El excesivo uso de fertilizantes, en el marco de una agricultura con altas exigencias, sigue incrementando la acidez de los suelos y genera costos ocultos al tener que corregir esos niveles de acidez con productos específicos.
El año pasado Uruguay importó 1.135.000 toneladas de fertilizante. Dentro de ese volumen 322.000 toneladas correspondieron a Urea y el resto a fosfatados y potásicos. “Si se analiza la capacidad de absorción de los nutrientes, el nivel de eficiencia hace que sea un costo oculto muy alto que tiene la producción agropecuaria y vale la pena prestarle atención”, aseguró a El País Javier Ciliuti, gerente regional para el Conor Sur de la empresa Manttra.
El ingeniero agrónomo, que cuenta con una especialización en suelos, explicó que si bien los suelos del Uruguay —en su mayoría—, “vienen con una formación calcárea y nosotros partimos de suelos levemente ácidos o casi neutros, la realidad es que hace años se vienen acidificando por los procesos productivos”.
Si bien la acidificación de los suelos es mundial y forma parte de la agricultura moderna, hay mucho por hacer para evitar males mayores.
La acidez reduce el crecimiento de las plantas y baja el porcentaje de disponibilidad de algunos nutrientes, entre otras problemas. A su vez, las correcciones de esa acidez elevada incrementa los costos al momento de producir.
Problema. Hay tres grandes procesos que contribuyen a la acidificación del recurso suelo. Según contó Ciliuti son: “la extracción de bases”. El segundo proceso es el lavado por la lluvia y el restante, “la fertilización nitrogenada amoniacal”.
En ese sentido, el gerente regional para el Cono Sur de Manttra, entiende que este último proceso “es el más grande de todos”, donde cada fertilización con nitrógeno, urea u otros productos, “genera una acidificación. Eso se viene acumulando durante años y generó que hemos partido de una acidez de 6,3 o 6,4 en suelos agrícolas, hasta llegar a la actualidad donde estamos en un promedio de 5,5”. Esos tenores obligan a corregir la acidez y ese costo “ya está incorporado”, porque cada vez que se aplica un fertilizante sólo se puede absorber el 50% y el resto quedará retenido en el suelo y no podrá ser aprovechado”, remarcó el especialista.
A su vez, explicó que esta realidad obliga “a cambiar esa disponibilidad de los nutrientes para que mejora la capacidad de absorción y por lo tanto, ese es un costo oculto”.
En torno a este problema, se desarrolla una tesis en la Facultad de Agronomía, con ensayos en 80 sitios destinados a la agricultura, donde el promedio de acidez en campos donde se planta soja, es de 5,6.
“Eso demuestra que la acidificación de los suelos se está acentuando”, aseguró Ciliuti. Estudios en Argentina, especialmente en la Pampa Húmeda —corazón agrícola— están mostrando los mismos resultados y los mismos problemas a resolver.
La acidez del suelo afecta a las plantas por la disponibilidad de nutrientes; Toxicidad por ciertos metales y reacción con microorganismos benéficos. Las plantas toman los nutrientes como iones.