¿Qué hace tan diferente al Valle del Itata, de otros valles vitivinícolas de Chile? Además de la especial conformación agroclimática, sus suelos y geografía, esta zona inserta mayoritariamente en la región de Ñuble (10% en la región del Biobío) se distingue por su historia y las cepas que les son propias. Escenario único para el desarrollo de un proyecto que pretende establecer criterios y capacitación para una permanente exportación de vinos locales.
Fue en el valle del Itata donde, al poco tiempo de llegadas las huestes de Pedro de Valdivia, los jesuitas que los acompañaban plantaron las primeras viñas en Chile con la finalidad de elaborar el vino de misa.
Quinientos años después, las mismas variedades establecidas, correspondientes a País en primera instancia y a Moscatel de Alejandría con posterioridad, siguen siendo características de este valle, a pesar de que siempre se les asoció a vinos de escasa calidad y sin grandes pretensiones. Aún así, estas variedades fueron la base de la producción del vino de Chile hasta prácticamente el año 1900, en la zona del actual Valle del Itata. Sólo recién en el siglo XXI, surgieron iniciativas con interés por conocer más de estas uvas y sus vinos.
Innovación
Hoy, el desarrollo del proyecto “Programa de Innovación en Valorización del Potencial Vitivinícola Valle del Itata” ha interactuado con un grupo de viñateros del Itata con la finalidad de que éstos incrementen la calidad de sus vinos y alcancen condiciones de calidad exportable. La iniciativa es impulsada por el Gobierno Regional de Ñuble y la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), y ejecutada por INIA Quilamapu junto a Clear River como entidad asociada.
“Desde FIA, estamos constantemente impulsando proyectos que nos permiten fortalecer, gracias a la innovación, la identidad agrícola de cada región de Chile. En esta iniciativa se hace a través del aumento de la competitividad de los vitivinicultores del Valle del Itata, mediante el desarrollo e implementación de planes de negocios sostenibles que les permitan entrar en circuitos comerciales permanentes, sobre la base de la valorización del patrimonio e incorporación de tecnología productiva. Además de la capacitación que busca entregar herramientas a largo plazo a las personas que viven de este hermoso quehacer que nos deja el agro”, dice el representante de FIA en las regiones del Biobío y Ñuble, Gonzalo Rueda.
Según indica el investigador de INIA y coordinador del proyecto, Carlos Ruiz, lo que se busca es “identificar y potenciar vinos de calidad exportable, traídos desde el pasado hasta nuestros días, pero con un incremento en su calidad y estabilidad en su producción”.
Ruiz indicó que la forma de vinificar de los productores del valle del Itata es muy antigua, proveniente de una agricultura ancestral. “Son vinos hechos a la antigua, a los que se le han incorporado algunas recomendaciones de trabajo en las viñas, para mejorar la calidad de las uvas y, por cierto de los vinos, pero sin alterar la esencia del sistema productivo”.
En tanto, la enóloga de INIA, Irina Díaz, sostuvo que “se trata de un programa pionero, ya que es el primero destinado a preparar a los pequeños productores para la exportación de sus vinos, bajo un sello de identidad”. Indicó que en el marco del proyecto se contactaron jefes técnicos de grupos Prodesal de Indap en las comunas de Ránquil, Portezuelo, Guarilihue, Florida y Quillón. A través de ellos se invitó a productores a una cata de sus mejores vinos en dependencias de INIA Quilamapu, donde en conjunto con el enólogo y asesor del proyecto, Fernando Almeda, se seleccionaron los que presentaban mejor nivel técnico y comercial.
A la cata llegaron 25 productores con un total de 50 vinos, todos ellos provenientes de las cepas Moscatel de Alejandría, País y Cinsault, esta última una cepa tinta, también característica del Valle del Itata, aunque recién incorporada a inicios del siglo XX.
El proceso de selección destacó a nueve productores que presentaron “vinos correctos, estables y sin defectos, con marcada tipicidad de la cepa de origen” sostuvo Irina Díaz. Agregó que, además de aspectos de calidad, buscaron que los productores tuvieran un volumen suficiente de vinos, que posibilitara la exportación de las cantidades mínimas exigidas.
La enóloga de INIA expresó que al existir escaso consumo de vinos en Chile, la opción de venta pasó a ser el mercado externo, para lo cual el Proyecto junto a la empresa exportadora asociada Clear River Multitrading, desarrolló una imagen común y la marca Vitata, además de realizar gestiones para las primeras exportaciones en lo que resta del año.
Asesoría para 200 viñateros
El proyecto en su conjunto apunta a respaldar a unos 200 viñateros del Valle del Itata, para que cumplan requisitos de exportación. Ello contempla asesorías en el manejo de la viña a lo largo del año, lo que involucra capacitaciones en poda de las viñas (asegura el correcto crecimiento de los futuros racimos), desbrotes, manejo fitosanitario y apoyo para identificar la fecha precisa de la cosecha. “Ésta debe realizarse en función de la madurez de las uvas y no por calendario” sostuvo Irina Díaz. “Se les está ayudando a entender que con el incremento de las temperaturas en el verano (cambio climático), el periodo de cosecha se ha ido adelantando y que ya no es posible cosechar la uva a mediados de marzo, como era lo habitual. Muchas veces las uvas estaban sobremaduras, afectando irremediablemente la calidad del vino” agregó la enóloga.
Beneficios del trabajo asociativo
El Director Regional de INIA Quilamapu, Rodrigo Avilés, dijo que el trabajo conjunto que realizan FIA e INIA en apoyo a la vitivinicultura regional, contribuye a visibilizar los productos de la Región de Ñuble y del Valle del Itata en particular, en el mercado mundial. “Este trabajo no puede ser aislado, debe ser de la mano con los productores y con el apoyo de Prochile», sentenció.