Más que una política de Estado, es un discurso de Estado
porque nunca se pudo lograr aquello que se propuso. Nos referimos al remanido
“tenemos que exportar más”. Todos los gobiernos de la paleta ideológica se ponen
esa meta y está bien porque, en rigor, Argentina exporta poco y siempre anda con
problemas en su caja en dólares.
Lo interesante es entender porque Argentina, más allá de ese consenso
transversal, no ha podido ser una potencia exportadora y su pico, allá por 2011,
fue de algo más de US$ 80.000 millones (con un gran ayudín de los precios, más
que por un boom de volúmenes). Entender eso permitirá comprender la complejidad
del proceso exportador y, eventualmente, lograr una solución.
Martín Tetaz cree que un motivo central es porque “Argentina exporta Estado”.
En su newsletter semanal, difundido ayer, Tetaz dice: “El fracaso de nuestro
modelo de desarrollo se produce porque intentamos exportar Estado agregado y se
trata de una propuesta que no resulta atractiva porque el Estado es ineficiente
y caro”.
La mejor forma de verlo, dice el economista, es con el indicador de presión
tributaria en relación con las ganancias que elabora el Banco Mundial (BM),
puesto que considera todos los impuestos y contribuciones que debe pagar una
empresa (sin incluir el IVA). “Si no hubiera impuestos a la producción ese
indicador solo mostraría la alícuota de ganancias y rondaría el 35%”, dice Tetaz
y agrega que “cada punto por encima de eso es una mochila que debe cargar el que
produce y que resulta mucho más pesada cuando se trata de exportar, porque,
aunque fronteras adentro el consumidor está forzado a pagar los impuestos, hacia
afuera el mundo solo paga por valor”. El dato es duro. “Después de Comoros,
Argentina tiene la carga fiscal más alta del mundo, representando 106% de las
ganancias”, dice Tetaz. La lista de obstáculos para un exportador local es más
amplia aún, pero la citada ya es suficiente para entender las desventajas que
tiene, frente a otros competidores, para llegar a los consumidores globales.
En el otro lado del mostrador, agrega Tetaz, está el aporte que cada Estado hace en términos de infraestructura, tecnología, simplificación burocrática, representaciones comerciales y diplomáticas, inversión en salud y educación, etcétera. “Hay muchos indicadores posibles, pero tomando la inversión del sector público en activos no financieros como porcentaje del PIB que releva el Banco Mundial, nuestro país aparece como uno de los que menos contribución del Estado a la productividad de la economía recibe. En principio no hay problema en exportar Estado si lo que estamos incorporando es mejor infraestructura o inversiones que aumentan la productividad porque, aunque haya que pagar impuestos, la relación costo-beneficio será más creadora de valor que de costos. Pero cuando insistimos en exportar con Estado agregado, para que nuestros productos sean competitivos con el resto del mundo necesitamos un dólar tanto más alto, cuanto más improductivo sea nuestro Estado en relación con el del resto de los otros países”, dice Tetaz.
El problema es que, como hanmostrado las investigaciones de Pablo Gerchunoff
y Martín Rapetti, hay una relación inversa entre el tipo de cambio real y los
salarios reales, o puesto en otras palabras, que dólar alto implica salarios
bajos y que en esas condiciones el equilibrio externo de la Argentina no es
compatible con el equilibrio social interno. Hay una presión social para un
dólar bajo que desalienta la competitividad del sector llamado “transable”.
“Esto quiere decir que cuanto más Estado agregado queramos exportar, menores serán los salarios que habrá que aceptar, salvo que logremos que ese Estado sea más eficiente, en términos de producir mejores políticas públicas, a un costo menor. Por eso no tiene sentido pedirles a los empresarios que agreguen más valor a las exportaciones, si para hacerlo tienen que agregar más Estado, porque es como pedirle a un corredor que para correr más rápido compita con una mochila en la espalda. La escasa elaboración de las exportaciones es una consecuencia de un sistema de impuestos mal diseñado que penaliza la producción y de un Estado que no produce bienes públicos de calidad. Hace 90 años que faltan divisas en la Argentina porque intentamos agregar Estado, en vez de agregar valor y el mundo no está dispuesto a financiar nuestros impuestos”, concluye Tetaz.
Fuente: El Economista