En Argentina la langosta fue considerada la plaga más importante hasta la primera mitad del siglo XX, donde se emplearon cuantiosos recursos para controlarla, dando inicio a una etapa de recesión. Este período se rompió en el año 2015 con el resurgimiento de la plaga poniendo en jaque al sector agropecuario, no solo de Argentina, sino también de varios países de sudamérica, donde también se declararon y persisten emergencias fitosanitarias.
Argentina supo tener el mejor sistema de manejo preventivo del mundo; hoy en día se mantiene en cuanto a experiencia pero no en recursos financieros. Cuando se logró contener la plaga, décadas atrás, se contaba con una Dirección de Acridiología, con suficientes recursos para dar respuesta, que dista mucho de la situación actual donde los recursos son escasos.
Para Juan Pablo Karnatz, prosecretario de CRA, en esta nueva etapa la intervención pública-privada fue clave para que no tengamos devastación de cultivos, pero la amenaza está latente y si no se toman cartas en el asunto, probable y lastimosamente podríamos enfrentar un escenario similar al que acontece en África y Asia actualmente.
Hace cinco años que se hacen esfuerzos muy valiosos que parecen no alcanzar, dado que año a año aumentan las invasiones de langostas, a las que se le suman problemáticas asociadas a tucuras.
Luego de 60 años sin problemas con esta plaga, se abandonó el manejo preventivo y se desmanteló la Dirección de Acridiología, dejándola sin personal, herramientas e insumos de control, investigación e independencia en la toma de decisiones -que entendimos con los años que es clave para el manejo de esta plaga.
En los últimos cinco años se tuvo que hacer frente a la situación bajo un sólido liderazgo del Programa de Langostas y Tucuras del Senasa, pero sin los recursos necesarios y la tecnología que amerita la situación, dependiendo gran parte del control de la plaga de la colaboración, predisposición y buenas intenciones de los actores privados.
Esta lucha debe ser liderada a nivel Nacional con el acompañamiento de los actores locales, y no al revés, ya que es una plaga federal. Se trata de una plaga distinta a cualquier otra dada su gran capacidad migratoria, gran capacidad reproductiva y voracidad, que la convierte en una grave amenaza para la producción agropecuaria y la seguridad alimentaria.
Para luchar contra esta plaga es imperioso y se solicita que el actual Programa del Senasa, vuelva a convertirse en una Dirección, como lo fue históricamente, otorgándole los recursos económicos necesarios no solo para afrontar las emergencias sino también para evitarlas.
Fuente: Confederaciones Rurales Argentinas