Para la próxima campaña de soja, se observan grupos de semillas con calidades muy diferenciadas que van de muy buenas a regulares o malas en zona núcleo –norte de Buenos Aires, sur de Santa Fe y sur de Córdoba–.
Entre los daños más frecuentes, se registran enfermedades fúngicas, lesiones por insectos –chinches, sobre todo– y daños ambientales muy severos. Qué hacer en cada caso y cuáles son las ventajas que brindan las tecnologías microbiológicas para el control de patógenos en semillas dañadas o afectadas por hongos de almacenamiento.
De acuerdo con Claudia Carracedo, directora técnica del Laboratorio LEA en Colón (Buenos Aires), en esta campaña pueden encontrarse grupos de semillas con diferencias de calidad bien marcadas. "Hay variedades que pudieron cosecharse a tiempo y, pese a que están afectadas en algún grado por daños ambientales, lesiones provocadas por algunos insectos como chinches y enfermedades contraídas a campo, esta afectación ha sido de moderada a leve y, por lo tanto, la calidad de la semilla es de buena a muy buena", explicó.
Por su parte, hay otro grupo de semillas con calidades de regulares a malas, debido a que el cultivo sufrió estrés por sequía en el campo y ocasionó la producción de semillas verdes. "Estas semillas verdes se producen debido a una falta de transformación de la clorofila en otros productos y, entonces, las semillas quedan con clorofila en el interior. Cuando se produce el proceso de germinación, esta clorofila obstaculiza la liberación de los nutrientes y muchas veces la germinación y el vigor inicial pueden verse afectados", detalló Carracedo.
En esta línea, Gabriel Mina, responsable de Terápicos de Semilla de Rizobacter, señaló que las altas temperaturas durante la etapa final del cultivo sumado a un período de estrés hídrico durante el llenado causaron la interrupción del proceso de maduración. "En algunos casos, esto provocó un desbalance fisiológico que alteró el proceso natural de degradación de clorofila de las semillas y, como consecuencia, originó la presencia de semillas verdes e inmaduras", apuntó Mina.
Asimismo, en muchas zonas, "el gran estrés ambiental durante la etapa de cosecha hizo que se recolectaran las semillas con un muy bajo contenido de humedad y daños mecánicos como pérdida de tegumento descascarado y el partido de la simiente", remarcó Mina.
De acuerdo con Mina, estas situaciones hacen que la calidad fisiológica de la semilla de soja para esta campaña presente diferencias heterogéneas en cuanto a la calidad germinativa, vigor y viabilidad. "El bajo vigor y la viabilidad determinan la necesidad imperiosa de proteger las semillas durante la germinación y, para eso, el productor deberá seleccionar activos y formulaciones muy amigables con la simiente", amplió Mina.
Respecto de la distribución de los grupos por calidad, hay un 25 % de lotes que están por debajo del valor de germinación del 80% –valor de PG que determina que una semilla puede rotularse y venderse en bolsa–. "Cuando estos lotes se acompañan con tratamientos fungicidas, se recupera el 15% mientras que sólo el 10 % debe descartarse por tratarse de semillas con un nivel de humedad por debajo del 10 %", señaló Carracedo.
Problemáticas de semilla
En lotes de calidad regular a mala, aparecen en primer lugar los daños ocasionados por enfermedades fúngicas seguidos de las lesiones por chinches. "El 10 % de los daños totales que pueden observarse en la calidad de las simientes corresponden a chinches. Además de la lesión en sí, es una lesión abierta donde se acumula una determinada cantidad de los activos de los tratamientos que ejercen un efecto fitotóxico y no pueden manifestarse como una solución para el control efectivo de patógenos", apuntó Carracedo.
En los casos de semillas fuertemente lesionadas por el ambiente o cosechadas con menos humedad que la deseada y rotura de tegumentos, "lo recomendable es seleccionar las simientes de mayor calibre, ya que son las que tienen mejores condiciones de llenado y las que mejor aceptarán tratamientos con terápicos", describió Carracedo.
Con respecto al terápico en sí, lo importante es utilizar formulados de calidad que no provoquen estrés en la semilla o que, si penetran en su interior, sean lo más amigables posible.
En este sentido, Carracedo se refirió a las formulaciones biológicas y destacó que tienen una eficacia de control de los patógenos de almacenamiento (Aspergillus, Penicillium y Rhizopus) que supera el 80%. "Ante presencia de estos hongos que afectan en forma directa e indirecta la germinación de la semilla, sería muy adecuado elegir este tipo de formulados", observó.
Otra ventaja de las formulaciones biológicas, cuyo activo es un microorganismo, es su compatibilidad con las estructuras de la semilla. Presentan una menor acción fitotóxica respecto de otros formulados y no afectan la integridad de los tegumentos.