En paralelo, la recuperación de precios permite una mejora en la relación insumo-producto en gran parte de la región agrícola, favoreciendo no solo el cultivo de soja de primera, sino también las siembras de segunda sobre rastrojos de trigo y cebada. Sin embargo, se prevé registrar limitaciones ambientales durante la ventana óptima de siembra, explicado en gran medida por la reciente confirmación a nivel global de estar transitando condiciones de La Niña y la elevada probabilidad de que esta condición continúe hasta el comienzo de nuestro verano. Este escenario se ve reflejado en los pronósticos de lluvias para los próximos meses, con acumulados previstos por debajo a los promedios históricos en regiones de importancia por su aporte al área agrícola nacional. Dentro de este contexto, la soja registraría una expansión interanual de 100.000 hectáreas, elevando su superficie sembrada a 17.200.000 hectáreas y reflejando un incremento interanual de tan solo 0,6 %.
En paralelo, de concretarse esta proyección, el área total destinada a la siembra de los seis cultivos extensivos más importantes (trigo, cebada, soja, maíz, girasol y sorgo granifero) registraría una retracción interanual del 1,6 %, en gran medida explicada por limitaciones ambientales y leves expansiones de superficie ocupada por cultivos regionales. Por otra parte, teniendo en cuenta las perspectivas climáticas para los próximos meses, la proyección de producción para el próximo ciclo de soja ascendería a 46.500.000 toneladas, registrando una caída interanual de - 5,1 %, equivalente a 2,5 millones de toneladas.
Variaciones Regionales
El relevamiento de pre-campaña da cuenta de los movimientos de área que se registrarían en cada una de las regiones productivas. Hacia el norte del área agrícola nacional, la soja de primera ocuparía espacios liberados por trigo, cebada y girasol, compitiendo en menor medida contra la expansión de cultivos regionales como poroto, caña de azúcar y algodón. En el centro de la región agrícola, se prevén expansiones de superficie en las regiones Núcleo Norte y Sur, mientras que en su periferia se afianza la incorporación de una mayor superficie de maíz tardío como estrategia para diversificar riesgos. En cambio, hacia el sur de la región agrícola la expansión del área de trigo, una mayor intención de siembra de girasol y una intensión de siembra estable en maíz, provocarían una leve reducción del área de soja de primera.
En cuanto a la siembra de soja de segunda, presenta un mayor potencial de expansión sobre el sur de la región agrícola, en sectores que este año lograron expandir el área ocupada con cereales de invierno. Mientras que hacia el centro y norte de la región agrícola, la retracción del área implantada con trigo y cebada se vería reflejada en una reducción del área de soja de segunda. Por otra parte, las limitaciones climáticas previstas para los próximos meses podrían incluso acentuar la caída interanual del área de soja de segunda, dada las mayores necesidades de recargar los perfiles en un acotado periodo de tiempo que presentan estos lotes, con lluvias previstas por debajo a los promedios históricos.
Escenario climático
En la segunda quincena de octubre dará inicio la siembra de soja de primera 2020/21 en las provincias de Entre Ríos y Santa Fe. La perspectiva climática de mediano y largo plazo pronostica lluvias moderadas a abundantes en las regiones primicia de siembra. Posteriormente, a medida que nos vayamos adentrando en la ventana de siembra, se prevé registrar mayores recargas en los perfiles a partir de noviembre, con pronóstico de lluvias abundantes en amplios sectores de la región agrícola, a excepción del centro-este de Córdoba en donde los promedios acumulados descienden levemente en comparación a su periferia. Estas recargas de noviembre serán muy importantes, dado que reabastecerán el perfil del suelo en lotes previamente ocupados con trigo y cebada, sobre todo en la provincia de Córdoba y Santa Fe en donde los valores de lluvias acumuladas en lo que va del año se ubican por debajo a los promedios históricos.
Durante este periodo también se prevé que las temperaturas máximas asciendan paulatinamente, al igual que las horas de luz. Es probable que sectores del centro-oeste de la región agrícola no alcancen las condiciones mínimas para garantizar una buena implantación en lotes de segunda y en consecuencia se prevé una reducción del área ocupada bajo esta modalidad.
Posteriormente, durante el trimestre enero, febrero y marzo 2021 se prevén deficiencias hídricas en diferentes sectores de la región agrícola, pero mayormente ubicadas sobre su margen oeste. En paralelo a esta heterogénea acumulación de precipitaciones, las temperaturas máximas durante el verano continuarán incrementando la demanda de agua, pudiendo comprometer la condición del cultivo en regiones que no hayan consolidado previamente la oferta hídrica en sus suelos.
Es importante destacar que a partir de febrero comenzaremos a transitar etapas reproductivas críticas de formación de vainas (R3 y R4), con pronósticos acumulados que podrían ubicarse por debajo a las necesidades del cultivo a lo largo de todo el margen oeste de la región agrícola. Este último escenario desfavorable para el margen oeste podría prologarse durante marzo, comprometiendo el potencial de rinde y la superficie cosechable en sectores del centro y sur de Córdoba, San Luis, La Pampa y sectores del oeste de Buenos Aires.
Una vez finalizado el verano, se prevé un otoño frio y seco, similar al registrado durante la campaña previa. Esto podría generar trastornos importantes en etapas críticas de llenado de los granos, generando mermas de rendimiento ya sea por un menor peso del poroto, como así también por abortos de vainas. Para finalizar, se prevé transitar gran parte del ciclo 2020/21 con deficiencias ambientales relacionadas en gran medida a lluvias por debajo a los promedios históricos en diferentes momentos del ciclo y en diferentes sectores del área agrícola. Este escenario climático refleja en gran medida las características de un año del tipo La Niña pero de moderada intensidad, en donde algunas regiones mostrarán mermas en sus producciones pero, al mismo tiempo, otras alcanzarían escenarios productivos próximos a sus promedios históricos.
Escenario Económico
La campaña 2020/21 se encuentra atravesada por un escenario económico y comercial que presenta factores de incertidumbre muy importantes, que le imprimen una importante variabilidad a los precios internacionales y domésticos.
En el mercado de Chicago, el precio de la soja registró una dinámica muy particular, con tres tendencias bien definidas en el 2020. Una tendencia negativa, que se fue pronunciando a medida que el brote del covid-19 se expandió a la mayoría de los países y llevó al precio de la oleaginosa a alcanzar mínimos a mediados de marzo. A medida que comenzó la reactivación de la actividad mundial, el precio en Chicago registró una tendencia alcista con un crecimiento estable. A fines de agosto, esta tendencia se aceleró y permitió que los precios recuperen todo el terreno perdido ubicándose en los niveles de mayo de 2018, previos a la Guerra Comercial. Detrás de esta suba, se encuentran factores fundamentales -una creciente demanda de China y una menor producción en Estados Unidosy factores financieros vinculados a la debilidad del dólar producto de la política monetaria expansiva estadounidense.
En el mercado doméstico, el precio a cosecha futuro mayo 2021 en el MATba – Rofex, siguió una dinámica similar. De marzo a junio los precios se ubicaban por debajo de los mínimos de las últimas cinco campañas. Una vez que entramos en el periodo de precampaña, comprendido entre julio y septiembre, los precios registraron un sostenido crecimiento. No obstante, en el promedio del periodo de precampaña, las cotizaciones aún se encuentran un 2% por debajo de los registrados en la campaña previa y un 9% por debajo del promedio de las últimas cinco campañas.
Con respecto a los precios de los principales insumos, se observa una baja para la campaña 2020/21. En el siguiente gráfico se presenta un conjunto de insumos utilizados en los planteos de soja. Los precios están normalizados con base igual a uno en el promedio del período, por lo que si los valores son menores a la unidad esto significa que se encuentran por debajo de la media histórica. Entre los herbicidas, el 2-4 D registra una baja de 3,9%, en tanto que el glifosato concentrado se mantuvo estable. También se registran reducciones en fertilizantes, PDA cayó 12%, aunque el SPS se mantuvo estable. En el mismo sentido, los precios de fungicidas se mantuvieron estables.
Utilizando el promedio de precios precampaña y los rindes estimados para el nuevo ciclo, la campaña 2020/21 registraría márgenes brutos más ajustados tanto para soja de primera como para el doble cultivo trigo - soja de segunda.
La contracción de los márgenes se ve explicada por dos factores. En primer lugar, una baja sensible de los rendimientos promedio esperados: -6,3% en el caso de soja de primera y de -9,3% en el caso de trigo - soja de segunda. En segundo lugar, un menor precio FAS1 en un contexto de mayores alícuotas de derechos de exportación: las alícuotas promedios pasaron de 25,1% en septiembre de 2019 a 33% en septiembre del corriente año.
A continuación, se presenta una tabla con la evolución de los márgenes brutos para soja de primera y maíz temprano para el promedio nacional y la región núcleo sur. El promedio surge de ponderar los márgenes de cada región por su superficie sembrada correspondiente. Como se observa, la caída del valor de la producción por lo menores precios y menores rindes supera la baja de los costos descripta anteriormente. No obstante, la baja de los márgenes de soja es inferior a la observada en otros cultivos, como es el caso del maíz temprano: mientras que los márgenes brutos de soja caen 16% y 2% para el total país y la región núcleo, la variación registrada en los márgenes de maíz es de -18,5% y -10,3% respectivamente. En ese sentido, la soja muestra una mejor performance relativa (ver gráfico de variación de márgenes).
En términos absolutos, el maíz se muestra como la opción más competitiva en el centro del país, mientras la soja gana competitividad en las regiones más alejadas de los puertos y ambientes más restrictivos. Debe notarse, que para llegar al margen neto recibido por el productor, deben además descontarse gastos de estructura y alquiler de la tierra, además del pago de impuestos.
Con todo, la campaña 2020/2021 estará signada por la evolución de las lluvias. En ese marco las decisiones de siembra se regirán en mayor medida por cuestiones climáticas que económicas, teniendo en cuenta que las segundas serán las determinantes a la hora de concretar los rindes y márgenes efectivamente observados.
En cuanto a la contribución a la economía, y de confirmarse el pronóstico climático y las estimaciones de producción, la cadena sojera aportaría en su conjunto 13.716 millones de dólares al PBI argentino en 2021. Con respecto a la campaña previa, esto representa un retroceso del 1%. Este retroceso no es superior producto del aumento de los precios de los subproductos de soja. El mismo panorama se registraría para todas las cadenas agroindustriales, que en conjunto aportarían a la economía 31.173 millones de dólares al PBI, un -0,2% respecto a la campaña 2019/20.