Esto es un duro golpe para la citricultura argentina y pone a descubierto problemas estructurales;y la falta de apoyo de los gobiernos a este sector tan importante para la economía nacional.
No hay duda que la producción citrícola es fundamental para las economías de las provincias del norte. Para Tucumán, Salta, Corrientes, Entre Ríos; y en menor medida las restantes provincias el aporte de los cítricos es fundamental en el PBI provincial, en el ingreso de divisas y en la mano de obra ocupada.
Pero para que la actividad citricola se pueda desarrollar a pleno requiere de un favorable contexto macroeconomíco y adecuadas políticas públicas.
Esto no es lo que se dio en las últimas dos décadas. Independientemente del color político de turno, la política fue adversa hacia las producciones regionales y afectó seriamente a la fruticultura. Las cargas financieras aplicadas para enfrentar las sucesivas emergencias económicas tuvieron su efecto contrario, acorralaron la actividad y la exportación; y finalmente terminaron en una caida del aporte que hace el sector al estado; así como el fuerte reducción del ingreso de divisas, tan necesarias para recuperar la economía nacional.
Este año se tenía la firme expectativa de poder recuperar parte de lo
perdido, ante el aumento de la demanda de cítricos y los mejores precios
pagados. El clima no había sido el más favorable para la producción. En el
noroeste se espera una menor cosecha luego de un año de gran producción y un
clima adverso (sequía, altas temperaturas). Al principio del año se estimó una
caída del 10-15%, pero la misma probablemente sea mayor y supere al 20%.
En el noreste la situación productiva se mostró aún más complicada, estimándose una caída del 30 al 40%, siendo la cosecha más pobre de los últimos años. En este caso problemas climáticos (sequía, bajas temperaturas durante la floración) se sumaron a los insuficientes cuidados que se realizaron a las fincas por falta de recursos financieros, problemas fitosanitarios y la reducción de superficie en algunas áreas.
A pesar de la menor producción se esperaba una recuperación de las exportaciones, en especial para los limones y las naranjas. Los mercados del norte demandaban cítricos y los precios ofrecidos fueron atractivos. A esto se sumó que se abrieron en los últimos 2-3 años nuevos mercados, habiendo expectativa de diversificar las exportaciones. En caso del limón la temporada se adelantó gracias al otoño seco.
A fines de junio se había embarcado según el INDEC 210.000 tons, volúmen que superaba en un 20% al 2019 y en un 10% al 2018. Pero la ausencia de lluvias durante el otoño y temperaturas apropiadas llevaron a un fuerte aumento de la infección de mancha negra.Tras la intercepción de limones con síntomas en los puertos españoles, la Asociación Citricola del Noroeste, junto con el Senasa, resolvieron a principio de julio a suspender los envíos a Europa, para no poner en riesgo la seguridad fitosanitaria. Durante julio y agosto se continúo con los envíos a los restantes destinos.
Pero la interrupción de los embarques a Europa durante las últimas semanas, significó una fuerte caída de las exportaciones. Estimamos que la campaña finalizará con un total exportado cercano a las 230.000 tons, lo que significa una leve caída con respecto al 2019 (234.000 tons) y más marcada con el 2018 (272.000 tons). La disminución se dará en los envíos a Europa, mientras que hubo una recuperación de los mismos hacia Rusia y un aumento de los a EEUU.
Situación mucho más crítica se presenta para las naranjas. En este caso hubo 5 partidas de naranjas de Jujuy con mancha negra. Esto motivó a la Unión Europea a suspender la importación de citricos dulces desde mediados de agosto hasta fines de abril del año que viene. Fue una medida que sorprendió por su dureza y por incluir a todas las regiones y también a las mandarinas. En este caso la exportación de naranjas estaba a pleno y había muy buenas expectativas ante la escasez de naranjas en Europa y los atractivos precios que se estan pagando. Quedó más de la mitad de lo que estaba previsto para la Unión Europea sin embarcar. Se estima que se dejará de exportar unas 20-30.000 toneladas.
La suspensión tendrá menor efecto sobre la campaña de las mandarinas. Hace años Argentina perdió al mercado europeo por la falta de competitividad de este producto frente a Sudáfrica y Perú (elevados aranceles, mayores costos, variedades inapropiadas).
El duro golpe llevara a un fuerte questionamiento. Hace años el sector está haciendo un gran esfuerzo en lo que respecto al control fitosanitario, pero no fue suficiente para evitar esta situación. También llevará a que se planteará como fortalecer a la citricultura en general. No se puede poner toda la esperanza en una campaña que circunstancialmente se presenta favorable, sino que hay que mejorar el contexto global, con una política proproductiva, favorable hacia las economías regionales, reducción de la carga impositiva, adaptación de la legislación laboral, financiación para realizar las mejoras, entre las medidas más urgentes.
Fuente: Portal Fruticola