Desde que fue declarada la pandemia del COVID-19, la actividad económica del país entró en una suerte de tormenta de arena donde todas las referencias para orientarse se perdieron o se tornaron muy difusas y cambiantes.
El mercado de compraventa de campos, que venía ralentizado, no se muestra ajeno a este cuadro y lleva los últimos dos meses prácticamente sin operaciones y con un nivel de actividad muy bajo, tal como lo refleja el último Índice de Actividad del Mercado Inmobiliario Rural (InCAIR) que en abril registró 16,79 puntos, con una caída del 47 por ciento interanual.
En contraste, la producción agropecuaria, actividad reconocida y declarada esencial, continuó funcionando casi con normalidad y, de la mano de ella, el mercado de arrendamientos se mantiene demandado y dinámico tanto en el segmento de campos agrícolas como ganaderos, con condiciones de alquileres similares a las fijadas en la campaña anterior.
La Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales (CAIR) reúne la red más extensa y profesional de operadores inmobiliarios rurales en todo el país y, en estos días confusos y de incertidumbre, nos preguntamos si existe un mercado de compraventa de inmuebles rurales vigente. De este intercambio de ideas y opiniones, surgen las siguientes percepciones:
• Existen algunos inversores en busca de campos, especialmente en regiones centrales (Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba), con la pretensión de comprar en alrededor de un 40 o 50 por ciento por debajo del valor solicitado, sin éxito. La escasez y cotización del dólar empujan esta visión.
• Hay propietarios con decisión de venta y con la idea de mantener el valor de fines del año pasado, previo a la pandemia. Salvo casos muy puntuales, no hay urgencias para desprenderse de la propiedad.
• En caso de haber interés en recorrer algún campo, ello queda supeditado a la posibilidad de desplazarse al mismo, que varía en cada provincia en particular, y aspecto frecuente, si la recorrida demandara más de un día, a las dificultades para encontrar alojamiento.
• A su vez, los registros públicos se encuentran mayoritariamente cerrados, actuando como freno a la concreción de operaciones.
• Hay coincidencia entre colegas que en este momento tasarían un campo para venta alrededor de un 20 por ciento por debajo de los valores de fin de 2019, con las salvedades del difuso escenario actual.
• Para que haya mercado deben existir operaciones de referencia que, de momento, no se concretan. Con la importante brecha de valores esperados por las partes, y la firmeza en sus posturas, es difícil que esto ocurra hasta tanto ceda la tormenta y permita ver el nuevo horizonte, siendo temerario decir cuándo sucederá y qué paisaje encontraremos.
• Es por eso que desde CAIR podemos aseverar que hoy por hoy no hay un mercado inmobiliario rural de compraventa de referencia, aunque el mismo está latente. En cambio, si se encuentra firme el mercado de arrendamientos.
La Cámara Argentina de Inmobiliarias Rurales aspira que en el corto plazo el panorama se aclare y permita a las partes acercar posiciones para que el mercado vuelva a fluir con normalidad. Es de suponer que aquello suceda dentro de la banda de la mencionada brecha, y que probablemente se incrementen las operaciones con financiación mayoritariamente en dólares y, en menor medida, en especie (granos, kilos de carne, etc.) o una combinación de ambos.
Para eso, se torna improrrogable que las autoridades nacionales y provinciales hagan su parte, brindando un marco de previsibilidad, urgente normalidad y aliento para la operatoria inmobiliaria con acciones y medidas urgentes tales como un acuerdo con los acreedores de la deuda, la flexibilización del acceso a divisas, el sinceramiento del tipo de cambio, la reapertura de registros públicos, la circulación rural fluída, entre otras.
En este contexto, consideramos que se deberían autorizar sin mayor dilación, y bajo protocolos sanitarios unificados, a los operadores inmobiliarios rurales para cumplir sus tareas habituales y así favorecer la operatoria mínima que requiere el mercado.