos de la Cátedra de Climatología, como
los realizados por los docentes e investigadores Murphy y María Elena Fernández
Long. "Desde 1950 hasta 2018, sobre todo en los meses de brotación
(agosto-noviembre), hubo un incremento promedio de la temperatura mínima de 0,03
grados por año. Otros trabajos registraron una reducción de 5,7 horas por año en
las horas de frío entre 1911 y 1998. Entonces hay menos disponibilidad de frío
para las especies que lo requieren. Por otro lado, al aumentar la temperatura
mínima también se alargó el período de crecimiento. Otro estudio indica que se
acortó el período con heladas, que se refleja sobre todo al iniciar más temprano
y finalizar más tarde la estación de crecimiento", detalló.
"Si aumenta la ventana de crecimiento, muchas especies van a crecer más. Pero muchas especies exóticas, originarias del Hemisferio Norte, tienen requerimientos de frío o no toleran altas temperaturas, lo cual implica que un ginkgo, por ejemplo, podría ser afectado por exceso de temperatura, o que no tenga una buena fase de floración por falta de requerimientos", dijo y añadió: "Aunque el razonamiento no debería ser tan lineal porque cada especie tiene diferentes requerimientos bioclimáticos y quizás la ausencia de un estímulo puede suplirse con la mayor disponibilidad de otro". Estos aspectos podrían ser incorporados a investigaciones futuras.
Por: Juan M. Repetto
Fuente: FAUBA