En su tercera proyección de oferta y demanda mundial de granos, el
Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) reviso las cifras de la
mayoría de los commodities.
Gran parte del mercado, esperaba un ajuste en la superficie sembrada, en
especial con maíz en ese país, pero las cifras oficiales superaron las
expectativas con una reducción respecto de la intención original de más de 2
millones de hectáreas, lo cual traducido en volumen representan 25 millones de
toneladas.
Este es exactamente el ajuste que se dió a nivel de oferta mundial, el cual
se ubica, no obstante, en un record de 1.163 millones de toneladas. Si bien se
redujeron levemente los consumos, las reservas finales del ciclo se esperan en
uno de los niveles más bajos del trienio, con una relación respecto del consumo
total de solo el 27%, o bien el equivalente a algo más de tres meses de uso.
Recordemos que de las 315 millones de toneladas de stocks previstas para el cierre del año, el 60% se ubican en China, que prácticamente se autoabastece y no merece mayor relevancia en cuanto al comercio mundial.
La variación en la producción norteamericana, fue acompañada por una leve baja en los consumos internos, en especial para uso de la alimentación animal, en tanto que la industrial y la con destino a la obtención de etanol (42% del consumo interno total) no mostraron variaciones, como el volumen proyectado de exportaciones.
Esto se traduce en menores stocks internos y por ende precios más sostenidos. Ello puede agudizarse aun más si la Administración Central incrementa el corte de uso de etanol, con el consecuente incremento en la industrialización interna de maíz.
Las posiciones lejanas coincidentes con la salida de la mercadería argentina
(mayo 2021) se ubican en el mercado de Chicago en torno a 140 dol/ton, cuando
tan solo unas semanas atrás no alcanzaba 130 dol/ton.
Esta tendencia se confirma además, por la incertidumbre actual en materia de
reservas hídricas adecuadas en gran parte del llamado “corn belt”. El desarrollo
de los cultivos es bueno en general pero el índice de humedad de los suelos es
de los más bajos de los últimos años, lo cual sumado a los pronósticos de
menores precipitaciones y altas temperaturas generan el “weather market” que
vivimos.
Dichas variables tienen un fuerte impacto en la próxima campaña de granos gruesos local. Sin duda, los mejores precios a cosecha del maíz, que se ubican entre 135/140 dol/ton, le dieron nuevos incentivos a los productores para decidir la siembra de este forrajero, en especial en áreas de alta productividad.
El ritmo de ventas de maíz 2020/21 hacia fines del mes de julio superaba las
3 millones de toneladas.
Una rentabilidad interesante, sumado a la necesidad de continuar con un
esquema de rotaciones que asegure un esquema de mayor sustentabilidad, permite
inferir que el área finalmente implantada, lejos de los pronósticos originales
que se ubicaban hasta en un 15% menor a la actual, es factible que oscile en
niveles a los del ciclo 2019/20 o levemente inferiores (6.3/6.0 mill/has).
Ello en función a los rendimientos medios de los últimos ciclos podría traducirse en una producción del orden de 45/47 mill/ton, volumen levemente inferior al proyectado por el USDA para Argentina que se ubica en 50 mill/ton.
Pero todas estas cifras son muy preliminares. Se tiene que concretar un área
como la citada y alcanzar rendimientos unitarios muy buenos, ambas variables muy
dependientes del clima.
Aquí también se presentan interrogantes en cuanto a si están dadas las
condiciones para que se registre un evento Niña o una neutralidad con menor
régimen de lluvias.
Cuando se analizan las proyecciones del National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) principal agencia mundial en cuanto a los pronósticos climáticos con sede en los Estados Unidos, se observa para el último trimestre del 2020 y el primero del siguiente un notable crecimiento en las posibilidades de tener un clima mucho más inestable.
Recordemos que la producción Argentina en los últimos ciclos alcanzó los
niveles más altos con registros superiores a las 52 mill/ton.
Ello permitió expandir sus exportaciones a volúmenes record de 36 mill/ton
(2019), recuperando la segunda posición en cuanto a los principales oferentes
mundiales luego de los Estados Unidos y desplazando a Brasil y al tándem
Rusia-Ucrania.
El destino de nuestro maíz está sumamente atomizado, alcanzando más de 70
países; no obstante los 10 primeros concentran más del 80% del total de los
envíos. El líder en la materia es Vietnam, la puerta de ingreso al sudeste
asiático (Indonesia, Malasia etc.), con un market share superior al 20%.
Sin duda esta región es la mayor demandante del maíz local con el 42% de los envíos, seguida por el norte de África (en especial Argelia y Egipto) con el 25% y Sudamérica (Perú, Colombia, Chile etc.) con el 20% del total.
En el ciclo 2019/20 el maíz, como materia prima, aporto más de 5.600 millones
de dólares en concepto de ingreso de divisas y contribuyo con 500 millones de
dólares al fisco, solo en concepto de derechos de exportación.
También se observa un uso interno muy dinámico. Los consumos “aparentes” (se carece de información oficial) crecen en forma significativa, en especial el dedicado a la alimentación animal que representa aproximadamente el 83% de las 18 millones de toneladas totales estimadas. Los consumos de molienda seca y húmeda, permanecen constantes, al igual que el destinado a la obtención de etanol, producto de la baja en los precios de los combustibles fósiles.
La apuesta para el mediano plazo, es seguir creciendo en materia de oferta,
con el objetivo de ir reemplazando las exportaciones de grano por productos con
mayor valor agregado, una aspiración que sigue demorándose por falta de
políticas que incentiven a la transformación del grano.
Con la alta carga impositiva actual, en materia de derechos de exportación, en un marco de precios internacionales mucho menores a los registrados en la década anterior, sumado a un cumulo de tributos internos, que reducen en forma significativa la rentabilidad del cultivo, resulta muy dificultoso seguir expandiendo la producción, y por ende buscar nuevas alternativas que complementen las exportaciones tradicionales con productos con agregado de valor.
Por Lic. Gustavo Lopez - Consultor de la Fundación Producir Conservando
Fuente: Fundación Producir Conservando