Ya sea por tener una mayor disponibilidad de tiempo ocioso, por cuidar el bolsillo ante la inflación o alimentarse más sano, lo cierto es que la pandemia por el COVID-19 estaría provocando algunos cambios en los hábitos de los consumidores porteños y de otros centros urbanos del país. Así lo consideró Javier Souza Casadinho, docente de la cátedra de Extensión y Sociología Rurales de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA), al afirmar que en las últimas semanas aumentaron las consultas de personas interesadas en hacer huertas en sus patios, terrazas o balcones para el autoconsumo. Se trata de una tendencia que ya venía advirtiendo en los años, pero que con la crisis se multiplicó.
Según Souza Casadinho, quien viene trabajando desde hace 35 años en proyectos de extensión e investigación vinculados con la producción hortícola y el uso de plaguicidas en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), la cuarentena impactó sobre el sector hortícola más allá de los casos domésticos. En las producciones intensivas generó inconvenientes en la logística y una oferta dispar de las mercaderías que, en parte, explicaría el aumento del precio de algunos productos en las verdulerías.
A su entender, el actual contexto debería servir para repensar la horticultura y provocar cambios hacia delante, teniendo en cuenta algunos aspectos críticos a mejorar, tales como el alto nivel de informalidad de la actividad y el uso indiscriminado de agroquímicos. "La crisis pone en jaque algunos aspectos que deberíamos replantearnos. Hacia adentro de los sistemas productivos, es necesario avanzar hacia un sistema agroecológico, que sea respetuoso con el ambiente y la salud de los productores, sus familias y los consumidores", dijo.
En el marco de la cuarentena, el docente comenzó a realizar videos tutoriales que se publican en la página de la sede de la UBA en Escobar, provincia de Buenos Aires, bajo el slogan "quedate en casa y produce tu propio alimento en la huerta". "¿Por qué una huerta en una casa? –se preguntó en unos de esos videos–. Para alimentarte, para que tu casa quede más linda, para aprovechar el tiempo libre, para poder producir hortalizas que a lo mejor no están en el mercado. A veces también para tener algún rédito económico, porque podés vender parte de lo que está produciendo. Pero fundamentalmente para la autoproducción de alimentos a nivel de la familia".
Algunas de las principales consultas que recibió en las últimas semanas tienen que ver con la dificultad de acceder a las semillas del programa Prohuerta, del INTA, que por la cuarentena no se pudieron distribuir adecuadamente, y con las técnicas para producir verduras sin plaguicidas. Además, para sorpresa del docente, también se intensificaron las consultas para producir gallinas, debido al fuerte aumento de precios que tuvieron los huevos.
Las redes sociales se convirtieron en una herramienta importante para compartir información entre docentes, productores y estudiantes. En otro proyecto del cual participa Souza Casadinho, denominado Vecinos en Flor, desde donde promueven la inclusión laboral de personas con discapacidad mediante talleres de jardinería y huerta, están realizando un ciclo de videoconferencias online para dar continuidad a las actividades. "Seguimos activos pese a las dificultades para acceder al espacio donde brindamos los cursos inclusivos", aseguró.
El día después
Souza Casadinho consideró que la cuarentena puede ser un momento adecuado para repensar cómo podría mejorar la horticultura tras el confinamiento, debido a que hoy la actividad posee varios problemas estructurales.
"La horticultura en la Argentina se realiza mayormente de un modo informal, tanto en la compra de insumos, como en la contratación de mano de obra, el arrendamiento de la tierra, el transporte y la comercialización de los productos", apuntó, en relación con una de las principales problemáticas del sector. También destacó el alto uso de plaguicidas y, como contrapartida, la mayor demanda de un sector creciente de la población por alimentos sanos.
"Hay una demanda en cuanto a la problemática del uso de plaguicidas que se está visualizando más. Si bien ya era incipiente, esta crisis aumentó el interés por consumir hortalizas que no hayan sido producidas con elevadas cantidades de agroquímicos", dijo.
En cuanto a otros aspectos del sector sobre los cuales es necesario trabajar, Souza Casadinho advirtió que las zonas de producción están ubicadas cada vez están más lejos de los centros urbanos, por la urbanización y el alto costo de la tierra. "Esta situación genera dificultades de producción y logística, con un aumento de los costos, mientras las verdulerías y los consumidores tiene más dificultades para acceder a mercados de cercanía. A esto se suma que, temporariamente, estuvieron cerrados algunos mercados concentradores de frutas y verduras, como el de Escobar, por cuestiones de seguridad e higiene, lo cual también complicó el acceso a los productos".
Por otra parte, destacó que en los últimos años se crearon nuevas ferias locales de alimentos al aire libre, en universidades y en espacios públicos como las plazas. "Aparecieron instancias muy interesantes pero muy endebles, porque con la pandemia no pudieron volver a abrir. Por esta razón, hoy los productores están buscando alternativas para comercializar sus hortalizas, como los repartos a domicilio, y en algunos casos se crearon grupos de consumidores que se pusieron directamente en contacto con los productores para poder comprar verduras".
"La pandemia pone en foco esta fragilidad extrema de la horticultura y la necesidad de poner normas y más controles. Nos interpela a pensar situaciones que sean más concretas, más estables, como ir hacia una legalidad creciente, debido a la necesidad de tener más control sobre los sistemas productivos y una trazabilidad de los alimentos, que hoy ya está exigiendo el consumidor", agregó.
Según el docente de la FAUBA, la universidad tiene un gran desafío en este contexto. "Desde los proyectos de investigación y de extensión académica también podemos ir acompañando a los productores hacia una trazabilidad de sus hortalizas, desde los sistemas productivos y comerciales".
También consideró que es necesario concientizar a la población sobre los beneficios de consumir alimentos sanos. En este sentido, señaló que, como integrante de la comisión de Salud y Ambiente de la Sociedad Argentina de Pediatría, está trabajando en el marco de la cuarentena junto a un equipo de médicos tendiendo puentes entre la salud y la alimentación. "Reforzamos la idea de que un cuerpo sano puede ofrecer más resistencia a los virus y bacterias", concluyó.
Por: Juan M. Repetto