El populismo ha tenido efectos devastadores sobre la economía Argentina. La maraña de regulaciones y, en particular, los incrementos del gasto público como forma de financiar el negocio de la política, destruyeron la moneda, el ahorro y fueron achicando la economía hasta niveles en que hoy tenemos tasas de pobreza y desocupación que eran inimaginables 50/60 años atrás en Argentina.
Ya en la década del 80 era infinanciable un gasto público consolidado del orden del 30% del PBI. En esa década tuvimos inflación, megainflación, hiperinflación, default y confiscación de depósitos con el plan Bonex.
Hace décadas que los gobiernos no han sido respetuosos de la propiedad privada. Ya en 1964, bajo la presidencia del Dr. Arturo Illia y con Eugenio Blanco al frente del ministerio de Economía, se confiscaron los depósitos en dólares que en ese momento sumaban US$ 200 millones (equivalente a unos 1.650 millones actuales) y se pesificaron los depósitos al tipo de cambio del mercado libre. En ese momento la economía no estaba tan dolarizada como lo está actualmente. El proceso de dolarización comenzó con mayor intensidad en 1975 con el rodrigazo, cuando mucha gente vio cómo perdía su patrimonio luego de la ficción de la inflación cero de Gelbard.
Si uno observa el tamaño del mercado financiero argentino, tomando el total de los depósitos/PBI se va a encontrar con que es uno de los más chicos de Sudamérica e incluso que la mayoría de los países de África.
Gráfico 1
El gráfico 1 muestra la relación mencionada para una serie de países seleccionados. España e Italia las elegí porque muchos argentinos somos descendientes de españoles e italianos, y Australia la incluí porque en su momento estaba en condiciones similares para comparar tasas de crecimiento. El resto de los países son los de América del Sur.
El gráfico muestra claramente que estamos en el último lugar del ranking de los países seleccionados, y solo vamos a encontrar algunos países por debajo nuestro en África, como, por ejemplo, Madagascar, Nigeria o Mauritania. Aunque estamos por debajo de Botswana, Mozambique y Angola, por citar tres ejemplos al azar de países que tienen sistemas financieros más grandes que el nuestro.
En su voracidad por financiar un nivel de gasto público exorbitante e ineficiente, el populismo atacó no solo las ganancias de las empresas y de las personas físicas, elevando el nivel de presión tributaria hasta ser el país que más carga tributaria le aplica a las empresas, luego de la isla de Comoras, en base a mediciones del Banco Mundial, sino que también tiene una larga trayectoria confiscando ahorros. El mencionado caso de los dólares pesificados durante el gobierno de Arturo Illia en 1964, luego la crisis de 1975 con el rodrigazo, la estatización de los depósitos que hizo Perón en su tercer gobierno, el ahorro forzoso, el plan Bonex, el corralito, el corralón, la pesificación asimétrica y la confiscación de los ahorros que teníamos en las AFJP son algunos de los ejemplos que se pueden citar para mostrar el continuo ataque a los ahorros por parte del estado.
Dada la destrucción monetaria que llevó a cabo el populismo, destruyendo 4 signos monetarios entre 1970 y 1990 y con este que está agonizando como moneda, la gente decidió que su moneda es el dólar. Es la moneda en que ahorra. Pero como el estado siempre está dispuesto a confiscar ahorros en dólares, los recursos que van quedando en el sistema financiero son los necesarios solo para hacer transacciones. Incluso de los depósitos a plazo fijo, ya que más de uno hace depósitos a plazo fijo para ganarse la tasa de interés postergando pago a proveedores.
¿Esto quiere decir que el argentino no ahorra? En rigor sí ahorra pero en el exterior o atesora dólares en cajas de seguridad o debajo del colchón.
¿Por qué el argentino ahorra en el exterior? En general se lo presenta como el anti patria que fuga capitales. Lo que busca la gente es seguridad jurídica. Países en los que el estado no lo confisque directamente o con cargas tributarias extravagantes, que siempre son presentadas como proyectos de políticos solidarios, solidaridad que es auto solidaridad porque solo buscan confiscar el fruto del trabajo ajeno para repartirlo entre su clientela política y así tener votos. La política se ha transformado en un negocio de tal envergadura en Argentina, que no se limita al sueldo de los legisladores, ministros y demás funcionarios públicos. Parte del costo de la política es el revoleo de planes sociales y empleo público que le permite tener un caudal electoral asegurado. Al menos hasta que se produzca el próximo estallido económico y social.
El absurdo resultado al que hemos llegado con este populismo desenfrenado confiscador de ahorros, ganancias y permanentes violaciones a la propiedad privada, es que el argentino ahorra en bancos de países desarrollados, depositando sus ahorros en esos países y, con esos ahorros, los bancos financian el consumo y la inversión de los países desarrollados. O sea, nosotros que cultivamos cada vez más pobreza, terminamos financiando el consumo y la inversión de los países con ingreso per capita más alto.
Pero no es por maldad que la gente lleva sus ahorros al exterior (me refiero a los ahorros fruto del trabajo honesto) sino para protegerlos de las garras de los políticos.
Encima de tener un mercado financiero mínimo, de los escasos depósitos bancarios que quedan, al menos un 40% de los mismos se los lleva el estado con el endeudamiento del BCRA vía LELIQs y Pases Netos. Así que quedan monedas para financiar algún tipo de consumo.
Pero la imaginación de los políticos argentinos llega a tal nivel de delirio que algunos creen que el crédito se imprime, que es lo mismo que decir que el ahorro no hace falta para que haya crédito.
El crédito existe porque alguien no consume parte de sus ingresos y esa parte no consumida se la presta a otro para que invierta y consuma a cambio de pagar una tasa de interés. Como la gente no quiere ahorrar en el sistema financiero, economistas que asesoran a gobiernos populistas consideran que, ante la falta de ahorro genuino (ingreso no consumido) el crédito, que es la otra cara del ahorro, se puede emitir en forma de billetes. Creen que la emisión monetaria sustituye el ahorro genuino, con lo cual terminamos, como de costumbre, en otros desbande inflacionario.
Desde el 10 de diciembre hasta fines de junio el tesoro se financió, aproximadamente con $ 2,2 billones en impuestos y $ 1,4 billones con emisión monetaria. O sea que la emisión para cubrir el gasto público representó el 64% de los recursos tributarios, con meses como abril y mayo en que la principal fuente de financiamiento del tesoro fue la emisión de moneda.
Pero no solo aumentó la base monetaria un 37% entre el 10 de diciembre y el 30 de junio, sino que, además, el BCRA aumentó su stock de deuda remunerada un 115%, siendo la suma de LELIQs y Pases Netos igual a la base monetaria al momento de redactar estas líneas.
Esos $ 2,2 billones de LELIQs y Pases Netos juegan contra los depósitos del sector privado. Si se libera el mercado financiero y se termina la cuarentena, esta masacre de emisión monetaria puede pasar una factura muy cara. En efecto, se juntarían: 1) un stock de pesos emitidos que hoy la gente no puede gastar porque está encerrada en sus casas y además no puede ir a la ventanilla de los bancos a retirar el dinero en cualquier momento, 2) ese stock es moneda no deseada por la gente y 3) si el gobierno sigue creyendo que va a reactivar la economía aumentando aún más el gasto público, al stock de moneda no deseada se le sumará el flujo de emisión por déficit fiscal generando un caos monetario de proporciones.
Este dilema que tiene por delante la economía argentina es fruto del populismo que destruyó el sistema financiero, confiscando ahorros y destruyo la moneda, con lo cual el argentino atesora dólares o los ahorra en el exterior escapando del estado confiscador.
El kirchnerismo va a tener que obrar un verdadero milagro para que no caigamos en otra gran crisis monetaria de las que estamos acostumbrados ver estallar cada tanto fruto del populismo que supimos conseguir.
Fuente: Economía para Todos